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La alegría de vivir el evangelio

Para esta entrega he querido utilizar la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate (GE) como un punto de partida para reflexionar y relacionar algunos de sus aspectos más importantes con cuatro películas. En ellas vemos perfectamente ejemplificadas las respuestas que varias personas dieron al llamado que Dios hace para vivir la santidad, concretamente en el mundo en que vivieron. Un llamado que, según el papa, «es también para cada uno de nosotros». Vale la pena entonces, analizarlas desde esta perspectiva.

Crónica de un hombre santo
(Dir. Cristian Mason, Chile, 1990, 121 min.)

Esta película, que narra la vida del padre Alberto Hurtado, S.J. (1901-1952), es una adaptación de la miniserie que llevó el mismo nombre y se transmitió durante 1990 en la televisión chilena. Nos presenta en orden cronológico los hechos más relevantes de este sacerdote jesuita, desde su entrada a la Compañía de Jesús hasta su muerte. En todos sus ministerios, entre ellos, acompañante espiritual y de Ejercicios Espirituales, profesor, asesor de la Acción Católica y de las Congregaciones Marianas, pero principalmente, fundador del Hogar de Cristo, una de las más importantes asociaciones de apoyo a los excluidos de Chile, podemos ver al padre Hurtado como un contemplativo en la acción, ya que supo combinar la vida espiritual con el apostolado social. A este respecto, recordemos las palabras de Francisco: «No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo y se incorpora en el camino de santificación» (GE, 26). En la vida de este santo encontramos pues, a un jesuita que supo relacionar su vida de fe con la contemplación y acción. Película disponible en https://youtu.be/Xh-kzODQv84

Una vida oculta (A Hidden Life)
(Dir. Terrence Malick, EUA, 2019, 180 min.)
La película basada en la vida del beato Franz Jägerstätter, es una parábola cinematográfica que nos conmueve y nos adentra en los misterios de la vida, del sufrimiento y del amor. Jägerstätter es un héroe anónimo que no quiere hacer daño a nadie y mucho menos matar, por eso se niega rotundamente a cooperar con la guerra, a jurar lealtad a Hitler y a luchar junto a los nazis como lo han hecho los demás hombres de su pueblo. Después de ser acusado de antipatriota, es finalmente encarcelado y aún en la prisión mantiene una fe a prueba de todo. En el testimonio de Jägerstätter, viene a cuento lo que Francisco nos señala: «Jesús recuerda cuánta gente es perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por la justicia, por haber vivido sus compromisos con Dios y con los demás. Si no queremos sumergirnos en una oscura mediocridad no pretendamos una vida cómoda, porque ‘quien quiera salvar su vida la perderá’» (GE, 90).

Lazzaro feliz (Lazzaro Felice)
(Dir. Alice Rohrwacher, Italia, 2018, 125 min.)
El filme se centra en la historia de Lazzaro, un joven campesino, sencillo y servicial, que vive en La Inviolata, una aldea que ha permanecido alejada del mundo y controlada por la marquesa Alfonsina de Luna. Este personaje refleja una bondad excepcional, transmite mucha paz y siempre está dispuesto a ayudar. La narrativa cinematográfica mezcla magistralmente elementos sociales, simbolismo religioso y fantasía que nos hace pensar un poco en el cine de Pasolini. A propósito del amor que Lazzaro nos muestra, recordemos lo que el papa nos propone: «es posible amar con el amor incondicional del Señor, porque el Resucitado comparte su vida poderosa con nuestras frágiles vidas: Su amor no tiene límites y una vez dado, nunca se echó atrás. Fue incondicional y permaneció fiel. Amar así no es fácil porque muchas veces somos tan débiles. Pero precisamente para tratar de amar como Cristo nos amó, Cristo comparte su propia vida resucitada con nosotros» (GE, 18)

Fotograma Moscati, el médico de los pobres (Giuseppe Moscati: L’amore che guarisce, dirigida por Giacomo Campiotti, Italia, 2007

Moscati, el médico de los pobres
(Giuseppe Moscati: L’amore che guarisce)
(Dir. Giacomo Campiotti, Italia, 2007, 124 min.) Para muchos, parecería imposible que un profesionista de gran notoriedad y fama fuera santo. Sin embargo, podemos ver el ejemplo de san José Moscati, un médico, investigador y profesor universitario, quien más allá de sus logros profesionales, es enormemente cercano con todos sus pacientes. «Estamos trabajando más que con cuerpos, con almas inmortales», nos dice en una parte de la película. Ésta, aunque no alcanza a cubrir su vida completa y sólo nos muestra sus aspectos más esenciales, logra mostrarnos brevemente, con una pizca de humor y ternura la entrega de Moscati. A lo largo de la trama, podemos darnos cuenta cómo va dejando atrás el prestigio social y profesional para dedicarse a los más necesitados. Su trayectoria se ve reflejada en lo que el Concilio Vaticano II destacó con fuerza: «Todos los fieles, cristianos de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» (GE, 10). Película disponible en https://youtu.be/eh_6mqS1LIU 

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