Evangelio del domingo 19 de mayo

«Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya»

MAYO

Domingo 19

  • Hech 2, 1–11
  • Sal 103
  • 1 Cor 12, 3–7. 12–13
  • Jn 20, 19–23

§ En este Domingo de Pentecostés, Hechos de los Apóstoles narra la escena en que los discípulos quedaron llenos del Espíritu Santo. Las lenguas de fuego que se posaron sobre ellos están ordenadas precisamente a que ellos proclamaran el Evangelio en todas las lenguas posibles, a cuanto pueblo sea posible en su diversidad de culturas. El Espíritu Santo en el símbolo del viento les presidirá siempre y precederá siempre a cuanta nación anuncien el Evangelio, todos los días y hasta el final de los tiempos.

§ San Pablo en la primera Carta a los Corintios nos presenta que el origen o fuente de todos los dones espirituales y carismas, servicios y actividades, es uno solo: el Espíritu Santo que trabaja por el bien común. Éstos están ordenados hacia el mantenimiento y crecimiento espiritual de la Iglesia, cuerpo de Cristo, y en que todos los miembros gocen de igual dignidad. Además, se debe prestar principal atención a los miembros más débiles.

§ En el Evangelio de Juan el don del Espíritu de Jesús resucitado es la paz. Una paz que es fruto de ser y experimentarse perdonados en el Espíritu Santo del Señor, después de haberlo abandonado ante el terror de correr con la misma suerte que su Maestro.

La alegría de los discípulos, que lo reconocen al ver sus manos y su costado, es también don del Espíritu Santo en esa misma experiencia de vivirse perdonados incondicional y gratuitamente. El soplo del Señor sobre los discípulos, en que reciben plenamente el Espíritu Santo, continúa hoy siendo un don especial de Dios en la vivencia de los sacramentos en la Iglesia, Pueblo de Dios, especialmente en la Eucaristía, fuente y culmen de toda la vida cristiana.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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