Una inquietud en la fe que siempre tuve, fue querer saber un poco más acerca de la Resurrección de Jesús, debido a que es un dogma de nuestra fe y en el que durante los estudios teológicos quise poner especial atención. La oportunidad llegó cuando nos pidieron estudiar un tema relativo a la escatología con un autor concreto, en mi caso escogí al teólogo suizo Hans Küng con el tema de la Resurrección.
El siguiente artículo está basado en este pequeño estudio que les comento y en el que se analizan las líneas principales de la Resurrección, tales como los antecedentes históricos, su relación con el reino de Dios, la consistencia de la misma, así como una vinculación con la fe personal y comunitaria que implica. La intención principal, es tener algunos postulados firmes que ayuden a comprender de mejor manera la Resurrección, no solo en el ámbito intelectual, sino también en el experiencial.
Los exégetas rastrean pistas de la Resurrección desde el Antiguo Testamento, debido a que hay nociones que de alguna forma pueden considerarse antecedentes, para efectos de este trabajo citaré tres que me parecen importantes por su trascendencia y que también algunos estudiosos como Küng, toman en cuenta para su fundamentación.
El primero, en el segundo libro de Isaías también llamado el de la consolación, de los capítulos 40 a 55, Yahvé refrenda su compromiso ante un pueblo abatido y desconsolado, debido a que Jerusalén había caído ante Nabucodonosor, rey de Babilonia. Tepedino comenta al respecto que el rey Sedecías fue capturado y torturado, asesinaron a su familia, Jerusalén fue destruida, el templo incendiado y el pueblo vivía disperso en el imperio babilónico. Es entonces que la imagen de Dios dueño y creador, viene al rescate y le recuerda a Israel el nombre que le ha dado, así como su presencia constante, valoración y amor incondicional hacia él (Is 43,1-4).
El segundo refiere al libro de Daniel, un libro que en general habla de las hazañas y visiones del profeta frente al rey Nabucodonosor, pero más en concreto como un antecedente a la Resurrección, en el que refiere un despertar de algunos que descansan en el polvo de la tierra para la vida eterna (Dn 12, 2).
El tercero viene del libro de los macabeos, en el que el rey Antíoco propina el martirio a siete hermanos y su madre, con el fin de presionarlos a renegar de su fe. Las dos ocasiones que se habla de Resurrección, son hacia el martirio de un segundo hermano (2 Mac 7,9) y con el discurso de la madre (2 Mac 7,23). Como se puede observar en los pasajes mencionados, algo que despunta es la fe y confianza que tiene la madre en el Creador del mundo, quien devolverá el espíritu y la vida con misericordiaa ella y a sus hijos por defender su fe.
La construcción del Reino como camino a la Resurrección
La Resurrección de Jesús tiene una íntima relación con el anuncio del Reino de Dios, que puede considerarse en una breve idea como la reconversión de la ley y los profetas al amor. Esto se puede ver mejor en el texto de Mc (12, 28-34) en el que se habla de amar a Dios con todo el corazón como lo dice el Dt en el AT y al prójimo como uno mismo, que es el añadido del evangelio y en el que Jesús le dice al escriba no estar lejos del reino de Dios. Es decir, el reino de Dios consiste en el cumplimiento pleno de la ley y los profetas, desde la perspectiva del amor a Dios, al prójimo y a uno mismo. Esto se enlaza con la Resurrección de una manera más clara, algunos párrafos más adelante.
Por otro lado, la Resurrección en el NT, implica una reflexión en la que la fe y la razón necesitan alternarse para fundamentar una comprensión consistente del hecho. De ahí se pudieran desprender varias preguntas que pueden surgir en todo cristiano que busque una razonabilidad suficiente de su fe, como por ejemplo ¿Sucedió o no la Resurrección de manera real?, ¿Cómo fue?, ¿Qué pasa con el cuerpo?, ¿De qué orden es?, Hans Küng comenta varias pistas que ayudan a tener un panorama más amplio, que se ubican en los dos siguientes párrafos.
La Resurrección sucedió, pero no como nosotros la podríamos imaginar en cuanto su verificabilidad, se trata de una obra de Dios en las dimensiones propias de Dios; por eso no puede tratarse de un hecho histórico en sentido estricto, es decir, de un hecho comprobable por el método experimental de la ciencia histórica. Por tanto, el cuerpo tal como nosotros lo conocemos, de carne, sangre, huesos, sistema nervioso y demás, no continúa, pero sí la persona concebida desde el soma neotestamentario, referido a la significación permanente de toda la vida y destino del ser humano, es lo que algunos exégetas consideran como el total del conjunto de relaciones de la persona con su entorno.
Sin embargo, también puede considerarse que la resurrección significa la superación real de la muerte por el Dios creador a quien el creyente cree capaz de todo, que llama del no ser al ser y que también es capaz de llamar de la muerte a la vida, capaz de salvar la propuesta de dar una vida nueva al inocente tras su ejecución.
De esta manera, la Resurrección, contenida en los cuatro relatos evangélicos (Mt 28, Mc 16, Lc 24 y Jn 20) tiene una connotación que es de otro orden, diferente al de las ciencias exactas que exigen verificabilidad histórica y pruebas de una existencia material, es más bien una verdad que está vinculada con la experiencia que tuvieron los discípulos y que a su vez transmitieron al mundo, no solos, sino a través del Espíritu Santo, que ha llevado, lleva y llevará el mensaje por medio de una experiencia de Dios, facilitada gracias al resucitado a toda persona humana dispuesta a afectarse y comprometerse con el mensaje del reino.
Por lo anteriormente dicho, al tener en cuenta estos razonamientos, uno mismo podría razonar: «yo puedo tener fe y quiero creer, pero ¿de qué manera puedo creer?»
La propuesta sería la siguiente: La confianza radical en el Dios creador, quien puede llamar de la muerte a la vida, me invita a participar de su Reino, para que, por medio del amor a Él, a mí mismo y a los demás, construya realidades concretas de justicia y misericordia en mi presente próximo y de esta manera, camine junto con la Iglesia y personas de buena voluntad, hacia la plenitud de los tiempos ya desde ahora, es decir mi propia Resurrección y la de los demás.
En suma, podemos decir que la Resurrección de Jesús tiene antecedentes en el AT, que pone de manifiesto a Dios, dueño de la vida y de toda realidad, que está pendiente de los justos y en aquellos creyentes que tienen una total confianza en Él, más allá incluso de la muerte física. El mensaje del reino está íntimamente ligado a la Resurrección y nos dice que quienes lo procuren y practiquen, también resucitarán junto con Jesús en el último día (Jn 6,40).
La Resurrección no tiene una consistencia racional, que se remita a pruebas físicas, no es una verdad que tenga verificación histórica en el terreno de la ciencia contemporánea, sino que tiene que ver con la transmisión de una verdad experimentada por unos testigos que nos han legado su testimonio y que por medio del Espíritu Santo se actualiza esta realidad en nuestra vida personal y comunitaria, desde la clave de la vivencia del amor.
Finalmente, la Resurrección nos plantea un horizonte de sentido, que busca dar razón de la fe a través de la construcción del reino, en el que se coloca esfuerzo y entrega, con la esperanza puesta en el resucitado que nos ha precedido y que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,20).
Para saber más
Peter EICHER y HANS KESSLER, Diccionario de conceptos teológicos II, vol. 2 de 2 vols. (Herder, Barcelona 1990).
Hans KÜNG, El judaísmo: pasado, presente y futuro (Trotta, Madrid 1993).
Hans KÜNG, “¿Qué es el mensaje Cristiano?”, Concilium Número extra 60 (1970) 237-244.
Hans KÜNG, Ser cristiano (Trotta, Madrid 2005).
Hans KÜNG, ¿Vida Eterna? Respuesta al gran interrogante de la vida humana (Cristiandad, Madrid 1983).
Juan Luis RUIZ DE LA PEÑA, La pascua de la creación: escatología (Sapientia fidei / com. de dir.: Juan Luis Ruíz de la Peña 11 : II, Teología sistemática; Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1996).
Juan José TAMAYO-ACOSTA y Manuel FRAIJÓ, eds., Nuevo diccionario de teología (Colección Estructuras y procesos. Serie Religión; Editorial Trotta, Madrid 2005).
Ana María TEPEDINO, «Espiritualidad de la esperanza: la experiencia de Dios en “tiempos difíciles”.» Theologica Xaveriana 154 (2005): 253–66.
Foto de portada: Fray_Foto_Cathopic
4 respuestas
Pues no le entendí necesita explicarlos más claro ,
Hola Marisol, gracias por tu comentario. Lo que traté de explicar de manera sintética sobre la Resurrección, fueron los antecedentes en el Antiguo Testamento, la vinculación directa con la construcción del reino de Dios, así como con el amor presente en nuestra vida. El libro que se cita hacia el final: Hans KÜNG, ¿Vida Eterna? Respuesta a la gran interrogante de la vida humana (Cristiandad, Madrid 1983), puede ayudarte a clarificar de mejor manera este asunto de la Resurrección, para mí fue muy ilustrativo. Saludos
Gracias, P. Rodrigo porque la resurrección es, como dice, ante todo un testimonio de fe que nos llega de sus testigos, lo que ellos vieron, tocaron y constataron en sus vidas y que les permitió, con todas sus debilidades lanzar al mundo entero como kerigma original. Esta es la fe de la iglesia que hace posible la expansión del Reino de Dios, obra toda del Espíritu del resucitado en la cual nosotros participamos con nuestras flaquezas. Tiempo de gozo y proclama que nos empuja a seguir, como discípulos misioneros, dentro del espacio relacional que instituyó el amor de Dios en Jesucristo nuestro único Señor y redentor. Dios lo bendiga.
Hola Luis Alonso, muchas gracias por tu aportación, esto que comentas acerca de lo que los testigos vieron, tocaron y constataron es extraordinario, pues gracias al Espíritu Santo que les dio valor, y también a ellos por aceptar la estafeta, es que nosotros hoy podemos creer en la Resurrección y que es posible construir un mundo distinto, desde la mirada salvadora del crucificado-resucitado. Que el Señor nos siga dando fuerzas y ánimos en nuestra misión. Un saludo