Acompañar con el corazón el camino de migrantes y refugiados

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) nació hace 42 años. En ese entonces el Padre Pedro Arrupe, s.j., quien era Superior General de la Compañía de Jesús y siendo testigo del contexto de violencia que había dejado la guerra de Vietnam, hizo un llamado a más de 50 provincias para prestar ayuda humanitaria. Al tiempo que los conflictos armados se extendían por todo el mundo, el jrs pronto extendería su misión y servicio a las comunidades que necesitaran de acompañamiento legal, psicosocial, educación y  de los procesos de reconciliación.

La llegada a México

En el año 2017 el jrs México llega a Tapachula, Chiapas, en el sureste de México y comienza sus operaciones, brindando servicio de acompañamiento legal y psicosocial, dando respuesta ante el inminente y creciente flujo migratorio. El equipo del jrs México comenzó a crecer para atender al gran número de solicitantes de protección internacional, debido a las miles de personas que cruzaban la frontera entre México y Guatemala.

Un momento significativo que se vivió fue sin duda la llegada de las caravanas migrantes. El puente internacional que une a los dos países se convirtió en el escenario donde miles de voces se unieron para demandar una vida digna: “Queremos pasar, queremos una oportunidad, queremos comer y no quiero morir en mi país”, fueron sólo algunas de las expresiones que nuestras hermanas y hermanos migrantes y solicitantes de refugio llevaban como petición para que los dejaran transitar por México para llegar al país vecino del norte.

Vendrían más retos en materia migratoria: los desastres naturales en Centroamérica, con los huracanes Lota y Eta, la pandemia por covid–19, las políticas migratorias y de salud de Estados Unidos, trajeron consigo múltiples desafíos, desde atender a un gran número de personas solicitantes de refugio hasta demanda de servicios de salud, vivienda y alimentación.

La suma de estos elementos nos hizo replantearnos cómo íbamos a atender a las personas que acompañamos. Durante la pandemia atendimos casos vía telefónica, prestamos ayuda humanitaria a sectores vulnerables entregando a domicilio kits maternales, femeninos y despensas, y también apoyamos a la niñez con materiales didácticos. Sin duda, ésta ha sido una experiencia de la cual retomamos las buenas prácticas y nos deja precedente para futuras emergencias.

Los retos y el camino de la reconciliación

El 2022 ha sido un año en el que las políticas migratorias de México y Estados Unidos se endurecieron aún más; las violaciones a los Derechos Humanos se multiplicaron; las condiciones de desigualdad y de violencia se agudizaron, aunado a las tensiones político–sociales de cada país y al cambio climático, lo que ha exacerbado el desplazamiento forzado de las personas, ya no sólo provenientes de Centroamérica, sino también de América del Sur y poblaciones extracontinentales.

La frontera sur se transformó por completo en su dinámica económica y social. Al recorrer Tapachula, Chiapas, podemos encontrar un panorama diverso y colorido: las telas floreadas, los colores vibrantes, los peinados característicos de las personas haitianas, los acentos de cada región se mezclan con el bullicio del lugar; el comercio informal ahora es un medio de vida para subsistir ante los tiempos de espera para obtener la condición de refugiado o la tarjeta de visitante por razones humanitarias (tvrh).

Desde el Servicio Jesuita a Refugiados (jrs)  trabajamos el área psicosocial, que es el enfoque del cuidado de la salud mental para que las personas puedan identificar y trabajar con sus procesos personales al tiempo que llevan sus trámites legales, en los cuales les acompañamos para que en sus entrevistas de elegibilidad ante la Comisión de Ayuda a Refugiados (Comar) estén más preparadas y documentadas.

Este año, si bien hemos tenido muchísimos retos, también hay grandes satisfacciones, y, sin duda, el proyecto de Reconciliación nos llena de orgullo y esperanza. Este programa tiene como finalidad crear puentes y alianzas entre la comunidad local con la comunidad de llegada, para que las personas en movilidad forzada puedan reconstruir su vida, recuperar su dignidad, puedan conocer y reconocer sus derechos humanos, y que la comunidad local los integre y les haga parte de la sociedad. Este trabajo es intenso, apasionante, ya que dentro de este proceso trabajamos con otras Iglesias, con otras organizaciones nacionales e internacionales y miembros de la sociedad civil; es un conjunto de acciones en las que instrumentamos actividades de limpieza de espacios públicos, proporcionamos medios de vida e insumos para que las personas puedan comenzar con su emprendimiento y tengan un oficio que los dignifique y recuperen la esperanza en ellos mismos.

Hoy más que nunca nuestro lema tiene más sentido: “Celebremos nuestras diferencias para construir comunidad”.

Dos mujeres que llegaron a México huyendo de la violencia de sus países de origen encontraron en el jrs México apoyo y respuesta, y hoy tienen su propio emprendimiento llamado jrs, Me Informo y Aprendo, en el cual realizan talleres de bisutería de manera gratuita para otras mujeres. Nos emociona ver cómo las buenas acciones se replican, su camino apenas comienza y confiamos que les irá muy bien.

Caminar contigo en la frontera norte de México

Por último, para dar respuesta ante el contexto fronterizo en la zona norte del país y a la gran diversidad de perfiles migratorios que transitan por Ciudad Juárez, se diseñó y puso en marcha un programa para atender a las personas en situación de movilidad forzada, con el trabajo en conjunto del Jesuit Refugee Service Estados Unidos (jrs–usa), el Servicio Jesuita a Migrantes México (sjm México) y el Servicio Jesuita a Refugiados México (jrs México), con los que creamos el programa Caminar Contigo, con el cual buscamos otorgar servicios de atención legal y psicosocial de manera itinerante en los albergues para detectar necesidades específicas como orientación legal, psicológica y de salud.

Albergue en Ciudad Juárez Foto: SJR-México

En últimas fechas hemos habilitado nuestra oficina para ofrecer atención directa. Este proyecto binacional atiende en ambos lados de la frontera en El Paso, Texas, y en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Con las medidas restrictivas del Título 42 esta norma sanitaria creada en la administración de Donald Trump y que impedía el paso a toda persona que no fuera vacunada en Estados Unidos, se consideraba a las personas como riesgo sanitario y era motivo de expulsión. Cabe señalar que esta medida continuó con el presidente Joe Biden, aunque se está a la espera de que llegue a su fin el 21 de diciembre de este año.

Aunado a esto, la ya conocida medida migratoria Quédate en México o Migrant Protection Protocols (mpp, por sus siglas en inglés), obliga a las personas solicitantes de asilo en Estados Unidos a esperar en México, mientras aguardan su proceso en la franja fronteriza, dejando a las personas en situaciones de riesgo y vulnerabilidad, ya que de este lado de la frontera no tienen garantía de que se les otorgue atención médica, alimentos, vivienda y empleo, por lo que esta medida no sólo es inhumana sino también violatoria de los derechos humanos.

Emergencias humanitarias, como la llegada de miles de haitianos a territorio mexicano o la reciente expulsión de venezolanos de Estados Unidos a México, nos dan una pauta y abren un panorama de lo que podríamos estar enfrentando el próximo año. Aspiramos a que, con nuestro acompañamiento, podamos contribuir a la construcción de un presente y un futuro esperanzador, en el que nadie sea ilegal; en el que la inclusión, la solidaridad, la empatía, la dignidad y la justicia sean parte de su vida cotidiana. Nuestra misión de acompañar, servir y defender se reafirma y se fortalece, hoy y siempre, con las personas en movilidad forzada.

2 respuestas

    1. Hola Dalia gracias por comunicarte, consideramos muy importante tu opinión.
      Si quieres puedes enviar una carta a los autores y ampliar sobre tu caso, nosotros se las hacemos llegar.
      ¡Saludos!

      Equipo Editorial Christus

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