Días perfectos: La alegría de estar en el presente

Amanece en la gran ciudad. Un hombre cercano a los 60 años se despierta, recoge la estera japonesa para dormir, se lava, viste y sale a la calle con una mirada al cielo y una sonrisa. En su furgoneta recorre las múltiples vías modernas de Tokyo. Hirayama trabaja en el aseo de los sanitarios públicos de la ciudad. Lo hace con un esmero y un cuidado casi obsesivos, con un silencio atento y pacífico. Varias veces los espectadores presenciamos esta rutina diaria de Hirayama, hasta que nos vamos haciendo parte de ella; hasta que el tráfico y los ruidos también desaparecen de nosotros y escuchamos juntos los casetes de música anglosajona de los años setenta mientras el hombre conduce su furgoneta.

Hirayama completa su día tomando fotos de los árboles en un parque, tomando el baño en un sitio público, la comida en una fonda, una cerveza en un bar de amigos, la lectura de cuentos de William Faulkner o Patricia Highsmith antes de dormir. Un hombre sencillo con una vida sencilla; callado, solitario, trabajador, contemplativo, sonriente. ¿Se necesita más para ser feliz? Parece que no. Hay en nuestro protagonista una liturgia de la vida que nos va envolviendo y dando paz. Cada momento esconde un regalo y una belleza por descubrir, un viaje al interior de uno mismo y de las cosas. Quizás la clave de la felicidad está en vivir el presente que se nos da; en estar en él, disfrutarlo, valorarlo, agradecerlo. «Ahora es ahora; después es después», dirá Hirayama a su joven sobrina.

En varios encuentros con otros personajes vamos viendo el contraste con distintas maneras de vivir: las prisas y las expectativas irreales del jovencito que también trabaja en limpieza, la huida y las búsquedas de la sobrina, las seguridades y los apegos de la hermana rica, la necesidad de reconciliación con el hombre que sabe de su enfermedad terminal. En una sociedad del vacío, la agitación, las relaciones virtuales, el consumo, la vanidad, la competencia, Días perfectos nos ayuda a redescubrir la belleza y la sacralidad del silencio, de la escucha atenta, la acogida a lo que llega, el respeto a la diversidad, la contemplación de la vida, el agradecimiento por el regalo de cada amanecer. Sí, esos son los días perfectos que no debemos perder, los días que nos devuelven humanidad.

El viejo director alemán Wim Wenders (nació en 1945) nos ofrece una obra de arte cocida a fuego lento, una contemplación de la belleza de lo cotidiano, un homenaje al cine del maestro Ozu, una recuperación de la edad de oro del rock anglosajón. Van Morrison, Patti Smith, Lou Reed, The Animals, The Rolling Stones son parte de esta historia. Perfect Days nos reconecta con el mejor cine que nos dio en los años setenta y ochenta un jovencito Wenders: Alicia en las ciudades, El amigo americano, Paris Texas, El cielo sobre Berlín (Las alas del deseo), Tan lejos, tan cerca. En la excelente plataforma MUBI podemos ver ahora este estreno de 2023 y algunas de estas magníficas películas. Pero también está en la cartelera de cines.

El viaje interior que nos regala Días perfectos culmina cuando de nuevo acompañamos a Hirayama en su furgoneta. Él y nosotros sonreímos, nos conmovemos y lloramos mientras la gran Nina Simone canta «Feeling good»: «La libertad es mía. Y sé cómo me siento. Es un nuevo amanecer. Es un nuevo día. Es una nueva vida para mí. Y me siento bien».

14 respuestas

  1. Luis, muchas gracias por esta reseña. Me gusta mucho el cine de Win Wenders y me gustó mucho esta película que tiene que ver con los días, el tiempo, las acciones cotidianas y el sentido de vida. Un abrazo!

    1. Querido Jorge, qué hermosas tus palabras. Me ayuda reconocerlo y seguir ofreciendo esperanza con historias desde el cine. Un abrazo.

  2. Contemplar para agradecer lo que somos, para agradecer Su Presencia en cada pequeño detalle de la vida.

    Gracias por reseñar esta película, Luis.

    1. Rogelio, gracias por escribir. Me gusta tu captación de la película: contemplar y agradecer. Hay que seguir recomendándola.

  3. Muchas gracias por tu reseña Luis…
    Muy motivado para verla en la primera oportunidad…

    (Saludos por favor a Díaz Valencia y a Raúl Cervera. Gracias.)

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