
Abro mi mente y te doy gracias, Jesús.
Abro mis brazos y te abrazo, mientras la cálida luz vespertina entra por la vieja ventana.

El amor sin límites de Dios es el único capaz de sanarnos las heridas del desamor que se hallan en la base de nuestra identidad enferma, egocéntrica.

Una inquietud en la fe que siempre tuve, fue querer saber un poco más acerca de la Resurrección de Jesús, debido a que es un dogma de nuestra fe y en el que durante los estudios teológicos quise poner especial atención.

Sus ojos quedaron abiertos en una dirección que se perdía entre las nubes. Aun cuando lo pusieron en la tierra seguían así, tal vez porque se habían quedado fijos por la sangre, el polvo, el sudor y el rictus de dolor que se quedaron pegados a su piel.

Todos hemos disfrutado de la fragancia de un perfume fino. Nos cautiva su percepción, cuando pasa una persona que lo lleva. «¿Qué perfume es éste?», preguntamos. Y quien lo porta, responde con orgullo, y menciona el nombre del perfume.

En la entrega anterior expliqué que acercarse a la espiritualidad por los verbos, además de interesante, permite mirar el trabajo evagélico de Jesús por sus acciones a modo de invitaciones que revelan la verdad profunda de la espiritualidad que no es doctrina sino seguimiento.

De las eucaristías más sentidas y gozosas que he vivido en mi vida han sido en las penitenciarías. En mi vida espiritual le he preguntado a Dios: ¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede?

El Domingo de Resurrección comenzamos el tiempo de Pascua que terminará hasta el Domingo de Pentecostés. Un tiempo en el que podemos recordar el paso del pueblo hebreo de la esclavitud a la liberación, de la servidumbre al servicio.

Pretendo ofrecer la luz de Jesús a un mundo, y un país, lacerado por la violencia: Jesús impulsa las dinámicas fraternales y nos ayuda a enfrentar las antihumanas. Y también a fortalecer la esperanza, dando impulso y motivación, para comprometernos en el trabajo por la paz.

Acercarse a la espiritualidad por los verbos es siempre interesante. No se trata de una especie de doctrina o exposición que haya que hacer entrar en las limitadas geografías de nuestro pensamiento, siempre condicionado por nuestros marcos y patrones culturales e históricos.