El texto siguiente es una propuesta de meditación para el tiempo de Adviento, inspirada en la obra musical de Ariel Ramírez «El Evangelio Criollo», escrita por el sacerdote jesuita Amado Anzi. A partir de su letra –que canta el misterio del nacimiento de Jesús en lenguaje y sentir popular latinoamericano–, se ofrecen algunas provocaciones del Espíritu que invitan a contemplar el Adviento como un camino de esperanza, encarnación y encuentro. Para acompañar la lectura, agregamos el enlace a la música original, de modo que el mensaje sonoro pueda entrelazarse con la palabra y así enriquecer la experiencia de oración.
«p’preguntarle a María, si en nombre de Dios quería ser madre del Redentor»
Recibí de CHRISTUS su atenta invitación a escribir del adviento, año 2025. Acogí muy gustoso esta distinción. De la dirección editorial me escribieron «se trata de un texto sobre adviento, para abrir la temporada navideña». Luego luego bulló en mí la intuición ¡algo musical! Eso musical fue este verso, que he cantado y oído cantar: «Al pago de Palestina, con un mensaje de amor se apeó el chasqui del Señor…»
Dejé madurar la intuición, hasta hoy, que ya empieza a dar de sí, madura hasta poder ser escrita. Sin más prólogo que la reiterada gratitud a CHRISTUS, empezamos:
El tiempo litúrgico del adviento me encanta. De ése, he escrito y predicado varios ciclos de homilías dominicales. Evoca, alegra, consuela, convoca a la esperanza. Y sí, espera; ante todo esperar y celebrarle a Cristo Jesús su nacimiento.
La espera… También festeja y atiende cualquier esperar, bien sea a un hijo o a un ausente que va a regresar; ¡a una sólida paz contra la guerra! A, en fin, al «bien de Dios» –como esperaba y recibía mi mamá. De esas varias esperas, elegí para este escrito concentrarme en la espera del nacimiento de Jesús, según el tiempo de Dios, «p’salud de los mortales».
Versificadamente acompañémonos, en adviento.
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Al pago de Palestina
con un mensaje de amor
ce apeó el Chasqui del Señor
p’preguntarle a María
si en nombre de Dios quería
ser Madre del Redentor.
Un pago… ¿Sería como una ranchería mexicana…? Dios elige con sabiduría a quien quiere, cómo y dónde quiere. Esperamos. También ahora estarán por venir quienes, elegidos por Dios, han de recibir de nosotros un mensaje de amor llamado el Niño Jesús.
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Vendrá el Espíritu Santo
su sombra te cubrirá,
y en adelante serás
la Madre del Dios visible
porque nada es imposible
a su Eterna Majesta’.
Dice el libro del Génesis, 1, 1-2: «En el principio (…) las tinieblas cubrían el abismo; y el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas» … aguas que esperaron milenios para ser bautismales. ¡Ese Espíritu espera con nosotros! «Porque nada es imposible a su eterna Majestad».
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«Hágase su voluntad»
le dijo entonces María
y dende aquel santo día
tuvo el hombre la esperanza
que en la divina balanza
siempre el amor ganaría.
«Santa María, de la esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera» (Juan Ant. Espinosa). Dende aquel santo día tuvo el hombre la esperanza, seamos pues «misioneros de esperanza» como lo propuso el papa Francisco, y lo ha confirmado el papa León XIV, en este año del Jubileo. Y que en la humana balanza, el gane al amor le demos.
«Santa María, mantén el ritmo de nuestra espera»
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Llegó así el tiempo sagrado
en que Dios debía venir.
el rey, p’saber su influir,
mandó empadronarse a todos,
y ansí a Belén, de este modo,
José y María se han de ir.
golpiaron puertas y hogares,
pero en todos los lugares
no tenían lugar par’ellos.
Adviento es esperar, es el hecho de que Él viene y que Dios se realiza en el mundo a través de situaciones humanas… esperables.
Estas situaciones pueden ser tan mundanas como «empadronarse, o el rey p’saber su influir». Aunque no haya lugar par’ellos, para José, Maria y su Hijo, como tampoco hay lugar para las personas migrantes, para los que piden refugio.
Son tan humanos y tan sagrados, a la vez, los nueve meses que todos vivimos, al menos una vez.
«Mi niño, que esperar sea esperarte».
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Y llegó el tiempo de Dios
p’salud de los mortales,
como un pimpollo que sale
floreció el divino niño
y la virgen con cariño
lo envolvió con los pañales
En mi estancia como sacerdote del Templo de la Inmaculada Concepción en Oaxaca –yo lo vi– la madrina del Niño Jesús se lo arrulla en el regazo cuando acaba la Misa del Nacimiento. ¡Con cuánta anticipación y alegría ella espera ese arrullo! Fácil es y muy lindo arrullar así; el Señor espera que igual cuidemos toda vida que viene.
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Nació en un hueco de olvido
pudiendo nacer con fama.
Jue recostado en la grama
porque ni apero tenía.
Pudo ser reina su máma
pero fue Máma María.
Nació en un hueco de olvido, pudiendo tener fama y ella ser reina…
San Ignacio de Loyola nos dice en “el Principio y Fundamento” «que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta y, por consiguiente, todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin para que somos creados».
Máma María: ¡eres triunfo pleno d’sta pobre espera!
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Velando algunos pastores
su majada en derredor
los envolvió el resplandor
de un ángel que les decía
«no teman, hoy es el día
que ha nacido el salvador».
S i l e n c i o, no teman –dice el evangelio. ¿Cuál chiquilín duerme profundo la madrugada de Navidad (o Reyes) …? Velar es verbo unido a «poner mucha atención». Una invitación a mantenerse despiertos, a cuidarle la espera a quienes duermen.
Misioneros ¡a pastorear la esperanza!
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Mientras iban los pastores
p’ver si esto era veraz
un ejército fugaz
de ángeles canta y murmura:
«Gloria a Dios en las alturas
y al hombre güeno la paz».
Pastoreándola, ha de llegar la esperanza, como allá les llegó. Veraz va llegando, ha llegado a las santas y santos de nuestra devoción, y a «los de la puerta de al lado» –escribió el papa Francisco. ¿Quiénes son? Individuos humanos güenos, gentes de esperanza y de paz.
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Después que lo presentaron
al templo según las leyes
de lejos llegaron reyes
de una estrella conducidos
p’adorar al Dios nacido
en un pesebre de güeyes.
También de «las leyes» se puede, todavía, esperar esperanza… si se la espera de una estrella conducidos. Esa estrella que conduce es Dios nacido en un pesebre de güeyes.
En un pesebre, no en palacios, ni en desquites; paciente y fielmente esperado… ¡nacido!
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Cuando se paró la estrella
en la casa del Señor
dentraron al interior
p’darle de sus regiones
los perfumes y lociones,
con el oro de su amor.
Y de pronto se detiene tan hermosa conductora en donde estaba El Señor. Él abre con su pobreza los tesoros de riqueza que el hombre tiene en su haber: los perfumes (la ternura), las lociones (los perdones), y el oro: tu corazón. Su vida es la esperanza cumplida.
Para saber más:
Las 12 canciones contenidas en EL EVANGELIO CRIOLLO (Letra Amado Anzi S.J. Música, Ariel Ramírez. Los Pucareños) están en la lista de reproducción accesible mediante este enlace:
https://www.youtube.com/playlist?list=OLAK5uy_m9eUMZI8ZMmoY5ba9mJU9DB1mOqmrqVQI
Foto de portada: Cathopic con ajustes en IA






