La era del gaming

«Jesucristo también puede romper
los esquemas aburridos en los cuales
pretendemos encerrarlo
y nos sorprende con su
constante creatividad divina.»

Juan Pablo II

Al ser humano siempre le ha interesado “crear”, dar rienda suelta a sus sueños para transmutar sus ideas abstractas en algo tangible, útil. Mejorando en algún rubro la calidad de vida de sus comunidades. Pero nadie hubiera advertido que el gaming se volvería toda una dimensión de oportunidades para cumplir ese sueño.

Hoy la palabra gamer hace referencia a aquella persona que es amante de los juegos de video o juegos electrónicos que se reproducen en cualquier tipo de consola o dispositivo. Pero el concepto gamer en realidad surgió alrededor del año 1422 para referirse a aquellos que jugaban juegos de azar (gamblers) que involucraban cartas o dados. ¿Quién hubiera pensado que, siglos después, se convertiría en la industria cultural más rentable y con mayor crecimiento año con año? Solo para ponerlo en perspectiva, la industria del gaming —que incluye también a las apuestas— genera más ingresos que la industria del cine y de la música juntas.

El gaming ha ido evolucionando con los años, pero desde sus primeros minutos de existencia surgió como un espacio para interactuar con el otro. El primer juego accesible para todos fue el pong, un juego cuyo único objetivo era competir con el otro para ver quién lograba un punto, a costa de los reflejos del jugador oponente. Y precisamente este es el núcleo vital del gaming: la competencia. El concepto competencia viene del latín compětere,que significa “aspirar” o “ir al encuentro de”, es decir, el gaming es un espacio en el que los jugadores van al encuentro, al mismo tiempo y con un mismo objetivo en común, cada uno poniendo al servicio del juegoy del otrolas habilidades propias para dar sentido al juego mismo, ya que sin habilidad y sin voluntad para competir o acceder a este encuentro el juego pierde su sentido, pero, a su vez, da acceso a una unión y un proceso de socialización que establece sus propias reglas, su propio lenguaje, y hasta permite crear una propia una personalidad específica para cada encuentro.

Desde juegos multijugador hasta aventuras cooperativas, el gaming tiene el poder de crear vínculos fuertes y cultivar un sentido de comunidad. Un estudio publicado por la revista Psychology of Popular Media Culture demostró que en los gamers que jugaban en línea con otros había un sentimiento de pertenencia y conexión. Además de esto, el gaming puede proveer de un espacio seguro para conectar y compartir con otros los mismos intereses y valores, en un mundo en el que a veces las personas se sienten aisladas y desconectadas por su volatilidad y rapidez. El gaming es también el campo en el que podemos fallar, acertar, crecer y explorar nuestras capacidades, sin el peso del juicio social preestablecido por nuestra cultura.

Desde un punto de vista espiritual, el gaming inclusive puede permitirnos encontrar propósito y significado al observar y manipular a personajes que desempeñan el papel de héroes comunes y corrientes, y que, con nuestra ayuda, se vuelven extraordinarios poco a poco, a la par de desarrollar otras cualidades humanas como la paciencia, la perseverancia y el trabajo en comunidad.

Uno de mis primeros juegos, y que a la fecha sigue siendo uno de mis favoritos, es “La leyenda de Zelda”, en el que uno juega con un personaje que es llamado a la acción, pero es un humilde aldeano, sin herramientas. Poco a poco el juego nos permite encontrar maneras de mejorar y obtener nuevas armas para vencer las fuerzas del mal; gracias al proceso de acercarnos con el otro, interactuando con la población del mundo en el que el personaje habita, descubriendo cómo puedes ayudarles con sus problemas cotidianos, que, sin saberlo, nos dotarían de grandes conocimientos y objetos para cumplir la meta: traer la paz al mundo.

Creo es momento de romper con el estigma contra el gaming y observar cómo en realidad es simplemente otro lugar de encuentro que nos dota de nuevas herramientas, nuevas personalidades y reglas que nos permiten explorar nuevas facetas de nosotros y de otros, creando comunidad, mejorando nuestras virtudes, conociéndonos mejor y, sobre todo, que nos permite entender una de las más grandes lecciones de la espiritualidad misma: el encuentro con el otro, que nos abre la puerta a ser y crecer.


Foto de portada: depositphoto.

Un comentario

  1. Muy interesante tu punto de vista Horacio. Nos ayuda a quitar el estigma negativo sobre el gamer y nos confronta a ser propositivos y creativos frente a está herramienta.

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