Laudato Si’ y la COP30: un llamado global al cuidado de la Casa Común

El próximo 10 al 21 de noviembre se celebrará la trigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), en la ciudad de Belém, Brasil, en pleno corazón de la Amazonía, una de las regiones más afectadas por la deforestación. En este encuentro se revisarán los avances en materia de cambio climático, un tema que desde 2015 ha sido una prioridad para el papa Francisco, quien hace diez años publicó la emblemática encíclica Laudato Si’.

No solo se cumplen diez años de esta encíclica, sino también de los primeros compromisos formales de los Estados ante la crisis climática. El papa León XIV ha expresado su deseo de continuar este compromiso ecológico, siguiendo el legado de Francisco.

Laudato Si’ significa «Alabado seas» en italiano. La encíclica es un llamado a cuidar el planeta y a todas las personas como parte de la «Casa Común». Destaca la conexión entre Dios, la humanidad y la tierra, e invita a un diálogo global sobre la crisis ambiental.

A la expectativa del cambio climático

La COP30 reunirá a representantes de casi 200 países, junto con científicos, activistas y líderes sociales, con el propósito de acordar nuevas medidas que frenen la crisis climática y protejan los ecosistemas más vulnerables, promoviendo un desarrollo sostenible.

En esta edición se buscará reforzar los compromisos del Acuerdo de París y avanzar en temas clave como la protección de los bosques tropicales, la bioeconomía, el cuidado del agua, las ciudades sostenibles y la innovación verde, con el objetivo de garantizar la justicia climática, especialmente en los países más vulnerables.

«El Acuerdo de París tiene una serie de retos de implementación que deben discutirse todos los días», explicó Francisco Parra, director de Climate Tracker Latam, una organización sin fines de lucro dedicada al periodismo climático en América Latina. En entrevista para CHRISTUS, Parra señaló que «siguen pendientes muchos de los procesos acordados en París», un pacto global que busca limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1.5 °C.

«Hoy estamos alrededor de 1.3 grados», detalló, «y las consecuencias actuales del cambio climático corresponden a ese aumento».

Uno de los grandes retos de esta cumbre, añadió Parra, es «establecer una meta global de adaptación» que permita crear indicadores y estrategias comunes para enfrentar los efectos del calentamiento. «Se necesita mucha inversión y mucho dinero para enfrentar el cambio climático», advirtió, al destacar que el principal obstáculo sigue siendo el financiamiento.

También recordó que «los países desarrollados son los principales responsables de la crisis actual, porque es consecuencia del desarrollo que ellos alcanzaron». Por eso, señaló, tienen una responsabilidad mayor que debe traducirse en más presupuesto «para mitigación y adaptación en los países en desarrollo».

Compromisos sin castigos

Otro de los temas centrales en la agenda climática es la “transición justa”, que busca dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles —petróleo, carbón y gas— y avanzar hacia energías limpias como la solar o la eólica.

A pesar de los compromisos asumidos, el progreso ha sido lento. «Solo 64 de 190 países han entregado actualizaciones de sus compromisos en el marco del Acuerdo de París, cubriendo apenas el 30% de las emisiones totales», explicó Parra. Según datos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), «las emisiones deberían reducirse un 60% para 2035 respecto a 2019». Sin embargo, los compromisos actuales solo lograrían una reducción de entre el 20% y el 24%.

«Eso muestra una brecha muy grande entre lo que se promete y lo que realmente se necesita para enfrentar el cambio climático», comentó.

Aun así, subrayó que sin el Acuerdo de París las proyecciones serían peores: «Sin estos mecanismos, el aumento de temperatura hacia el fin de siglo sería de 4 grados. Hoy, gracias a los compromisos, estamos más cerca de los 3 grados».

No obstante, reconoció que el sistema internacional tiene sus límites: «No hay un castigo específico para los países que no cumplan con el acuerdo. El sistema de Naciones Unidas no es punitivo, y ese es uno de los puntos más complejos, porque al no serlo, no se puede obligar a nadie».

«De las palabras a la acción»: el llamado del papa León XIV ante la crisis climática

Durante un seminario celebrado en Roma en noviembre de 2024, titulado Abordar los problemas de la crisis ambiental, el entonces cardenal Francis Prevost enfatizó la urgencia de pasar «de las palabras a la acción». En su intervención, destacó las iniciativas de sostenibilidad impulsadas por el Vaticano, como la instalación de paneles solares y la incorporación de vehículos eléctricos, parte del plan para reducir la huella de carbono del Estado pontificio.

El hoy pontífice recordó que el compromiso ecológico de la Iglesia nace de su Doctrina Social, basada en la dignidad humana, el bien común y el cuidado de la Creación. «La humanidad debe mantener una relación de reciprocidad con la naturaleza, no una relación de dominio tiránico», afirmó.

En ese sentido, Parra destacó que el mensaje del papa Francisco sigue vigente: «Con el nivel de crisis que estamos viviendo, se necesita una coordinación que garantice que los eventos extremos se enfrenten de la mejor manera posible», expresó. Para él, estos espacios internacionales «permiten que nuestros países se entiendan y colaboren».

Parra también recordó la importancia del llamado de Laudato Si’, que invita a cuidar la Casa Común: «Espero que nunca pierda vigencia —dijo—; debe ser una prioridad de vida, no solo por el cambio climático, sino por el impacto del ser humano sobre el planeta, que va incluso más allá del cambio climático».

A diez años de su publicación, la encíclica continúa inspirando a creyentes y no creyentes a actuar con responsabilidad. «No todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse», recuerda Laudato Si’, subrayando que aún existe esperanza si la humanidad asume su responsabilidad con el planeta.

La conversión ecológica, señala, no se trata solo de un cambio humano o político, sino de un encuentro con Dios que transforma el corazón.

En un contexto mundial marcado por guerras, divisiones y discursos que niegan la evidencia científica del cambio climático, los avances ambientales corren riesgo, sobre todo ante la influencia de líderes que rechazan, sin fundamento, la existencia de la crisis climática. Aun así, el legado de Francisco permanece vivo, recordándonos con esperanza un mensaje esencial:

«Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura» (Mt 6,33).


Foto de portada: Rafael Medelima-COP30 Sala de prensa

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