Evangelio del domingo 21 de abril

«La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya»

ABRIL

Domingo 21

  • Hech 4, 8–12
  • Sal 117
  • 1 Jn 3, 1–2
  • Jn 10, 11–18

§ En el libro de los Hechos de los Apóstoles el protagonista es el Espíritu Santo que hace posible el anuncio y la conversión de muchos a quienes se les predica la Buena Nueva de Jesucristo; acción ininterrumpida del Espíritu que recibimos hasta hoy. En esta escena, de Pedro y Juan ante el consejo, es precisamente la condición de Pedro de estar lleno del Espíritu Santo por lo que confiesa que ha sido en el nombre de Jesucristo, el Salvador crucificado y resucitado, que ese hombre paralítico ha quedado sano.

§ La Primera Carta de Juan toca el tema fundamental de la relación de la creatura humana con Dios, la cual consiste en ser una relación radical y única: ser hijas e hijos de Dios. Esto es un dato de la revelación de Dios en Jesucristo que transforma toda nuestra existencia. La filiación divina es una proto–identidad que el cristiano está llamado no sólo a reconocer (nombrar), sino a experimentar (ser en el amor primordial, libre, incondicional y gratuito de Dios Padre–Madre).

§ El Evangelio de Juan, a través de la imagen del buen pastor, expresa también la relación de Dios Padre con sus hijas e hijos. Esta imagen adquiere absoluta forma y realidad en Jesucristo; por una parte, en su relación filial con el Padre y, por otra, en su relación fraternal con todo el género humano por quien dio toda su vida sin límites ni reservas. Él nos conoce y nos permite conocerlo a través de su Palabra transmitida en los Evangelios; por su presencia viva y salvífica en la vida sacramental de y en la Iglesia, y desde luego, en el servicio, especialmente a los pobres (Mt 25, 31–46).

La imagen del buen pastor aplicada a Jesús nos transmite su fidelidad infinita hacia cada uno de nosotros, ya que nunca nos abandonará. Además, nos comunica el cuidado que nos tiene, que es de sumo amor y cariño. Nos anuncia su protección siempre pronta ante toda amenaza; inclusive cuando el «lobo» nos ataque, Él estará ahí dando su vida, y la perderá por nosotros: los mártires nos dan testimonio.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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