Como equipo editorial de la revista Christus, nos complace presentar una serie de entrevistas realizadas a mujeres diversas, con contextos y creencias distintas.
Consideramos que es necesario amplificar su voz, especialmente de aquellas que han sido relegadas, para poner atención a su experiencia tal como la cuentan. Estas historias pueden ser disruptivas en algunos casos, pero es primordial enfatizar sus proyectos y militancias de vida, y recuperar relatos llenos de esperanza. Necesitamos escucharlas para conocer más profundamente el mundo en el que estamos y la misión que se nos llama a vivir como Iglesia de Jesús, quien se ha encarnado en cada uno de nosotros.
Las siguientes historias no necesariamente representan la opinión de la revista. A través de esta serie de textos, esperamos contribuir al diálogo sinodal propuesto por el papa Francisco y destacar la necesidad de incluir voces diversas en la reflexión y acción pastoral de la Iglesia.
Lo que mantiene viva a Itzel Lara es la escritura; un proceso vital y necesario en el que no importa si lo que escribe es sólo para ella. Con su pluma ha logrado aparecer en los créditos de grandes producciones cinematográficas, en industrias televisivas como Televisa, TV Azteca, en Netflix y Fox, y también como dramaturga de importantes obras teatrales. Con sus puños, su imaginación, sus personajes y su disciplina, cuatro ases que le acompañan, Itzel apuesta a la escritura como algo personal.
En el marco del Día Internacional de la Mujer hay mucho que compartir de ella y su hacer creativo, y es una oportunidad perfecta para conocer más de cerca las luchas que encabeza esta guionista dedicada a la escritura de ficción en una industria completamente dominada por hombres.
Su pasión por el teatro llegó desde niña, pues un amigo de la familia era bodeguero del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y junto con Marlen (su mejor amiga) jugaban entre las escenografías de las obras. Quizás esas tardes de juegos sembraron en Itzel la semilla de las artes. Así comenzó su prosa en la voz de una pequeña e imaginativa Itzel, que a los ocho años creó su primer poema. Emocionada y orgullosa por su creación corrió hacia su abuelo para recitarle aquellas palabras.
Itzel compartía con su abuelo un peculiar ritual que consistía en rezar el rosario y luego de las letanías ver una película de Pedro Infante. De ahí que hoy conozca todas las películas de la época del Cine de Oro.
En ese momento su abuelo le sugirió que debía firmar su obra, “pues eso hacen las escritoras”, le dijo. Desde entonces esa firma acompaña sus libros, sus guiones y cualquier creación propuesta por Itzel; pero fue hasta la secundaria cuando decidió dedicarse al teatro.
Una de las anécdotas que más recuerda Itzel es cuando su maestro de Español, Obando, al que recuerda como “un hombre de letras”, le propuso realizar una pastorela. Después se le ocurrió escribir otra obra para presentar en el teatro escolar, Obando aceptó y la escribió completamente sola, tenía trece años.
La dramaturga cuenta que hace poco se reencontró con ese libreto y lo rompió: “Me quedó horrible. Era una obra que hablaba de un centro de rehabilitación y había quien se drogaba y quien se quería suicidar. Regresé con mi maestro Obando y le dije que había fracasado y que mejor había que montar Vaselina”.
Itzel destaca que entre todas las cosas que quería ser de niña estaba la de ser monja, y hasta dio clases de catecismo,pero su camino tomó otros rumbos: “Yo estaba bien con Dios hasta que se murió mi abuelo, entonces mi relación con Dios ha sido un poco problemática, pero creo que la fe y Dios es algo muy personal. Hay una corriente cabalística, que me fascina, que habla de lo divino”.
Lara separa la concepción judeocristiana de su espiritualidad y la aterriza más bien en la esperanza. De niña vivía en una colonia problemática, peligrosa e insegura; se aferró a la escritura porque tenía claro que eso era lo que la mantendría viva y podría sacarla de ahí. Itzel define la fe como el motor que “te mueve a sobrevivir”, por eso ella siempre ha puesto su fe en la escritura.
Ya en edad más adulta, Lara decidió estudiar en la Facultad de Estudios Superiores (FES Acatlán de la UNAM) y a la par también estudiaba escritura en la Escuela de Escritores de la Sogem, en donde fue alumna de varios escritores, entre los que destaca a Hugo Argüelles, el genio mexicano del humor negro. Después adquirió una beca en TV Azteca durante un año, en donde le enseñaron a escribir guión para televisión. En años recientes ha recibido estímulos como el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), con los que sigue explorando su arte.
El alumno hereda la voluntad del maestro
Itzel Lara fue maestra en la mayoría de las escuelas de escritura y cinematografía del país, entre las que destacan el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), la Escuela de Cine Veracruzana Luis Buñuel, el Centro Villaurrutia y la Facultad de Cine.
En sus clases a Itzel le gusta adentrar a sus estudiantes en las páginas del llamado “Teatro del Absurdo”, aquel que hizo famoso el dramaturgo Samuel Beckett con su obra Esperando a Godot, publicada en 1952.
Para Itzel el guión es algo muy específico, pues tiene que cumplir con ciertas características necesarias para adaptar una historia a película, serie o cortometraje, una estructura. Pero por encima de las reglas básicas (inicio, nudo y desenlace), explica que hay un midpoint, un detonante o un clímax que permite ir desarrollando la historia.
“Cuando enseño guión no me gusta enseñar estructura. Más allá de conocer la técnica debes de conocerte a ti mismo, en lo que eres bueno. Eso te ayuda a escribir mejor”, dice la escritora poniendo énfasis en la importancia de la teoría dramática. Y añade: “Si no dominas la teoría dramática, no te va llevar a nada bueno, y más si no dominas esa herramienta (como cualquier otra), porque no podrás discernir si tiene potencial, o tiene lógica, dentro del universo que estás creando”.
Hace año y medio Itzel dejó de dar clases en todas las escuelas en las que trabajaba. En los últimos años, en redes sociales, se han hecho públicas denuncias de varias de sus alumnas que señalan a sus violentadores, quienes resultan ser los mismos maestros, colegas y hasta sus estudiantes.
Fue durante el año 2021 cuando alumnas del Centro de Capacitación Cinematográfica de México publicaron las ‘landetas’ o ‘tendederos’ en los cuales expusieron varios de los casos de acoso, desde violencia física, verbal, comentarios machistas y misóginos hasta casos de abuso. Itzel, como profesora y como mujer, tuvo que tomar una postura: “Soy muy creyente de que el alumno hereda la voluntad del maestro. Era muy incongruente para mí mantener algunas amistades que habían cruzado límites y habían cometido abusos hacia alumnas. Dije no, no puedo con esto. No puedo mandar a los alumnos a la boca del lobo, y renuncié”.
La mayoría de las escuelas de cine de México comparten a los mismos maestros, y aun con denuncias, los agresores (alumnos y docentes) continúan en las instituciones, públicas o privadas sin ser sancionados ni retirados del cargo.
“El acoso y el machismo no sólo está en las escuelas, también está en el medio”, cuenta Itzel, quien reflexiona cómo entró en el medio. “Hará de unos cinco años para acá que se pone el foco en las guionistas mexicanas (…) Pero siempre he pensado que es de dientes para afuera”.
Itzel trae a la memoria el cuarto de escritores de la primera serie importante en la que participó, en donde las órdenes eran claras: ‘Queremos chichis y traseros’, pues la serie estaba dirigida al público masculino. Itzel recuerda que los comentarios a su trabajo no giraban en torno a la trama o las descripciones de escenarios, sino que les faltaba ver más piel. “Y entonces ya tenía que acotar; vemos a una mujer en bikini…”, explica la guionista.
En ese sentido, Itzel asegura que dedicarse a la escritura es una carrera de resistencia con muchos tropiezos, pero también es un lugar que se han ido ganado terreno ella y otras tantas escritoras talentosas: “Después me empezaron a llamar más (…) las plataformas y productoras no tenían identificadas a las mujeres que escribían. Entonces nos llamaban a tres mujeres guionistas y ése fue el momento en el que las mujeres dijimos: ‘Tenemos que agarrarnos de aquí para aprovechar este impulso y empezar a meter a otras mujeres’. Y sí, ahorita hay un cambio. Pero creo que es porque la industria sabe que necesita de eso para estar en la conversación. En los proyectos que estoy haciendo ahorita puedo elegir a mi equipo como jefa de escritores y busco puras mujeres, y cuando me llegan a invitar ya estoy trabajando en cuartos de escritores en donde hay puras guionistas, la energía es otra”.
Del teatro al tarot
Itzel llegó al guión (de cine y televisión) por la dramaturgia. Aunque en la entrevista deja en claro que si pudiera vivir sólo de escribir teatro dejaría de hacer guiones para la pantalla. Al igual que con sus guiones de teatro, Lara recuerda que sus primeras páginas de escritura eran una mezcla entre lo triste y lo gracioso, y se jacta de tener un humor negro muy peculiar.
“Tú descubres tu técnica, y en el momento en que ya la dominaste adquieres tu propio estilo. La dominas y después evolucionas”, me explica Itzel cuando le pregunto sobre cómo armar un guión.
Lara reconoce que parte de su obra ha estado marcada por la fibrosis pulmonar que padeció su mamá y su hermano, ya fallecidos, y cuyas vivencias la ayudaron a la construcción de muchas de sus historias. Y es que a Itzel le gusta enfrentarse con lo duro, hablar de esas cosas que son incómodas: la enfermedad, la muerte, lo finito. Muchas de sus obras hablan de enfermos terminales, duelo, muertes y personas con problemas mentales. Como su obra de teatro Anatomía de la Gastritis, que, según dice, no vuelve a leer. Pues, como todo escritor, reconoce que hay errores que quisiera cambiar. Sin embargo, la pieza le abrió espacios y se presentó con mucho éxito.
Su primer ciclo de creaciones está encabezado por Los 33 nombres de Dios y la película Distancias cortas, la cual le valió una nominación al Ariel por Mejor Guión Original. Su segundo ciclo creativo está más bien orientado a los monstruos; la obra teatral Palimpsesto y la película Estanislao, que relatan historias de seres extraños y raros.
Actualmente trabaja con historias de personas con problemas de salud mental, como la de Diane Arbus, que aborda la vida de una enigmática fotógrafa que comete suicidio. Dice que le interesa abordar “lo que es ser mujer artista, sin hijos, por decisión propia”.
En la actualidad el desarrollo de programas de inteligencia artificial que buscan sustituir el trabajo de los escritores, los guionistas y los redactores, está en total tendencia, pero Itzel se la juega ante las máquinas y ha creado un método novedoso y creativo para estimular su creatividad a través del collage y el Tarot.
Ahora busca abrir brecha con nuevas técnicas creativas: “Lo que estoy planeando es enseñarles a mis alumnos la dramaturgia del cuerpo. Cómo el cuerpo puede ser un elemento dramático que determina una historia”, dice Itzel.
La entrevistada me cuenta que la pandemia la dejó lastimada, pues recordaba constantemente la enfermedad que sufrieron su madre y su hermano. Por ello se adentró al mundo del collage y descubrió que se podían contar historias con imágenes y recortes. De esa manera escribió la obra Instrucciones para sembrar un jardín.
Itzel me cuenta que los arcanos mayores del Tarot le han servido para explorar el argumento narrativo del viaje del héroe, aquella estructura básica a la que recurren los escritores de ficción para crear guiones.
Hace memoria y su primer acercamiento al Tarot fue por una tía; una mujer incomprendida en su época, pues era la solterona del pueblo, además de fotógrafa del periódico local y tarotista. Itzel recuerda la vez que su tía le leyó las cartas, lo que terminó muy mal y eso la hizo alejarse del Tarot. “No quería terminar igual que mi tía”, dice.
Años después su esposo le regaló unas cartas de Tarot y un curso para aprender a usarlas. Así se aventuró en el conocimiento creativo por medio de los arcanos y se ha convertido en una tarotista que, además de echar las cartas a sus conocidos, lo hace también a sus personajes de ficción. De esta manera se ayuda a construir situaciones y le pregunta a las cartas si su personaje logra salir del problema o no.
“Este taller que tengo en mente y que estoy ideando explora estos lenguajes: Tarot, collage y dramaturgia, pero con más conocimiento”, concluye la entrevistada con mucho entusiasmo. Y es que esta iniciativa la imagina como un lugar seguro para las alumnas que quieran asistir a una escuela de cine para adquirir conocimientos de escritura y que les permita seguir abriendo caminos de igualdad en esta industria.
Foto de portada: Itzel Lara