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La apretada agenda sociopolítica de 2024

Este año estará marcado por procesos sociopolíticos importantes, entre ellos, las elecciones federales y locales, los procesos de transición gubernamental y la reorganización tanto del equipo de la nueva gestión como de los partidos políticos. Se avi­zoran cambios políticos intensos incluso si el Mo­vimiento Regeneración Nacional (MORENA) llega a refrendar la presidencia de México, ya que el estilo de gobernar de Andrés Manuel López Obrador ha sido muy particular.

Procesos electorales federales y locales

Luego del periodo de intercampañas, en el que los postulantes a cargos de elección delinearon sus estrategias, nos encontramos desde marzo en el de campañas político–electorales, que durarán tres meses y concluirán con la jornada electoral el próximo 2 de junio. Hay que recordar que en estos comicios se elegirá presidente de México, nueve gobernadores, 500 diputados locales y 128 senadores, además de la renovación de congresos locales y miles de alcaldías a lo largo y ancho del país.

De acuerdo con el portal de Oraculus al día 3 de enero de 2024, las tendencias electorales integradas marcaban las preferencias para la presidencia de México de la siguiente manera: Claudia Sheinbaum, de MORENA y sus aliados, con el 60% promedio de la intención del voto; Xóchitl Gálvez, del Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el 33%, y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, con el 7%.

Esto significa que las preferencias electorales, al menos para este cargo, no se modificaron en el periodo de precampañas, y que así arrancaron las y los candidatos en marzo de 2024. Este proceso será preponderante durante los primeros meses del año y acaparará la agenda mediática y política.

Un asunto que es muy relevante, pero que no es mediáticamente intenso y explosivo, son los procesos de transición gubernamental, que implican la entrega y recepción de la administración pública del gobierno federal, de nueve gobiernos locales y de mil 802 presidencias municipales. Éste debería ser uno de los procesos de rendición de cuentas más nítidos en la vida pública del país, ya que se proporcionarán presupuestos, nóminas, proyectos en marcha, infraestructura pública, planeaciones, evaluaciones, programas gubernamentales, políticas públicas implementadas, entre otros. 

Lo idóneo es que los nuevos servidores públicos cuenten con un proyecto de gobierno claro al comenzar su gestión. Desafortunadamente, las experiencias muestran que esta claridad llega hasta un año después de asumir los cargos, y los reproches entre administraciones salientes y entrantes se colocan en el terreno de los re–juegos políticos, sirviéndose de estos procesos para el golpeteo político entre actores gubernamentales. No es gratuito observar cómo los gobiernos entrantes utilizan a los anteriores para justificar la falta de resultados, que casi nunca se traducen en procesos legales de combate a la corrupción (casi todo se queda en el campo de la denuncia mediática). Esto sucede sin que la ciudadanía pueda involucrarse, ya que son asuntos que no se informan, además de que tampoco se le invita a colaborar, dejándola como espectadora de un espectáculo mediático.

Por otro lado, también se gesta lo que especialistas en temas de corrupción señalan como pactos entre la clase política para no generar rutas de investigación que escudriñen posibles actos de corrupción.

Todos estos son procesos sociopolíticos clave que generalmente no tienen el reflector adecuado, pero que son determinantes para delinear el derrotero de un gobierno entrante.

Arranque de gobierno y gabinete

El 1 de octubre la nueva o el nuevo presidente de México entrará en funciones por los próximos seis años. El cambio en la presidencia se adelantará dos meses, por lo que la nueva administración comenzará en el último cuarto del año y tendrá la posibilidad de incidir en el presupuesto federal de 2025. Anteriormente, el primer año de gobierno estaba condicionado por las negociaciones del presidente saliente. 

En este arranque de gestión hay varios asuntos que destacan; el primero es la conformación del nuevo gabinete de gobierno. Habrá que esperar si hay alguna reingeniería en la estructura de las secretarías de Estado y, por ende, si hay más o menos secretarios o secretarias de gobierno. Estará por definirse si se configura un gabinete paritario, con una distribución de edad más o menos equilibrada, o si habrá «cuotas» en el equipo de gobierno.

Una de las decisiones más relevantes de un presidente entrante es la designación de su equipo cercano, ya que ahí se vislumbran las apuestas políticas y el tipo de administración que se ejecutará. Por ello, será importante analizar si los perfiles resaltan por su experiencia en la materia sobre la que gobernarán, o si más bien predomina su lealtad política; incluso debería observarse si dentro del gabinete hay personajes de la oposición.

Habrá que estar atentos a los gestos y las relaciones que la nueva presidenta o presidente de México tenga hacia los otros dos poderes de la república. Hasta ahora Andrés Manuel López Obrador ha mantenido una relación dominante con el poder legislativo y cerrará el sexenio de forma muy ríspida con el judicial, especialmente con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por el momento no sabemos si en el Congreso de la Unión MORENA sostiene su mayoría, si tiene mayores contrapesos o si acrecienta su nivel de influencia. Ésta es otra de las grandes variables que se van a dirimir en la primera semana de junio y seguramente van a condicionar la relación entre poder ejecutivo y legislativo.

Foto: © Presidencia de la República

Reconfiguraciones en los partidos políticos nacionales

Las elecciones también dejan saldos para sus participantes. Luego del proceso electoral de 2024 los partidos políticos participantes deberán evaluar sus estrategias y alianzas. Los resultados colocarán a las distintas fuerzas políticas con su peso específico en el ámbito federal y en los distintos estados, y a partir de allí delinearán sus capacidades de acción de cara al gobierno entre 2024 y 2030.

Otra de sus disyuntivas será resolver si las alianzas electorales se convertirán en alianzas de gobierno, con la finalidad de construir mayorías legislativas o conformar frentes opositores. Hay que recordar que una alianza electoral no se traduce automáticamente en una alianza de gobierno, para ello se requiere un proceso de negociación previo que no se subordina a los acuerdos electorales. Por lo tanto, estará por definirse si las actuales alianzas de MORENA con el Partido del Trabajo y el Partido Verde, o del PAN con el PRI y el PRD, seguirán vigentes después de la primera semana de junio, una vez que el mapa político quede delimitado. Además, cabe mencionar que los partidos políticos deberán cumplir con una cuota del 3% del voto nacional para mantenerse existentes.

Con todo lo anteriormente dicho, está claro que durante el primer semestre del año el país ingresará en un momento de incertidumbre política, que es normal en cualquier proceso electoral de esta naturaleza, para luego dar cara a las reconfiguraciones políticas que marcarán el futuro próximo, al menos hasta 2030. Por tal motivo, este proceso electoral se puede caracterizar como plebiscitario, ya que las dos narrativas a las que se enfrentará es a la continuidad o al cambio. MORENA y sus aliados harán todo para refrendar la llamada Cuarta Transformación, mientras que la alianza PAN–PRI–PRD centrará su discurso en la necesidad del cambio de rumbo.

Las agendas que probablemente marcarán la elección son la estabilidad económica y la crisis de seguridad. Aunque hay otros temas colocados sobre la mesa, por el momento estos dos asuntos resultan preponderantes para la mayoría de la población. Ahora bien, hay por los menos tres preguntas fundamentales que quedan en el tintero: ¿cuál será el papel de las fuerzas armadas en el sexenio por venir, después de su actual crecimiento en la vida pública? ¿Cómo influirán en las elecciones locales los grupos de la delincuencia organizada, que en este sexenio aumentaron los territorios de su control? ¿Estamos ante el regreso de un nuevo partido hegemónico, de un nuevo PRI que generará un retroceso democrático? Estas cuestiones se resolverán a lo largo del año.

Escenario internacional

México está inmerso en un escenario global muy complicado que de alguna u otra manera afectará la política interna. Enumero algunos de éstos.

Elecciones presidenciales en Estados Unidos

En noviembre de 2024 se celebrarán elecciones a la presidencia en Estados Unidos. El actual presidente, Joe Biden, no tiene garantizada la reelección, pues prevalece un fuerte descontento popular contra él, sobre todo por sus resultados en materia económica, ya que el país estuvo sujeto a una fuerte recesión pospandémica. A la par, miembros y actores políticos clave del partido republicano están retomando el discurso antiinmigrante, sobre todo contra la población mexicana. Como ha sucedido en otros de sus procesos electorales, es previsible que la agenda migratoria esté presente durante todo el año y que esto enturbie las relaciones binacionales.

Crisis políticas en América Latina

Nicaragua, Argentina y Ecuador enfrentan crisis políticas muy agudas. En el caso de Nicaragua, ya desde el año pasado y en lo que va de 2024 hay una persecución política por parte del gobierno de Daniel Ortega en contra de cualquier frente opositor. Entre los destinatarios de estos ataques está un sector de la Iglesia católica y los jesuitas. La descomposición social en ese país centroamericano se agudiza y está generando una fuerte expulsión de personas, de las cuales algunas están llegando a México.

En el caso de Argentina, la profunda crisis económica provocó que Javier Milei, con una orientación política ultraconservadora, ganara las elecciones presidenciales a finales del año pasado. La forma de afrontar esta situación fue con el retiro de subsidios y ayudas gubernamentales, despidos masivos en el aparato público y un ajuste en la paridad dólar–peso argentino. La respuesta ante estas medidas de «choque» ha generado una condena generalizada, por lo que se prevé un aumento de los conflictos sociales.

En Ecuador, el novel presidente Daniel Noboa enfrentó a principios del año una insurrección por parte de grupos de la delincuencia organizada, que tomaron el control de centros carcelarios y un canal de televisión nacional, y realizaron diversas acciones violentas en algunas regiones. Esto provocó un «toque de queda» y que el país se declarara en conflicto armado interno y en estado de excepción. El origen de estos enfrentamientos fue la captura de Adolfo Macías «el Fito», que es líder de la banda criminal «los Choneros».

Conflictos internacionales

La guerra entre Ucrania y Rusia permanece y sigue afectando a escala global la producción de petróleo y de granos básicos. No se vislumbra en el horizonte una resolución pacífica, ni tampoco los efectos económicos que tendrá. 

Por otro lado, a finales de 2023 presenciamos los cruentos enfrentamientos entre Israel y Hamas. El primero sólo cuenta con el apoyo decidido de Estados Unidos, mientras que en la escena global se empieza a decantar por la condena de esta nación a causa de los ataques a la población palestina. Aunque este conflicto no tiene las repercusiones económicas de la guerra entre Ucrania y Rusia, se está configurando en el plano global una especie de «bando» entre los países de izquierda y los
de derecha.

Como se puede ver, hay un escenario internacional convulso para 2024 y esto exigirá en mayor o menor medida una toma de postura política de parte del gobierno mexicano y, quizá, en algunos casos, de posibles intervenciones en términos humanitarios. 

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