El presente dossier representa el fruto de un esfuerzo colaborativo sin precedentes entre siete destacadas revistas jesuitas de América Latina. Este proyecto se gestó a partir de 2022, marcando el inicio de una estrategia de creación y fortalecimiento de vínculos entre proyectos editoriales, a través de reuniones virtuales y la firma de algunos convenios para el intercambio de información.
De dichas reuniones se desprende esta iniciativa de dossier, que tiene como objetivo examinar la problemática de las violencias en nuestras regiones, abordando esta realidad desde perspectivas locales y, al mismo tiempo, considerándola como un fenómeno global. Más allá de simplemente exponer estadísticas, buscamos analizar las causas, características específicas y consecuencias de las violencias en los Estados latinoamericanos, prestando especial atención a sus impactos en la población.
Desde Chile (revista Mensaje) hasta México (MAGIS y CHRISTUS), pasando por Paraguay (Acción), Bolivia (Cuarto Intermedio, filial de la Agencia de Noticias Fides), Venezuela (SIC) y Colombia (100 días), este dossier busca ofrecer una visión crítica de los desafíos urgentes que enfrenta cada país, ilustrando estos retos a través de distintas líneas de análisis que se ejemplifican con cifras, historias y procesos que delinean el desarrollo de cada sociedad en el contexto de las violencias.
¿Por qué abordar la temática de las violencias?
De acuerdo con informes de la Organización de Naciones Unidas, la región de América Latina y el Caribe se posiciona como la que registra una mayor incidencia de homicidios intencionales, tanto en términos absolutos como en relación con el número de habitantes. Los datos revelan que esta región, que representa aproximadamente el 9 % de la población global, concentra más del 30 por ciento de los homicidios a nivel mundial, según el Índice de Riesgo Político América Latina 2023.
De ese universo, sabemos que el número de feminicidios, impulsados por el modelo cultural del patriarcado, es escandalosamente alto; por otra parte, el 92 por ciento de los asesinados en nuestra región son hombres jóvenes, mayoritariamente entre 15 y 29 años, de acuerdo a los estudios mundiales sobre el homicidio realizados por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
A contramano de estas cifras, sabemos que el gasto en seguridad en nuestros países es altísimo y que en no pocos los ejércitos ejercen funciones de seguridad que, en un esquema constitucional ordinario, deben realizar las policías. Brasil, seguido de Colombia, México y Chile, están entre los cinco países que más gasto militar tienen en América Latina.
Los artículos que presentamos en este dossier dan cuenta de algunos factores clave para entender la violencia en la región. Hay evidencia que nos demuestra que la marcada disparidad económica alimenta las tensiones sociales y los conflictos. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2021 el 10 % más rico de la población latinoamericana concentraba aproximadamente el 71% de la riqueza. Esas desigualdades se reproducen en la vida diaria y ensanchan la distancia entre personas.
Por otra parte, la región enfrenta desafíos significativos relacionados con el narcotráfico. Según la UNODC, América Latina y el Caribe registran el 30% de las incautaciones mundiales de cocaína.
No obstante, el narcotráfico, como lo dan a conocer algunos de los textos del dossier, ha evolucionado más allá de la sola venta de estupefacientes, dando lugar a lo que algunos expertos denominan como «economía criminal». Esta expansión abarca el control territorial que incide en la explotación de recursos naturales, la trata de personas con fines económicos, la extorsión y el cobro de piso, así como el lavado de dinero en actividades inmobiliarias y agrícolas, entre otras prácticas que mezclan lo ilícito con lo lícito.
En este contexto, es crucial destacar que los jóvenes no sólo se ven empujados hacia actividades ilícitas, en otras ocasiones son víctimas de reclutamiento forzado de las células del crimen. A esta realidad se suma la alarmante falta de acceso a la educación. Según datos de la UNESCO, en 2020 aproximadamente el 12 % de los jóvenes de 15 a 24 años en América Latina y el Caribe se encontraban sin empleo ni cursando estudios; las opciones de vida viable se ven reducidas.
Finalmente, la arraigada corrupción y la impunidad no sólo minan la confianza en las instituciones gubernamentales, sino que también desempeñan un papel determinante en la persistencia de la violencia en la región. Los índices de corrupción, evaluados por Transparencia Internacional en su Índice de Percepción de la Corrupción de 2021, revelan que la mayoría de los países latinoamericanos obtuvieron calificaciones preocupantemente bajas, señalando niveles alarmantes de prácticas corruptas.
Si observamos qué ha pasado en otras regiones del planeta para que se reduzca la violencia, tomamos nota de que el desarrollo del sistema educativo es prioritario. Junto a esto, la credibilidad en la policía y en el sistema judicial. Pero en ningún lugar del mundo estos elementos pueden actuar eficazmente si la desigualdad impera y las opciones que se plantean a los jóvenes oscilan entre la pobreza y la victimización o pasar a formar parte de una organización ilegal violenta que les asegura identidad, pertenencia y dinero.
Mirar la violencia desde las regiones
El dossier que presentamos ofrece trabajos sobre algunas de las formas de violencia que abundan en nuestros territorios.
Hugo Frühling, de la revista Mensaje, de Chile, habla sobre el reciente repunte de la violencia en ese país y nos muestra cómo la delincuencia y las células del crimen han ido ocupando el centro de las preocupaciones de la sociedad chilena y arrastrando a las administraciones públicas en esa dirección.
Oscar Martín, S.J., de la revista Acción, en Paraguay, nos muestra cómo la violencia en contextos rurales, con fuerte apoyo institucional, perdura como forma de despojo territorial y genocidio en contra de los pueblos indígenas de ese país.
Desde Bolivia, la periodista Mariela Laura, en la Agencia de Noticias Fides, filial de la revista Cuarto Intermedio, nos sitúa frente al problema del feminicidio y nos cuenta las historias de Lidya y Valeria, mujeres agredidas de manera cruel y quienes aún no hallan justicia.
Eduardo Soto Parra, S.J., en la revista SIC, del Centro Gumilla en Venezuela, describe cómo las fronteras se transforman en escenario de violencia ante la debilidad de los Estados-Nación, el volumen creciente de las migraciones y la aparición de una auténtica economía alternativa dominada por el crimen organizado.
Mauricio García Durán, SJ, en la revista 100 días del Centro de Investigación y Educación Popular/Programa por la Paz (CINEP/PPP) de los jesuitas de Colombia, analiza la implementación del programa Paz Total, creado tras los Acuerdos de Paz, y da detalle sobre los desafíos que enfrenta el gobierno de Gustavo Petro.
Alejandra Guillén, en la revista MAGIS, del ITESO, universidad jesuita de Guadalajara, México, nos presenta el escenario de guerra que se vive en aquel país y de sus víctimas, haciendo énfasis en el drama de la desaparición de personas y de las búsquedas emprendidas por sus familias y, en concreto, en el estado de Jalisco.
Por último, Paloma Robles Muro, en la revista CHRISTUS, de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, pone la mira en la violencia contra religiosos y recupera la situación del trabajo pastoral desde la región del sur de Chiapas, en la frontera con Guatemala, donde los cárteles han tomado el territorio y con ello controlan todas las actividades económicas y sociales haciendo insostenible la vida de las personas.
Es crucial reconocer que, más allá de las regiones ya mencionadas, otras zonas de América Latina como Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Haití y Cuba enfrentan situaciones de alta violencia que merecen atención. Ejemplos palpables de esta realidad incluyen conflictos sociales y políticos, violaciones a los derechos humanos, persecución a líderes sociales y comunitarios y tensiones socioeconómicas que impactan de manera significativa a la población. En algunos de estos contextos, la capacidad de acción de la comunidad religiosa, incluyendo a los jesuitas, se ve considerablemente limitada.
Conscientes de estos desafíos, aspiramos a que esta primera edición del dossier latinoamericano, dedicado a las violencias, no sólo arroje luz sobre las problemáticas locales ya identificadas, sino que también sirva como catalizador para integrar a otros proyectos editoriales en este esfuerzo común y que juntos podamos pensar nuevos horizontes de paz, perdón, resiliencia y reconciliación.
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Foto de portada: Amor Santo-Cathopic.