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Pasta de Conchos, 17 años y Dios todavía llora, reclama y lucha con nosotros

Homilía del domingo 19 de febrero de 2023

7º domingo del tiempo ordinario

Levítico 19, 1–2.17–18; Salmo 103(102); 1Corintios 3, 16–23; Mateo 5, 38–48

17 años de camino en familia. 17 años insistiendo para negarse al olvido. 17 años que se suman a los años y años de muchas más personas buscando que la injusticia, la violencia, la desaparición, los malos tratos y la inseguridad no sean condenas que desfiguran irremediablemente lo que nuestra vida, nuestro mundo y nuestro trabajo pueden ser. Hoy recordamos con la Familia Pasta de Conchos estos 17 años, pero uniéndola a todas esas otras personas, familias, caminos y luchas. Caminamos y reclamamos juntas, porque creemos en el Evangelio y sabemos que amen a sus enemigos no es solo una frase sin sentido.

El Evangelio de hoy nos pone en el centro del mensaje de Jesús y su marca distintiva: amen a sus enemigos para que sean semejantes a su Padre que está en los cielos. Lo que Jesús nos propone es recuperar nuestra verdadera y única naturaleza: la semejanza con el Padre, la que Él nos dio, porque somos sus hijas, sus hijos. Y este amor que se nos pide es sol que ilumina la vida de todas las personas, de los buenos, de los malos, de quienes nos han hecho bien, de los que nos han hecho mal. Luz para que nuestras injusticias no queden escondidas en las tinieblas y en peligro de volver a suceder por impunidad, ensuciando así, una vez más, el corazón de los hombres y mujeres que las cometieron. Por eso, el amor pide creer que ese corazón puede ser bueno, puede actuar con justicia y bondad, y por eso no dejamos de pedir, orar y reclamar.

Es el amor y no el odio, la confianza y no el desprecio lo que mueve nuestros pasos para reclamar lo que es justo, lo que defiende la vida digna y lo que trae la verdadera paz. Es el amor que es capaz de esperar bien y paz de quien nunca la ha dado, porque sabe que somos hermanos y hermanas y siempre es posible esperar, de quien es hijo de nuestro mismo Padre, que corrija su acción, enderece su tronco y vuelva a tomar de su raíz fuerza para dar buenos frutos. Es el amor que sabe que este trabajo será difícil, que no se trata de conversiones sencillas, porque todos conocemos lo fácil que nuestros corazones se inclinan al egoísmo, la ambición y la envidia, pero que el amor tiene fuerza suficiente para impulsarnos a no dejar de insistir, de buscar, de esperar, de pedir la justicia que sabemos que todos podemos y tenemos que dar. Es el amor que nos impulsa a no olvidar que, quien ha atentado contra sus hermanas y hermanos, templos verdaderos de Dios, merece volver a encontrarse con ellas y ellos, resucitados como Jesús en el amor del Padre, para enderezar sus caminos y hacer el bien.

Así pues, hoy nos unimos en este camino a nuestro Padre Dios, al que nos ama con amor de Madre pues no deja de querer, buscar y trabajar por nuestra vida y nuestro bien. Es el Dios del Resucitado, al que nosotros crucificamos, el Dios que elige defender su vida, sin destruir la nuestra, para abrazarnos a todas, a todos, y darnos una misma vida. Es el Dios que puede hacer lo extraordinario, que rebasa la ley de la venganza, para instaurar un mejor camino: la perfección del perdonar, que no es olvido de lo que ha sucedido, ni mucho menos dejar que la injusticia condene una y otra vez a la humanidad a lo mismo; perdonar, que es hacer que la justicia sobreabunde de tal manera que se convierta en un llanto, en un grito, en un reclamo, en una lucha que llene toda la Tierra, hasta que se logre plenamente la alegría de todas, de todos, y ya nadie tenga que gritar, reclamar ni llorar más.

17 años y Dios todavía llora, grita, reclama y lucha con nosotros. 17 años y muchos más, y Dios no ha dejado de buscar lo que su amor le indica que tenemos que buscar. Hoy Jesús nos invita a unirnos a su esfuerzo, a su lucha, una vez más. “Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo”, “Sean perfectos como su Padre del cielo es perfecto”, es su invitación, su promesa y su verdad. ¿Estamos dispuestos a creerle y dejarnos compartir su amor, hoy, una vez más?


Memorial por los 65 mineros fallecidos en Pasta de Conchos. Fotos: Omar Ballesteros-Revista Christus

Foto de portada: Jesuitas México

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