Las películas sobre Jesús de Nazaret se cuentan por cientos. Desde 1897 los hermanos Lumière, casi en los comienzos del cine y después de filmar llegadas de trenes, salidas de obreros de una fábrica y algunas historias de argumento sencillo, se proponen hacer una película sobre Jesús. Ésta se presentó en Francia con el título Vida y Pasión de Jesucristo y consta de 13 cuadros, que van desde la Adoración de los Magos hasta la Resurrección, pasando por la Pasión y la Crucifixión. Un año después Georges Méliès, mago del cine, con sorprendentes efectos y trucos filmará la película Cristo sobre las aguas. En 1916, en los Estados Unidos, D. W. Griffith rodará con un presupuesto exorbitante y miles de extras Intolerancia, en la que nos muestra y reflexiona sobre algunos pasajes de la vida de Jesús.
La figura de Jesús ha sido llevada a la pantalla en diferentes contextos, con diferentes matices, con diversas intenciones. Década tras década no se han dejado de producir películas sobre quien podemos considerar uno de los más importantes y significativos personajes cinematográficos: Jesús de Nazaret.
Si bien el tiempo de Cuaresma ya pasó, nunca es tarde para recuperar la experiencia de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús en nuestra vida cotidiana. Por eso, siempre es bueno ver o volver a ver algunas películas sobre Jesús con una mirada crítica pero a la vez de fe, «como quien busca el conocimiento interno de Jesús para más amarlo y mejor seguirlo» (Ejercicios Espirituales de San Ignacio no. 104). Aquí algunas recomendaciones:
El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Pasolini (Italia, 1964, 130 min.)
Una obra maestra de la cinematografía que presenta con respeto, emotividad y realismo la vida de Jesús según el Evangelio de San Mateo. Pier Paolo Pasolini, que se declaraba ateo y comunista, dedicó esta película al papa Juan XXXIII recién fallecido. Con pocos recursos, con actores no profesionales, utilizando decorados mínimos, Pasolini crea una historia convincente de Jesús. La película, contada e interpretada con sencillez, sigue de manera lineal los 28 capítulos de Mateo desde la Anunciación hasta la Resurrección de Jesús.
El Evangelio según San Mateo es una película para contemplar. Pasolini, con el recurso del primer plano, nos acerca a Jesús y nos lo presenta como lo podemos contemplar en los íconos o retratos religiosos medievales. Para esto ayuda mucho la fotografía en blanco y negro y una banda sonora que va desde las misas de Bach y Mozart hasta el blues. Llama la atención la juventud de quien interpretó a Jesús (Enrique Irazoqui, estudiante de apenas 19 años) y que éste no tenga el pelo largo como ordinariamente se ha presentado a Jesús. Nunca podremos saber con exactitud cómo era físicamente Jesús de Nazaret, pero el que nos presenta Pasolini convence, conmueve y nos puede ayudar a pensar en el rostro lleno de amor y compasión de Jesús. También llama la atención cómo Irazoqui, siendo agnóstico y habiendo rechazado en un principio este papel (cuando Pasolini lo invitó éste le contestó que tenía cosas más importantes que hacer que interpretar a Jesucristo), con sus gestos y mirada comunique tanta paz y espiritualidad.
El Evangelio según San Mateo ganó el premio OCIC (Organización Católica Internacional de Cine), hoy SIGNIS (Asociación Católica Mundial para la Comunicación) y el Gran Premio del Jurado–León de Plata en el Festival de Venecia de 1964.
Jesucristo Superestrella de Norman Jewison (EUA, 1973, 102 min.)
Ópera rock que fue un éxito en los años setenta y que actualmente sigue gustando. Una película con colorido, buenas coreografías y, por supuesto, excelente música. Hay que verla en su contexto. Recordemos esa época de luchas sociales, de movimientos de liberación, de protestas estudiantiles, de crítica a las instituciones, de guerras pero también de movimientos pacifistas, de la cultura hippie con sus invitaciones al amor y a la paz, ese tiempo de sueños y utopías. Todavía hoy recordamos frases de aquellos días como: «soñemos lo imposible», «la imaginación al poder».
La película es una buena adaptación cinematográfica de la obra de juventud del compositor Andrew Lloyd Webber (contaba 22 años cuando la compuso), previa a sus éxitos Evita, Cats, Phantom of the Opera y Sunset Boulevard. Rodada íntegramente en Israel, presenta la particularidad de situar la acción a través de una compañía de cantantes y bailarines que viaja en autocar por el desierto del Neguev para representar la famosísima ópera–rock en escenarios naturales. Al terminar la representación todos volverán al autocar visiblemente afectados, excepto el actor que ha interpretado el papel de Jesús, a quien no vemos regresar.
Tras el visionado de la película resulta imposible mantenerse insensible a la belleza lírica de temas como «Gethsemane» o «I don’t know to love him», a la vibrante fuerza de «Heaven on their minds» o «Simon, the Zealote», al dramatismo de «Trial before Pilate» o «This Jesus must die» o a la espectacularidad de «Superstar». Los personajes, sobre todo el de Judas y María Magdalena, nos acercan de alguna manera a Jesús; se cuestionan y nos cuestionan sobre quién es Jesús, qué sueña, qué busca, qué espera de nosotros.
La Última Tentación de Cristo de Martiin Scorsese (EUA, 1988, 160 min.)
La Última Tentación de Cristo es, como dice su director Martin Scorsese al comienzo de la película, una obra de ficción que no pretende describir de manera detallada la vida de Jesús. De hecho, la película no está basada en los evangelios sino en la novela homónima de Nikos Kazantzakis. Por supuesto, tiene el sello característico de su director. Como lo hizo con los personajes de Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980), Vidas al límite (1999) o El aviador (2004), nos presenta a un Jesús inseguro, atormentado, lleno de obsesiones, dudas, tentaciones.
Al ver la película no hay que olvidar el título de ésta. El autor de la novela y el mismo Scorsese se preguntan: ¿Cuál sería la última tentación de Jesús? ¿Bajarse de la cruz? ¿Casarse y formar una familia? ¿Dudar de ser hijo de Dios y Mesías? Con excelentes actuaciones (hay que reconocer sobre todo la actuación de Willem Dafoe en su papel de Cristo), una envolvente banda sonora de Peter Gabriel y el buen manejo de cámara, Scorsese nos adentra en la mente de Jesús, nos hace sentir sus miedos, dudas y angustias existenciales. Lástima que deje de lado o apenas esboce lo que tanto nos insisten los Evangelios sobre la fe inquebrantable de Jesús en su Padre y en el Reino de Dios, su poder para curar y liberar, su alegría en fiestas y comidas, su bondad y misericordia para con todos.
La película causó y puede causar polémica. En México fue censurada y pudo exhibirse en salas comerciales en la cuaresma de 2004, 16 años después de su producción. Aunque se presente sólo como tentación, para unas sensibilidades puede ser muy fuerte ver a Jesús en pantalla con esposa e hijos. Invito a verla con apertura, criterio y discernimiento. Podemos decir: «Yo no creo que Jesús halla sido así o vivido de esa manera», «No consueno con este Jesús tan inseguro y atormentado»… Lo que no hay que olvidar, y esto sí lo encontramos en los evangelios (Mt 4, 1–11; Mc 1, 12–13; Lc 4, 1–13), es que Jesús como todo hombre tuvo tentaciones.
Jesús de Roger Young (Italia–Alemania–EUA, 1999, 173 min.)
Roger Young se esfuerza por presentarnos a un Jesús que no tuviera mucho que ver con aquellas películas que presentan a un Jesús demasiado solemne, que al caminar pareciera que apenas toca el suelo (pensemos en la interpretación de Enrique Rambal en El Mártir del Calvario, México, 1953) o en esos Jesús demasiados edulcorados como el de las películas Rey de Reyes (EUA, 1961) o Jesús de Nazaret (Italia, 1977). El Jesús de Young es un Jesús jovial, alegre, que baila y bromea. Llama la atención esa escena en que Jesús tira piedras en el lago como quien hace «patitos» antes de llamar a los discípulos o cómo al acercarse a tomar agua en una pila moja y juega con estos amigos que lo siguen.
La película funciona bien para algunos espectadores. Mucho ha gustado a gente de la parroquia, sobre todo a los grupos juveniles. Presenta a un Jesús muy humano con el que pronto se pueden identificar muchos jóvenes. Algunos pasajes de la vida de Jesús están bien representados y son creíbles; otros, por el contrario, parecen poco convincentes. Aquella escena en que Jesús se pregunta por su misión y María su madre saca de un cofre los regalos que le dieron los reyes magos en Belén se ve muy forzada y poco creíble. A partir de la Última Cena, y sobre todo cuando llevan a Jesús con Herodes y Pilatos, hay un bache narrativo y una cierta teatralidad en los personajes. Las casi tres horas son demasiado largas para una sesión. Para su uso catequético conviene mejor seleccionar algunas escenas.
La Pasión de Cristo de Mel Gibson (EUA, 2004, 126 min.)
La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, es una película de buena factura. Detrás de un excelente manejo de cámara, de la iluminación con sus juegos de sombras, del uso de flashbacks o de la cámara lenta (para imprimir más dramatismo en la historia), de la afortunada elección de actores (Jim Caviezel como Jesús, Maia Morgenstern como la virgen María, Mónica Bellucci como María Magdalena), se ve la mano de un director con oficio.
La película está basada en buena medida en las narraciones de la Pasión de los cuatro evangelios y en las visiones místicas de las monjas María de Agreda (+1665) y Catherine Emmerich (+1824), pero con la visión personal de Mel Gibson, un católico «en extremo conservador» que no reconoce ni acepta la reformas del Concilio Vaticano II. El mismo lo declaró: «Soy solamente católico romano, en la forma que se entendía hasta mediados de los sesenta». Por supuesto la teología que está de fondo es también muy conservadora. Podemos entrever a un Dios sediento de sangre que exige sacrificios y castiga y no tanto a un Dios que perdona, libera, da vida. El que Mel Gibson introduzca en la historia un cuervo que saca los ojos a uno de los ladrones es una licencia que él se tomó y que no aparece en los evangelios canónicos. Por otro lado, cuando Jesús muere vemos —en una toma muy bien lograda— una gota de agua que cae (¿una lágrima de Dios?) para después contemplar no sólo cómo se rasga la cortina del templo sino la destrucción de la ciudad. Otra vez el Dios terrible, vengativo, violento, destructor de ciudades enteras. Lejos está el Dios del perdón, del amor y la ternura de la parábola del hijo pródigo (Cf. Lc 15, 11–32), ese Dios que trae paz y que «hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos» (Mt 5, 45), que quiere que todos «tengan vida y vida en abundancia» (Jn 10, 10). Mel Gibson desde el comienzo de la película cita a Isaías: «Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz» (Is 53, 5). Parece que Gibson, si algo quiere, es que nos sintamos culpables. «¿Quién mató a Jesús?», se pregunta el director. «Todos nosotros. Murió por los pecados de todos los hombres de todos los siglos. Yo me ofrezco para ser el primer culpable», contesta enfáticamente. El peligro de esta visión es quedarnos con que Jesús sólo se encarnó para morir en una cruz y Dios nos diera su perdón a cambio. En tantos flashbacks a los que recurre Gibson uno extraña que casi no haya alusión al Reino de Dios, aquello a lo que Jesús consagró su vida.
Por la violencia excesiva y gráfica (que también podemos ver en otras películas de Gibson) esta película no es para todo el público. Sin embargo, podemos sacar de ella algunas escenas entrañables y conmovedoras, como todas ésas en las que María acompaña a Jesús en su viacrucis o la del Cirineo que lo ayuda a cargar la cruz. O también algunos diálogos tan reveladores como el de María Magdalena y María Madre: «¿Por qué esta noche es tan diferente a cualquiera otra?, pregunta la primera. «Porque todos los hombres son esclavos, y ya no lo serán más», contesta María.
Ver, revisar, volver a gustar de estas películas puede ayudarnos a acercarnos a Jesús, conocerlo más y comprometernos en su seguimiento. Lo que si no hay que olvidar es que: «Cada generación debe hacer su película sobre Cristo porque siempre será nueva su imagen. Pero nadie pierda de vista que todas las películas sobre Jesús son simplemente una representación. No otra cosa» (Harvey Cox, teólogo).
3 respuestas
Buenísimo recorrido, la ilustración es breve, pero en poco refresco mi memoria y despertó lad ganas de volver a ver algunas con mad experiencias y con otros ojos. Los mismos, pero cieguitos.
Me gustaría saber su opinión, estimado P. Sergio, sobre «Jesús de Montreal».
Jesús de Montreal me gustó. Es una buena película sobre unos actores de teatro que representan un viacrucis y a la vez lo viven. Se me hace muy bien logrado el paralelismo que se va dando con los textos bíblicos de la pasión. Muy recomendable. Saludos