«Algunas personas con grandes influencias opinan que la lectura y la escritura estropean las virtudes de los hombres venidos al mundo para trabajar en las minas, para ser buenos obreros, que nunca pedirán más de lo que se les dé voluntariamente».
B. Traven, “El suplicio a San Antonio”.
Trinidad Cantú (doña Trini), mamá de Raúl Villasana Cantú, minero atrapado en la mina Pasta de Conchos desde el año 2006, espera que su hijo sea rescatado, pero también desea que se construya un hospital especializado en mineros y que atienda las enfermedades relacionadas con afectaciones en el pulmón. Espera que los pozos y las cuevas sean prohibidos por ser los más letales y mortales, y de ese modo asegurar la vida de los trabajadores de las minas. Así se lo hizo saber a Claudia Sheimbaum Pardo, en su reciente visita a la Región Carbonífera. Sheimbaum se comprometió a gestionar el centro médico.
Se espera que los 63 mineros de Pasta de Conchos ya no estén atrapados como lo están desde hace 18 años. Se espera que rescaten sus restos y los entreguen a cada una de las familias. Se espera que les den cristiana sepultura; que por fin tengan una tumba. Se espera que se hagan actos simbólicos, se realicen honores y quizás un último pase de lista. Se espera que ya no sean más de Grupo México, la empresa dueña de la mina y propiedad del multimillonario Germán Larrea Mota Velasco, quien los dejó morir. Se espera que salgan de San Juan de Sabinas para que sean llevados a sus lugares de origen: Nueva Rosita, Palaú, Sabinas y Santa María, en donde sus esposas, hijos, madres, padres y demás familiares los reciban. Se espera que les hagan su velorio, coloquen arreglos florales y les recen en cuerpo presente. Se espera que los mineros se enteren de que sus hijas y sus hijos crecieron, que se casaron y que ya son abuelos, pese a las circunstancias.
El rescate de los cuerpos de los mineros de Pasta de Conchos es muy significativo para la región carbonífera de Coahuila. De lograrlo, se rompería con la visión tradicional de justificar el comportamiento de los empresarios mineros que operan en la ilegalidad: ésos que nos dicen que la minería precaria es «fuente de empleo» y que, aunque sus empleados se mueran en ellas nunca se deben de cerrar.
Las familias siempre tuvieron razón: se podía rescatar a los mineros. Los mineros de San Juan, los mineros de Pasta de Conchos.
Con su rescate se espera que, en lugares como Nueva Rosita, cabecera municipal de San Juan de Sabinas, los habitantes repiensen cada símbolo que ha marcado la identidad perversa con la que se vincula el culto al carbón, como lo demuestra la escultura de una mano cuyo cuerpo no se ve, pero que sale de la tierra sosteniendo con el puño un pedazo de carbón. Al igual que la Universidad Autónoma de Coahuila, cuya fachada principal está decorada con una efigie monumental en la que figura el rostro de un minero con la boca abierta y que a su vez representa una bocamina. Lo demuestra también el boulevard Adolfo López Mateos, con un monumento al minero, que recuerda la cotidianidad de los siniestros en el interior de las minas. Y quizás, lo más icónico, aquella enorme chimenea negra que ya no está en funcionamiento y que era propiedad de Grupo México, que ahora es un parque deportivo con muy poco uso.
Se espera también que Pasta de Conchos sea ahora un ejemplo de lucha, de justicia y de mucha perseverancia por parte de las familias. Coincido con todos; su rescate es un logro innegable de la actual administración, pero sobre todo es un logro de las familias que, tras años de negativas del Estado y de la empresa, nunca se rindieron.
Se espera que los mineros sean rescatados y que se les hagan análisis y se compruebe la verdadera causa de su muerte. Que se haga justicia y se encarcele a cada uno de los responsables.
Del rescate de Pasta de Conchos se espera que servidores públicos, como en su tiempo lo fue Javier Lozano Alarcón, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, asuman su compromiso de atender y que no desprestigiar las luchas de las familias, como él lo hizo, y del que nunca escuchamos ningún comentario sobre la responsabilidad de Grupo México en la muerte de los mineros.
Se espera que ya no haya peritajes y dictámenes realizados por Grupo México, que en en sus informes catalogó de «imposible» el rescate, porque según su dicho, «en la mina había presencia de agua y esa agua estaba contaminada por los cuerpos de los mineros con VIH», y que eso suponía un riesgo para la vida de los rescatistas.
Se espera que cuando los mineros sean rescatados las autoridades entiendan que la minería en Coahuila tiene problemas estructurales y sistemáticos, porque cuando Pasta de Conchos explotó y se derrumbó, en la región carbonífera había 129 centros de extracción de carbón entre minas, tajos, pozos verticales y minas de arrastre, en donde laboraban 6 mil 970 mineros, y que eran atendidas por sólo dos inspectores de trabajo, los únicos para todo el estado de Coahuila.
Se espera que sean rescatados y que las viudas, padres y madres ya no mueran esperando los cuerpos de sus mineros, porque a muchos la vida se les terminó en la lucha y sus últimas palabras siempre fueron «que los rescaten». Y esas palabras al parecer se están cumpliendo.
Todos esperamos que los mineros de Pasta de Conchos sean rescatados y que la Ley Federal del Trabajo deje de ser una ficción para todos los trabajadores de la Región Carbonífera y que todos los mineros estén dados de alta ante el IMSS.
El rescate de los mineros también debe implicar la prohibición de minados antiguos con riesgo de inundación. Que todos los centros de trabajo tengan sus mapas y estudios hidrogeológicos que permitan evitar las tragedias. Del rescate de los mineros también se espera que la CFE cancele la compra de carbón a quienes no cumplen con las medidas de seguridad e higiene.
Se espera que sean rescatados y que los culpables tiemblen y paguen no sólo con su cargo de conciencia, sino con cárcel por su complicidad. Siempre los vamos a recordar por su actitud cuestionable al abandonar no solamente a los mineros, también a sus familias.
Se espera que sean rescatados y que ya no existan más mineros atrapados en las minas. Que empresas como Grupo México ya no abandonen a sus empleados. Que las minas tengan ventilación para disminuir la presencia de gas, que las minas sean polveadas para disminuir su explosividad, que las minas ya no tengan fallas de electricidad en el interior, que las minas sean inspeccionadas por la Secretaría del Trabajo y que tengan servicios médicos en su interior.
Los habitantes de la región carbonífera esperamos que el estado de Coahuila ya no abandone a los mineros. Que cuando exista una tragedia similar los gobernadores, como lo fue Humberto Moreira, ya no mientan ni manden fabricar las actas de defunción sin tener los cuerpos, y que en esas actas ya no se informe que el lugar de inhumación de los cuerpos sean las mismas minas. Que en los próximos sinestros Coahuila emita lo más pronto posible una orden judicial para detener a los responsables.
Se espera que el sindicato de Napoleón Gómez Urrutia, quien también los abandonó, vigile su seguridad, vele por los derechos de los trabajadores mineros y firme de manera responsable las inspecciones que se realicen.
De forma puntual y precisa —y antes que cualquier cosa— se espera que ya no existan los prestanombres y que los verdaderos titulares de las minas no sean los mismos que aparecen en las boletas electorales cada elección municipal y estatal.
Tantas cosas que se esperan y que debieron haber pasado tan pronto ocurrió la tragedia en Pasta de Conchos. En realidad, es muy necesario para que los mineros ya no mueran. Entonces me equivoqué de pregunta. No es ¿Qué se espera realmente del rescate de los mineros? sino ¿Qué están dispuestas a hacer las autoridades para que esto ya no pase?
Imagen: depositohotos
2 respuestas
Que potente. Pero es verdad los dueños de las minas son los mismos politicos.
Se requiere exigir que éstos negocios cumplan las Reglas y Garantías de operación y equipamiento que se utilizan en otros países que en Minas de Carbón y que no ocurren desgracias como en la región carbonifera de Cahuila con alto grado de Fatalidad, no hay de Otra.