Evangelio del domingo 1 de junio

«Ir a las fronteras existenciales, con los excluidos y descartados, para mostrarles el amor que Jesús–Cristo nos enseñó».

Junio

  • Hech 1, 1–10
  • Sal 46
  • Heb 9, 24–28
  • Lc 24, 46–53

§ La Ascensión de Jesús no es una retirada, sino una elevación. Se coloca en la cima del universo, a la derecha del Padre, en igualdad de poder. Jesús–Cristo es el Hijo de Dios que se había vaciado de su condición divina y vivió la humillación de una muerte en Cruz, pero ahora ya es exaltado. Con la Ascensión, Jesús–Cristo es elevado, pero permanece entre nosotros. El Espíritu hará presente a Jesús–Cristo en nuestra vida, el Espíritu nos dará fuerza.

§ La Ascensión de Jesús pasa un tiempo después de su resurrección. Durante este periodo Jesús Resucitado les continúa hablando y explicando las cosas del Reino de Dios a sus discípulos; les da instrucciones y ellos hacen memoria de todo lo vivieron en los últimos años y de cómo fueron los testigos del misterio de Salvación, de lo Jesús sentía, decía y hacía. Ahora, ese «ser testigos» los transforma en misioneros para ir a los confines de la tierra y dar testimonio de que Jesús–Cristo vivió con amor, enseñó a amar los unos a los otros, que Él fue crucificado y resucitó para traernos Salvación a todos los que aceptemos su amor y practiquemos su manera de amar.

§ Esta desafiadora tarea de continuar con la misión de Jesús de la instauración del Reino de Dios sólo la podremos hacer porque seremos bautizados en el Espíritu Santo.

Jesús–Cristo promete que enviará el Espíritu Santo sobre nosotros, su Iglesia, para que podamos ir a los confines del mundo para anunciar la buena nueva; para que podamos ir a las fronteras existenciales, con los excluidos y descartados; para mostrarles el amor que Jesús–Cristo nos enseñó.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados