Nuevos moldes, nuevos ojos, nuevos amigos

Camino despacio pero con prisa, con ansiedad pero sin fuerza; con la urgencia de llegar a lugares que evitaré una vez que los tenga enfrente. Lugares a los que me presentaré con las manos vacías y con los pies cansados. Camino de forma incongruente, anhelando un abrazo, pero queriendo andar por mi cuenta.

El corte que los Ejercicios Espirituales hicieron en este caminar fue incisivo. Yo sabía que me enfrentaría a cuestionamientos y crisis, pero, al llegar, no pasaron muchas horas para que me diera cuenta de que nada de mí, ninguna de mis virtudes, ninguno de mis defectos, ningún paso dado y ni una decisión tomada se salvarían de la salvajada que fueron los movimientos internos que se dieron durante esa semana.

Desde la primera ficha acepté mi destino; las preguntas brotaron sin medida y muchos aspectos de mi vida fueron puestos a prueba. Mi caminar se mostraba como lo que realmente había sido los últimos años: una serie de decisiones tomadas por medios sentimientos, de sueños pospuestos y de esperar a que se cumplieran promesas que yo misme me había hecho. Los moldes con los que había trazado mi pensar y actuar eran viejos, obsoletos.

A pesar de esto, la desesperanza no tuvo cabida ni un solo momento, un aura de emoción y expectativa envolvía mis meditaciones y contemplaciones. Me sentía cual niñe descubriendo el mundo, mis ojos renovados sentían un abrazo y escuchaban una voz que llegaban con una fuerza formidable. Era una presencia familiar pero nueva al mismo tiempo, alguien a quien sentía que conocía, pero que no le había dado la oportunidad de conocerme a fondo, con calma, aunque ella ya sabía quien era desde hace mucho tiempo.

Encontré a Dios–madre y Dios–padre, conocí a su hijo y al Espíritu en el que puso su amor incondicional; las palabras se quedan cortas para describir las sensaciones y emociones que brotaron en mí cuando se dio este encuentro. Éramos como un grupo de nuevos amigos rompiendo el hielo y dejándonos conocer.

Ese amor, en el que me vi envuelto, se manifestó también a través de la memoria, a través de revisar ese conflictuado caminar y, con una mirada amorosa, poder apreciar el paso de mi Madre; uno que, contra mis propias expectativas, sí había estado siguiendo.

Los rostros y nombres de mi pasado y presente me dejaron seguir desenredando mis recuerdos y poderlos abrazar; las miradas, los abrazos, los besos, los gestos y las palabras, junto con otras muestras del amor eterno de Dios, dieron paso a que comenzara a construir los nuevos moldes, moldes esperanzados y apasionados.

Llegué al final de la semana con un consuelo que no había sentido hace mucho tiempo, con agradecimiento, esperanza y con un montón de invitaciones que, honestamente, también me llenaron de miedo y ansiedad, pues eran muchas las reformas y los cambios en mi estado de vida que tenía que hacer, pero, con el consejo de mi acompañante, la presencia de mis compañeros y compañeras de ejercicios, el apoyo de mis amistades y familia y el abrazo eterno que encontré durante esa semana, mi caminar volvería a ser seguro, firme y sobre todo, amoroso.


Imagen de portada: mariavs-Cathopic

8 respuestas

  1. Sobrino que hermosas palabras , me dejas sin aliento y con una enorme hambre de sentir esa experiencia . Te adoro
    Súper orgullosa de ti
    Tqm♥️

  2. Felicidades!…
    Sintonizo contigo..Hice ejercicios espirituales en Casa San Javier en Xochimilco .
    Una experiencia «transfigurante».. y gracias a un gran acompañante , el encuenro siempre nuevo con Jesús de Nazareth, tan humano y tan divino. La experiencia del encuenro con el Jes´s Resucitado.. Que la experiencia del encuenro con Él,siga ilumnando tu vida y la de cada persona que tenga un encuentro contigo…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Síguenos en nuestras redes sociales
Suscríbete al boletín semanal

    Enlázate con
    Previous slide
    Next slide