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La nueva mística del siglo XXI

¿Existe una actualidad en la mística? ¿Puede la mística aportar algo a los contextos en los que nos encontramos? La respuesta dependerá de qué entendemos por mística. Si dejamos a un lado las concepciones espiritualistas y elitistas, con lo que nos encontramos es con una experiencia profundamente humana de relación cercana al Misterio, presente en cada dimensión de la vida. Por ello, no parece errado retomar la mística y sus aportes en este siglo XXI.

No podemos entender la mística sin la ascética, un término desprestigiado pero elemental. La mística se distingue por su carácter de gratuidad, por el hecho de que no es conquista nuestra sino un don que se da libremente por un amor que nos antecede y sostiene. Sin embargo, como todo don, el don místico también tiene que recibirse con el mismo grado de libertad con el que se da. Si uno no recibe el don, éste no puede darse y la comunión se rompe. Para recibir el don será necesario disponernos más allá de nuestras distracciones, desórdenes afectivos y falsas nociones de nosotros mismos y de la realidad.

El camino hacia la mística se llama mistagogía, y si la meta es el camino, entonces el mismo andar en la mística es ya mística misma. La mística es vida mística, entendiendo vida en sus sentidos más concretos posibles: comer, habitar, caminar, hablar, vestirse, relacionarse, etcétera.

La cotidianidad en las sociedades actuales tiende a imponernos un ritmo acelerado, una concepción de la plenitud basada en el éxito, el consumo, el dinero y el ego. En las tradiciones religiosas solemos apelar a la espiritualidad como un modo de llevar una existencia con mayor sentido. No se hace tanto énfasis, sin embargo, en las prácticas cotidianas y simples del día.

En tiempos de Juan de la Cruz no tenían que habérselas con celulares. Teresa de los Andes no conoció el internet. La mística actual tiene que plantearse en términos de una ascética contemporánea, una que retome el ordenamiento y la sensibilización de todas las dimensiones de la persona para que cultive su disponibilidad frente al Misterio Divino. Sin embargo, la custodia oculorum (cuidado de la mirada) no puede ser igual hoy en día, en la era de las pantallas, que en la Palestina del siglo III o la España de Teresa de Jesús. Si algo puede aportarnos la mística en estos momentos es, entre otras cosas, ofrecernos una ascética que se traduzca en modos concretos de vivir una vida más humana, a escala de nuestros cuerpos, ejercitada personal y comunitariamente para entrar en relación con este Amor que nos amó primero.



Foto de portada: Vytautas Markūnas SDB-Cathopic

Un comentario

  1. Interesante. Dos comentarioa.
    1. Habrá que ver el itinerario que ella puede ofrecer hoy. Dices «Si algo puede aportarnos la mística en estos momentos es, entre otras cosas, ofrecernos una ascética que se traduzca en modos concretos de vivir una vida más humana, a escala de nuestros cuerpos» ¿eso la hace una mistica secular? ¿humana? ¿esas polaridades terrenal /divino, no están ya demás? Toca explorar
    2. La custodia oculorum es esto de la mistica de ojos abiertos?? ¿acaso hay otra?
    Saludos desde Lima.
    juan carlos diaz
    filosofo en la u de los jesuitas de Lima
    Iniciemos contacto, estimado

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