Existen muchas perspectivas diferentes desde las cuales abordar las relaciones entre la fe y la cultura. El texto que ahora presento intenta ser un resumen de una propuesta muy precisa para entender la fe y la cultura como dos ámbitos estrechamente imbricados entre sí.
Todas las especies de seres vivos van desarrollando algunas características que les ayudan a adaptarse a sus ambientes. Básicamente, se trata de características que les ayudan a sobrevivir. Así, algunos tienen alas para volar, otros colmillos para comer carne, otros piel gruesa para protegerse. ¿Qué característica tiene el ser humano que le ha ayudado a sobrevivir? En realidad, la especie humana es de las especies —si no es que la especie— más débiles del planeta. Biológicamente somos muy vulnerables, puesto que no contamos con cuerpos fuertes y resistentes a las inclemencias del clima, enfermedades, etc. Comparado con el resto de los animales, el ser humano no sale bien librado.
Sin embargo, existe una nota muy concreta que es netamente humana y es la que le ha permitido sobrevivir: la cultura. Este es un término complicado. Viene de las mismas raíces que cultivar, por lo que desde sus orígenes la cultura se relaciona con los primeros grupos humanos sedentarios que comenzaron a labrar la tierra. En aquellos años los pueblos sedentarios eran los pueblos “cultos”, es decir, pueblos que “cultivaban”, mientras que los pueblos nómadas que vivían de la recolección eran “incultos”, sin cultura, puesto que no cultivaban la tierra. Estos segundos eran considerados inferiores por los primeros, y debido a esto es que, aún hoy, vivimos en una civilización centrada en las ciudades y los grandes asentamientos humanos, pues se vive en la creencia de que la vida sedentaria y “culta” es mejor.
Sin embargo, esta es sólo una acepción de lo que la cultura es. En realidad, la cultura puede relacionarse más con la idea de “horizonte” o de “paradigma”: una cultura es un horizonte común que cierto número de personas comparten y que comunican a través de símbolos, lenguaje y rituales. Vale lo mismo decir que el ser humano desarrolló la cultura, al igual que otras especies desarrollaron alas, colmillos o cuernos. No es, sin embargo, una explicación evolucionista ni biologicista. Se trata de una perspectiva antropogénica, es decir, de tratar de entender cómo fue el proceso que nos fue haciendo humanos, y lo propio del ser humano es el nivel simbólico, narrativo o cultural.
La cultura es la que nos permite vivir en el mundo, construir un sistema social que nos facilite la vida junto con otras y otros porque compartimos rituales y símbolos que podemos comunicar y nos podemos entender a través de ellos. Toda cultura está constituida por dos grandes ejes, los cuales están conectados a su vez entre sí: cosmovivencia y ethos.
—Cosmovivencia: digo cosmovivencia y no cosmovisión porque esta segunda es una palabra muy centrada en las culturas occidentales. La visión ha sido el sentido privilegiado por griegos, romanos y, muchas veces, cristianos, pero no es así en todos los pueblos y culturas. Por eso elijo la palabra cosmovivencia, vivencia del mundo, para referirme al primer eje de una cultura. La cosmovivencia expresa el “cómo” del mundo, es decir, cómo es el mundo o cómo el mundo es. Todo pueblo y sociedad tiene una cosmovivencia más o menos compartida: el mundo es de esta o de aquella otra manera.
—Ethos: el ethos, que significa —entre otras acepciones— comportamiento, se refiere al cómo comportarse en el mundo. Todas las culturas y pueblos tienen códigos éticos y de comportamientos, incluso morales sobre lo que es y no es correcto hacer.
Ambos, cosmovivencia y ethos, están estrechamente relacionados entre sí. La cosmovivencia dice cómo es el mundo y el ethos dice cómo comportarse en ese mundo. En otras palabras, “como el mundo es así, debes de comportante de esta manera”. Todo este entramado es a lo que podemos llamar “cultura”. Podemos expresarlo de la siguiente manera: cultura = cosmovivencia + ethos.
Este es un dinamismo que encontramos una y otra vez en los pueblos del planeta. Toda persona nace en grupo y en un tiempo y espacio determinados. Ese grupo cuidó al recién llegado y, tarde o temprano, le fueron enseñando qué cosa era el mundo (cosmovivencia) y cómo debería de comportarse en él (ethos). Le dieron, por decirlo así, consejos, pero en realidad lo iban iniciando en una cultura, en una cierta manera de ver el mundo y de vivir en él. La comunidad continúa con la misma labor. Ella le sigue enseñando cómo es esta sociedad, cuál es su historia, sus valores, cómo está ordenada, cuáles son las cosas importantes que se deben saber para sobrevivir y qué lugar se debe ocupar en ella. Además, se dan una serie de normas éticas con las cuales se puede sobrellevar la vida en esta sociedad. Así, la cultura no es algo con lo que naces, es algo en lo que las otras personas te hacen partícipe.
Hasta ahora he hablado de la cultura. Pero ¿dónde queda la fe?, ¿cómo se relacionan las creencias y la religión con todo esto? El filósofo español Ortega y Gasset nos dice en su texto Ideas y creencias que las creencias son todo aquello que damos por sentado, aquello con lo que contamos y nos ayuda a vivir el día a día. Una cultura está plagada de creencias. La cosmovivencia es una creencia que nos inculcan desde que nacemos, y el ethos es también una serie de creencias que nos inculcan para poder sobrevivir en este mundo. En pocas palabras, se podría decir que una cultura consiste en una determinada constelación de creencias interconectadas entre sí y acomodadas de tal forma que le dé sentido a la persona y al grupo social y les permitan sobrevivir.
La cosa se complica cuando queremos entender qué papel desempeña la religión en todo esto. Somos seres nacidos en la cultura moderna, una cultura que ha desprestigiado y malentendido a la religión por cientos de años, por lo que nos es difícil comprender esto. Pero vamos a intentarlo. Comencemos diciendo lo que casi todo el mundo sabe: religión viene de re–ligare, que significa volver a unir. Resulta, sin embargo, que esta palabra en latín es bastante posterior. Antes, otros autores habían hablado de religión como re–legere, re–leer, lo que significaría que la religión más que religar implica una profundización en la realidad, una relectura, un ir más adentro de las meras apariencias. De hecho, el significado más antiguo de la palabra religión tiene que ver con con–moverse. Una persona religiosa era aquella persona que se conmovía con una experiencia, y algo religioso era aquello que conmovía y llevaba a tener una experiencia honda en la vida.
Todas estas son palabras en latín, es decir romanas, pero la religión ya existía desde antes. Entender la religión como re–ligare es, además, algo sumamente cristiano. El cristianismo postula que hubo una caída, una des–ligación, algo que hizo que el ser humano se desconectara de Dios y que Cristo vino al mundo para re–ligar al ser humano con Dios. Esta creencia no existe, sin embargo, en otras culturas y religiones. De hecho, en muchas de ellas nunca ha habido una des–ligación, no hubo caída, por lo que hablar de una re–ligación no tiene ningún sentido. La palabra religión es, por lo tanto, algo muy romano y muy cristiano.
Tiempo después, con la época del Renacimiento y la Ilustración, Europa se fue desapegando de lo religioso por considerarlo atrasado. En realidad, lo que estaba pasando era que las creencias estaban cambiando porque el mundo estaba cambiando. El mundo cristiano de la Edad Media ya no existía y las creencias promulgadas por aquel sistema de pensamiento ya no respondían al contexto. El planeta no era plano, era una esfera; existían más pueblos y culturas hasta entonces desconocidos; la tierra giraba alrededor del sol… etc. Cambió la cosmovivencia y, por lo tanto, era necesario cambiar el ethos. Ethos y cosmovivencia cambiaron, pero no así el hecho de que la vida se regía por creencias. Simplemente se cambiaron unas creencias por otras, se fue construyendo una cultura (relación entre cosmovivencia y ethos) que respondiera a las nuevas circunstancias. Con ello se pensó que la religión se había dejado atrás y que se había entrado en la era de la razón. Sin embargo, la religión no había desaparecido, solo que ahora se utilizó para dominar a los pueblos. Los conquistadores europeos viajaron por el mundo descubriendo “religiones” en la India, América, África, etc. Cuando llegaban a un nuevo territorio les decían a las personas: “Tú tienes una religión” (lo cual muchas veces implicaba decirles que su religión era falsa). Los nativos, que no sabían qué cosa era una religión, quedaban sorprendidos. De la nada, de un día a otro, ellos eran algo que jamás habían escuchado en su vida: era hombres y mujeres religiosos.
Este afán europeo por encontrar religiones por todo el mundo se debe a que, en el fondo, se trataba de una estrategia para conquistar a los pueblos. Para un europeo ilustrado la religión era símbolo de inferioridad, por lo que encontrar religiones en el mundo era una forma de justificar su cruzada para expandir el conocimiento ilustrado y científico, libre de toda religión. Cuando se les decía a los nativos de otros continentes que ellos eran religiosos, en realidad lo que les decían era: Tú tienes una religión, pero puedes no tenerla, puedes ser como yo, hombre blanco, cristiano y europeo. Aunque el cristianismo era una religión, era, en aquel entonces, más una pantalla de “civilidad”. Convertir a la gente al cristianismo significaba, en realidad, convertirlos a la forma de vida europea, matando las culturas y tradiciones propias de cada lugar.
La religión se ha utilizado desde hace siglos como mecanismo para conquistar y oprimir. Sin embargo, se trata de una construcción muy específica de la religión: la construcción romana que después permea al cristianismo. No es crítica al cristianismo sino al hecho de que se convirtió en un imperio después de que Roma la adoptara como religión oficial. El cristianismo primitivo era totalmente diferente.
Pero también podemos entender la religión como algo distinto. Decíamos pues que toda cultura es el entramado entre cosmovivencia y ethos. Pues bien, es posible entender la religión como el proceso mediante el cual se transmiten y cultivan las creencias de toda cultura. Una religión dice cómo es el mundo (cosmovivencia) y propone un modo de comportamiento (ethos). En todas las religiones existen ritos iniciáticos que reciben al recién nacido a la cultura, lo acogen y le explican cómo es el mundo y cómo sobrevivir. Una religión busca iniciar al recién llegado en las creencias de una cultura específica. Es en este sentido que la religión, la fe y la cultura se relacionan estrechamente.
Explicaba más arriba que la Ilustración no está libre de creencias, sino que simplemente las cambió. Toda cultura, incluso la nuestra, es religiosa en el sentido de que acoge a sus nuevos miembros y busca transmitirles cómo sobrevivir. Una religión es exitosa en la medida en que logre dar a su gente el sentido necesario para vivir, y fracasa cuando no logra transmitirlo. La crisis de la religión que vivimos actualmente se trata, en realidad, de la crisis de ciertas instituciones religiosas que ya no logran brindar sentido a las personas, pero en ningún momento se trata de una crisis de la religión como tal. Tal vez sí de ciertas instituciones, pero no de la dimensión religiosa entendida tal y como se comprende en estos párrafos. La pregunta que nos queda como tarea para reflexionar es si la religión (cultura) moderna con sus rituales y símbolos plenifica la vida o, si, por el contrario, está destruyéndola.
7 respuestas
Tomar perspectiva del término «religión» permite rescatar lo valioso, lo que conmueve, en lugar de replicar una cultura o un ethos lejano de la vida plena.
Gracias Germán!
Sin duda, creo que es muy importante esta distancia que dices, incluso para retomar otras nociones de religión que se han perdido con el paso del tiempo.
Saludos
Tsaba,base palabretem,(muy buenas sus pequeñas palabras) idioma indígena kamentsa valle de Sibundoy Putumayo Amazonia Colombiana.
Muchas gracias, Luis Javier, un saludo hasta tu bello territorio.
Términos y comentarios precisos para aceptar la cultura de las cosas pequeñas,lo que son. Llenarlas de vida es actuar sobre ellas dejando la impronta de lo que el hombre es: por ejemplo servicio. Buen artículo gracias.
Gracias por tu comentario Rosaura. Me gusta lo que dices: «aceptar la cultura de las cosas pequeñas». Ese sí que es un cambio elemental.
No debería estar escribiendo esto en una página de Jesuitas México, pero estaba buscando un texto que ayudara a sustentar mi noción de que cada persona vive su fe de acuerdo con sus propias interpretaciones de las enseñanzas religiosas que recibió, enmarcadas en sus rasgos culturales. Encontrar este artículo le da un nuevo significado a mi hipótesis, fortaleciéndola en tanto presenta argumentos muy valiosos sobre cómo las religiones definen (o deberían hacerlo) cosmovisiones y ethos en nuestras sociedades actuales. Gracias… buscaré más textos para indagar en esto.