En este mes de noviembre el papa Francisco nos invita a orar con él por los que han perdido un hijo: «Oremos para que todos los padres que lloran la muerte de un hijo o una hija encuentren apoyo en la comunidad y obtengan del Espíritu consolador la paz del corazón». A la luz de esta intención recomiendo estas películas para comentar y analizar en nuestras comunidades.
Tres colores: Azul de Krzysztof Kieslowski (Francia, 1993, 98 min.)
En un accidente automovilístico, Julie (Juliette Binoche, fantástica) pierde a su hija Anna y a su marido Patrice, un compositor que dejó inconcluso el Concierto para la unidad europea. Con tonos azul y una estupenda banda sonora, acompañamos a Julie en su búsqueda de libertad, amor y sentido después de una irreparable pérdida. Reflexionemos estas palabras del Papa Francisco pronunciadas en la Audiencia General del 17 de junio de 2015: «La muerte es una experiencia que toca a todas las familias, sin excepción. Forma parte de la vida; sin embargo, cuando toca los afectos familiares, la muerte nunca nos parece natural. Para los padres, vivir más tiempo que sus hijos es algo especialmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si se detuviese el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro. La muerte, que se lleva al hijo pequeño o joven, es una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de amor gozosamente entregados a la vida que hemos traído al mundo. Muchas veces vienen a misa a Santa Marta padres con la foto de un hijo, de una hija, niño, joven, y me dicen: ‘Se marchó, se marchó’. Y en la mirada se ve el dolor. La muerte afecta y cuando es un hijo afecta profundamente». Oremos con el Papa por los que han perdido un hijo.
La habitación del hijo de Nanni Moretti (Italia, 2001, 100 min.)
Esta película, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en el 2002, nos cuenta la historia de Giovanni (Nanni Moretti, estupendo), un psicoanalista, que vive con su esposa y su hija, todos atravesando un duelo por la pérdida de un hijo en un accidente de buceo. Acompañemos a esta familia y tengamos presente estas palabras del Papa Francisco (2015): «En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasión donada en Jesús, muchas familias demuestran con los hechos que la muerte no tiene la última palabra: esto es un auténtico acto de fe. Todas las veces que la familia en el luto —incluso terrible— encuentra la fuerza de custodiar la fe y el amor que nos unen a quienes amamos, la fe impide a la muerte, ya ahora, llevarse todo. La oscuridad de la muerte se debe afrontar con un trabajo de amor más intenso. ‘Dios mío, ilumina mi oscuridad’, es la invocación de la liturgia de la tarde. En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de los que el Padre le ha confiado, nosotros podemos quitar a la muerte su ‘aguijón’, como decía el apóstol Pablo (1 Cor 15, 55); podemos impedir que envenene nuestra vida, que haga vanos nuestros afectos, que nos haga caer en el vacío más oscuro». Oremos con el Papa por quienes han perdido a un hijo, para que obtengan del Espíritu consolador la paz del corazón.
Un comentario
Es bueno tener un espacio donde poder reflexionar y profundizar en temas actuales y de trascendencia.