«Te damos gracias de todo corazón».
Julio
- Gén 18, 20–32
- Sal 137
- Col 2, 12–14
- Lc 11, 1–13
§ En la primera lectura se presenta Abraham frente a Yahvé cuando está por ocurrir el juicio y la destrucción de Sodoma y Gomorra. Abraham muestra perplejidad al no saber si Yahvé tratará con el mismo rigor a justos y a pecadores. Le pregunta a Yahvé: «¿Es cierto que vas a exterminar al justo junto con el malvado?». Abraham intercede por el justo, da la cara y apela a la compasión de Yahvé. Esta intercesión es para que el justo pueda encontrar la misericordia de Dios en medio de la atrocidad del pecado colectivo que destruye la vida de la ciudad.
§ Del mismo modo, Pablo, en su carta a los colosenses, expresa la capacidad de reconciliación en la fe en Cristo: «Ustedes estaban muertos por sus pecados […] los hizo revivir junto a Cristo: ¡nos perdonó todas nuestras faltas!». Hay un movimiento de Jesús hacia el perdón que hace posible la restauración de la vida frente a la fuerza destructiva del pecado. La reconciliación en Cristo reanima la vida comunitaria que había sido fracturada por el pecado.
§ Por ello el evangelio de Lucas señala que la búsqueda en Dios da un impulso unificador de lo que estaba separado por el mal. Para Jesús es vital pedirle al Padre: «Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe».
Nuestra deuda ha sido perdonada porque en nuestro perdón se realiza la vivencia del justo que sabe de la misericordia de aquél que nos ha amado primero.
