Once años del Papa venido del fin del mundo
Se cumplen 11 años del inicio del pontificado del papa Francisco. Por muchos lados este periodo ha representado un signo de contradicción porque ha asumido toda la renovación del Concilio Vaticano II, toda la tradición de la Iglesia y los aportes creativos de la Iglesia y la teología latinoamericana, lo que a muchos sectores de la Iglesia incomoda. Francisco actúa y propone líneas, de lo que llamamos pastoral teológica, en una Iglesia que muchos teólogos han considerado que se encuentra con resistencias para salir del invierno eclesial.
Renovación y reforma son dos palabras que están presentes desde el inicio del pontificado de Francisco. La Iglesia semper reformanda parte del concepto de conversión eclesial y pastoral. Con discernimiento y misericordia, la Iglesia ha echado a andar un camino «hacia afuera». La Iglesia en salida que propone Francisco está en marcha, es una Iglesia que se hace presente en las periferias y con los descartados. Las periferias, que son lugares teológicos, son las fronteras de lo humano donde la Iglesia misericordiosa se constituye en «hospital de campaña», en un mundo hostil donde millones de seres humanos son heridos por el sistema que excluye y mata, donde estos excluidos encuentran escucha, refugio y acompañamiento. Sin lugar a dudas, las fronteras y las periferias son los lugares del papa Francisco.
En la lectura que hace de los signos de los tiempos Francisco reconoce dos elementos fundamentales para entender la historia del mundo actual que no habían sido asumidos con la fuerza y con la urgencia que él propone. Estos elementos parten de la Isla de Lampedusa y de la Amazonia.
En primer lugar, está el tema de los migrantes y los refugiados. Sus orígenes familiares tienen una historia de migración que ha marcado varias generaciones. Hace más de cien años la familia de Jorge Mario Bergoglio viajó de Italia a Argentina a buscar posibilidades de vida. En medio del trayecto su familia sufrió el naufragio y la pérdida del poco dinero que llevaban. Todo lo que tenían lo habían vendido para usarlo en el viaje y ahora todo lo habían perdido (si no es por la nona que guardó algo entre sus ropas). Francisco es un migrante entre migrantes, por eso se identifica con ellos. Son seres humanos obligados a salir de sus casas y comunidades, millones de «descartados» por una economía que mata, por la globalización de la indiferencia y por una sociedad que no reconoce a los hermanos caídos en el camino incluso dentro de la propia Iglesia.
El primer viaje pastoral que realizó el papa Francisco fuera de Roma fue a Lampedusa, una isla en el Mediterráneo que ha sido, por un lado, refugio para quienes quieren alcanzar el continente europeo desde Medio Oriente y África, pero también es un lugar de sufrimiento y llanto porque en el mar que tiene de frente la isla han muerto miles de personas ahogadas ante la incapacidad y la indiferencia de gobiernos y sociedad. En esa isla Francisco realizó su pastoral programática. Así como hay documentos programáticos en los pontífices, regularmente encíclicas, en el papa Francisco podemos identificar una acción pastoral programática: atender, en primer lugar, a los más vulnerables, a los que han perdido todo y ya nada tienen; a los que han salido forzados de sus comunidades obligados a huir con la solicitud y misericordia con la que actuó en Lampedusa.
Otro momento importante dentro de la enseñanza del papa Francisco, que ejerce su función de enseñar con obras y con palabras, fue en la isla de Lesbos, en Grecia, otro lugar importante para la migración del sur hacia el continente europeo. En esa reunión con refugiados, muchos de los cuales tienen origen africano o de Medio Oriente y de espiritualidad o religión musulmana, les dijo a los migrantes y refugiados: «No están solos». En plena crisis de refugiados por la explosión y el elevado número de éstos.
El encuentro fue en uno de los más grandes campos de refugiados que hayan existido, Moria, que recorrió con el patriarca ecuménico Bartolomé I y con el arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia, Ieronymos, llevando los lazos ecuménicos a los no lugares que constituyen las periferias. La expresión «no están solos» es una profesión de amor cristiano, de solidaridad y acogida. Es, también, una declaración de la actitud pastoral de la Iglesia hacia los más desprotegidos: acompañar, acoger, promover, proteger e integrar. En este sentido, Francisco llevó en su avión de regreso a Roma a doce personas refugiadas de origen sirio, entre ellas familias, para que pudieran retomar una vida tranquila, de trabajo y convivencia social, pero ahora en Roma.
Y un tercer lugar de encuentro con los migrantes, de gran impacto, se realizó precisamente en el territorio donde se han construido muros, donde muchos migrantes sufren el rechazo y las fronteras cerradas. Este tercer lugar es la frontera de México con Estados Unidos. En las ciudades de El Paso, en Texas, y de Ciudad Juárez, en México, se realizó una eucaristía «binacional». En la homilía el papa recordaba que es tiempo de convertirse y de voltear los ojos a esta realidad de la migración, que en el contexto de la frontera de México aglutina los anhelos y los dolores de personas que buscan mejores oportunidades de vida, especialmente venidos de Latinoamérica. Millones de personas buscan «pasar al otro lado» para lograr sobrevivir a las diversas formas de violencia, ya sea política, social, económica, o por los efectos causados del cambio climático que viven en sus comunidades de origen.
El papa migrante, en su visita pastoral a México que concluyó en la frontera norte de este país, realizó simbólicamente el recorrido que hacen los migrantes entrando por la frontera sur, Chiapas, camino al norte hasta Ciudad Juárez. Sin duda un signo profético de quien acompaña en el camino.
El cuidado de la Casa Común en la agenda de Francisco
El otro tema que ha puesto de relieve el papa Francisco en su pontificado es el cuidado de la Casa Común. Vale la pena recordar que Bergoglio, al ser el obispo encargado de la redacción del Documento de Aparecida del año 2007 en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, empezó a preocuparse por el cuidado del medio ambiente, al que la Iglesia latinoamericana abordó bajo el nombre Casa Común, inspirado en las teologías de los pueblos originarios.
El mismo papa Francisco ha dicho en diversos foros que esa preocupación refleja su conversión, ya que él mismo reconoce que no lo tenía presente y que pudo asumirla gracias al insistente cuestionamiento y presentación de la situación de degradación ambiental y la insistencia en el tema que le hacían los obispos brasileños del Amazonas en la reunión de los obispos en Aparecida.
Bergoglio reconoció esa necesidad y pudo incluir varios números en el Documento de Aparecida para poner en la conciencia como parte de la misma misión de la Iglesia que camina en América Latina, que la creación gime y tiene dolores de parto por el daño que le hemos causado como humanidad y, en especial, y en tono profético, por la deforestación y la contaminación de grandes empresas de monocultivo mineras y extractivistas.
Pero, fundamentalmente, su enseñanza está en Laudato si’, su primera encíclica social, en la que Francisco hace un análisis exhaustivo y hasta científico de la situación del medio ambiente. También nos habla del Evangelio de la Creación y propone caminos de conversión ecológica que nos ayuden a custodiar nuestra Casa Común. La encíclica Laudato si’ nos ha concientizado en la responsabilidad del cuidado entre todos y con la Hermana Madre Tierra, y su influencia con líderes mundiales de la COP21 de París ha sido determinante para reducir el calentamiento global y con ellos sus efectos devastadores. Pese a ello, lo realizado no basta.
En esta línea, su preocupación le ha llevado a insistir en el tema en otros dos documentos que pertenecen al magisterio social de cuidado de la creación. Me refiero a la Exhortación Apostólica post sinodal Querida Amazonia del año 2019 y Laudate Deum del año 2022.
Querida Amazonia recoge, por un lado, lo trabajado por los obispos en el sínodo de aquel año sobre el Amazonas, pero que, por otros lados, nos invita a toda la humanidad a soñar con un medio ambiente que sea reflejo de la belleza y el amor de Dios para los seres humanos que permitan el desarrollo humano integral respetando los derechos de todas las personas, especialmente de los más pobres y vulnerables. Querida Amazonia es un texto profético, poético y teológico en el que Francisco nos hace caminar por la floresta del Amazonas, que incluye nueve países, y navegar por sus ríos y por el color verde, de distintos tonos, que tiene su selva. Es un documento que nos permite ver en los rostros de personas de los pueblos originarios que viven en la región del Amazonas a hermanos y hermanas, que viven desde hace muchos siglos en ese lugar y han sido custodios fieles del resguardo del medio ambiente que, sin embargo, se ve amenazado por intereses económicos que terminan por afectar ese bioma amazónico, pulmón de todo el planeta.
Finalmente, el tercer documento es la exhortación Laudate Deum, en la que, con un tono más determinado y directo, el papa insiste en que tenemos que tomar medidas urgentes sobre el modo de usar los bienes de la tierra, de transformar el paradigma tecnocrático y energético que nos ha llevado a sentir con más fuerza los efectos del cambio climático que afectan de manera directa y fuerte a los pobres. El remitente de esta exhortación son los dirigentes mundiales que se reunieron en Dubai para la COP28, que trató los asuntos concernientes al cambio climático y a los combustibles al uso de combustibles fósiles.
Sin lugar a dudas estos dos aspectos de la cuestión social, cuidado de migrantes y refugiados y cuidado de la Creación, son dos de los grandes aportes que tiene el papa Francisco en el magisterio social. Sin embargo, no son los únicos. Muchos son los temas que podemos reflexionar en estos 11 años de pontificado como la reforma de la curia, el diálogo ecuménico e interreligioso, su apuesta por una economía que sea acorde con el cuidado de la creación y el desarrollo humano integral respetando la originalidad de cada comunidad, su apoyo a los movimientos populares y organizaciones de diversa naturaleza en la sociedad civil, que ayudan a la resistencia ante un sistema que excluye y que mata porque tiene como dios al dinero y la acumulación.
Asimismo, hay que considerar su propuesta para rescatar la política como la forma más alta de la caridad, propuesta que se encuentra en línea con su actividad pastoral en Buenos Aires y en Roma, pero también con el magisterio universal; su llamado a la paz; al diálogo social y a la construcción de acuerdos; su respeto a la diversidad; su lucha contra la trata, etc.
Su propuesta pastoral, como su magisterio, está basado en hechos y palabras, pero también en lugares. Lampedusa es punta de lanza que, en el encuentro con migrantes y refugiados, así como los diversos encuentros realizados en sus viajes apostólicos, nos ha ayudado a ver en los vulnerables en movilidad (a los que hay que añadir a migrantes y refugiados, a desplazados internos y víctimas de trata), que todos estamos convocados como humanidad a vivir la fraternidad universal, tema desarrollado en la encíclica Fratelli tutti, escrita en plena pandemia.
El otro lugar es el Amazonas, en el que fue reflexionando sobre la identidad de la Iglesia en ese lugar y constituyó no sólo la opción por el cuidado de la Hermana Madre Tierra, sino que se fue construyendo en la práctica el ejercicio de sinodalidad que tendrá un momento fundamental en octubre de este año 2024, cuando se realice la Asamblea del Sínodo de los obispos que cerrará un ciclo importante sobre la sinodalidad.
El encuentro del papa Francisco con indígenas amazónicos en Puerto Maldonado, en Perú, fue una verdadera experiencia de diálogo y de apuesta por la interculturalidad en los procesos eclesiales y sociales. Ahí se inició un camino para la Iglesia universal, se puso el germen de diálogo para la realización del sínodo amazónico, que a su vez dio paso, a partir de su metodología y experiencia, a la Asamblea Eclesial de América Latina y posteriormente, a escala universal, al sínodo de la sinodalidad. Son 11 años de caminar de un pastor con olor a migrante y a custodio de la Hermana Madre Tierra.
Imagen de portada: Luis Ángel Espinosa, LC