El yoga es un camino ancestral de liberación, una disciplina de transformación que traspasa lo personal y lo comunitario a través de prácticas, textos, enseñanzas y rituales que comprenden una sabiduría extensa y compleja, pero también iluminadora. Sin embargo, ésta no es la imagen del yoga que se ha abierto paso en nuestras sociedades. El yoga se ha convertido en un fenómeno mundial cada vez más extendido, especialmente en sus versiones occidentales, muchas veces centradas en el wellness y las comprensiones ensimismadas de espiritualidad. Pareciera que poco a poco vamos convirtiendo esta práctica con tanto potencial espiritual en una aspirina psicofísica para sobrellevar —y no cuestionar y transformar— el estrés y la angustia provocados por la vida moderna.
Menos conocidas son las aproximaciones que relacionan el yoga con problemáticas sociales. Si bien se trata de fenómenos igualmente modernos, encierran una propuesta interesante que, particularmente si tratamos el tema del perdón y la reconciliación, pueden aportar de forma positiva en la vida de muchas personas. Existen varios ejemplos, desde estudios de yoga en barrios populares hasta hospitales. En esta ocasión, la invitación es a explorar el yoga vivido por personas en cautiverio.
La siguiente conversación la entablamos con Fredy Díaz, que entre otras cosas acompaña, desde el yoga y la espiritualidad, a quienes viven en cautiverio en cárceles, asilos, orfanatos, etcétera. Desde su experiencia de varios años, Fredy comparte la noción que tiene de perdón y reconciliación, específicamente como parte de un proceso de revelación de lo oculto y de sanación. Nos muestra, de igual manera, algo de su trabajo en Cautiv@ Yoga, donde organiza sus programas y acompañamientos. En su página web el proyecto se presenta en los siguientes términos:
Somos un colectivo de maestr@s voluntari@s inspirado en México para sumar con otros estilos como una sola bandera, como la raza humana, un solo latido; en Cautiv@ Yoga compartimos de corazón a corazón llevando yoga a los grupos vulnerables o vulnerados.
Así, desde esta experiencia que, como veremos, es tanto personal como colectiva, el tipo de yoga propuesto por Fredy y el colectivo Cautiv@ Yoga rompe con el prejuicio que poco a poco se va instalando en muchos lados respecto a lo que ésta aporta. Al final de la misma página web, este colectivo lanza la siguiente pregunta, la cual considero una excelente provocación: «¿Y tú? ¿Qué Yoga?».
«La espiritualidad la vivo con altruismo, acompañando a las personas en su proceso, y de esta manera yo me reconcilio con mi ser y con mi persona».
ELÍAS GONZÁLEZ GÓMEZ (EGG): Cuéntanos un poco de ti, tu nombre, tu historia, en qué trabajas o cuál es tu proyecto.
FREDY DÍAZ (FD): Soy Fredy y soy de la costa de Oaxaca, por lo tanto, soy como muchos compas de la República mexicana; soy de semilla, vengo de abajo. Conocí el yoga estando preso en una de las 350 cárceles que existen en México. De otra manera no hubiera pagado por una clase de yoga, cultura o arte. Después trabajé por diez años con los menores infractores y durante ese tiempo, y antes de que fuera contratado por el gobierno, daba yoga en los barrios de Cuernavaca, Morelos. Al contratarme el gobierno de la Ciudad de México empecé a dar clases en las salas de yoga y a ir a cárceles y centros de rehabilitación de otros estados del país. Ese es quien soy, un simple humano pasando el mensaje de la espiritualidad a través de la compasión y el perdón. Esta transformación va de la mano del humano, pero es un poco difícil que las personas, que los adictos, regresen a su cuerpo, puesto que nadie se droga para sufrir.
EGG: Desde tu experiencia en trabajar el yoga con los presos, ¿cómo has experimentado el perdón y la reconciliación?
FD: Al trabajar con gente o personas en cautiverio —porque no solamente son las cárceles, están los asilos, los orfanatos, los migrantes— muchas veces se presenta la vergüenza y el sentimiento de culpa, y dependiendo de su espiritualidad, de su religión o de su credo, el perdón es como algo para flagelarse, como el sistema penitenciario que muchas veces es punitivo y para chingar a quien delinque. Sin embargo, en mi caso la espiritualidad la vivo con altruismo, acompañando a las personas en su proceso, y de esta manera yo me reconcilio con mi ser y con mi persona, con mi esencia, con la base de cada humano, rescatando un poco los valores, que es lo más importante. La reconciliación tiene que ver, desde mi punto de vista, con los valores universales, y está relacionada a cuando uno encuentra el punto del perdón, por lo que ya no hay que buscar afuera, es un acto interno.
EGG: ¿Cómo o de qué manera ayuda el yoga en el proceso de las personas en cautiverio? ¿Qué les aporta?
FD: La palabra «ayuda» intento no aplicarla para no caer en el ego, la cambio por «acompañar» a las personas en sus procesos de cautiverio, adicción, migración, abandono, entre otros. Las prácticas de yoga, o cualquier actividad, haciéndolas con conciencia, te llevan a la reconciliación con esas partes peleadas o rechazadas; es psiconeuroendocrinológico. Tenemos un proyecto llamado Cautiv@ Yoga y nuestro objetivo es sensibilizar, dar sentido de realidad y de proyecto de vida. Aceptamos a todas y todos, no nos importa su delito, credo, religión, etc. Y no sólo los acompañamos dentro, sino que al salir les damos seguimiento por si se quieren convertir en maestros. De hecho, lo ideal es que ellos lo compartan en los lugares donde viven, ya lo están haciendo. En las prácticas, los cambios que trae la espiritualidad, cuando se activa, llevan al altruismo —por lo menos a mí—, al agradecimiento, al perdón y al reconocimiento. Me lleva a un beneficio para todos y todas.
EGG: ¿Crees que a esta sociedad le haga falta experimentar el perdón y la reconciliación? ¿En qué sentido?
FD: El perdón y la reconciliación tienen que ver con la sociedad. Para mí el perdón es el ocultamiento y la reconciliación la revelación. En el perdón a veces uno anda ocultando las faltas que uno tuvo, las infracciones que cometió, incluso uno mismo se autoflagela. En la reconciliación ya hay una revelación, un salir, algo nuevo. Claro que en la sociedad debemos de hacer estos pases, preguntarnos qué es lo que ocultamos para que así se nos revele. Esto también viene acompañado por el misterio de la vida, ¡y vaya que la naturaleza es muy amable!, de reconciliarse cada mañana. Nuestra naturaleza humana va de la mano con la reconciliación y el propio perdón, ya que en ella el perdón es percibido como amor propio.
Para saber más:
Cautiv@ Yoga: https://cautivayoga.mx/