Itinerario joánico: La Palabra en camino (I)

A la época actual se le ha descrito como un tiempo de «rápida decadencia de credibilidad del mensaje cristiano, ante todo, en las naciones industrializadas occidentales», como lo plantea el teólogo alemán Johannes Beutler. En la confusión de hoy sentimos la urgencia de un mensaje alentador: el del Cuarto Evangelio.

Por lo que propongo su lectura, en tres partes, desde una perspectiva particular: la de un camino, el de la Palabra Encarnada. En su recorrido el escenario va cambiando de ambientación. Nos sorprende la riqueza de símbolos, diálogos y expresiones. Vamos encontrando a un Dios cercano que camina en nuestra historia, con rostro humano, siguiendo a Silvano Fausti.

Los personajes aparecen en su mundo ordinario. «La Palabra», personaje central, ‘desciende’, se encarna, y se pone en marcha. El Evangelio sigue su trayecto, que se traza en torno a los pequeños: pobres, enfermos, pecadores. Su suerte se juega en la defensa de estos ‘deshechos’ de la humanidad. Como consecuencia, será ‘contado entre los malhechores’ y eliminado. En esta dirección va el comentario de Beutler:

«Así como Jesús, según los evangelios sinópticos, muestra su preferencia por las personas socialmente marginadas, recaudadores de impuestos y prostitutas, así también por las personas pertenecientes a los pobladores religiosamente marginados: samaritanos y galileos, según el evangelio de Juan».

La atención en estas páginas se concentrará en el itinerario del Verbo Encarnado, dejando de lado las anotaciones exegéticas que podrían hacerse. Observaremos los encuentros y las acciones, tratando de descubrir la misión de la Palabra, en su paso por nuestra historia. Unos hombres la encuentran, sorprendidos, y la siguen; otros la buscan, desde su necesidad; pero otros se escandalizan y se le oponen. No es un camino llano, sino escabroso. Un recorrido que provoca y cuestiona. El lector se siente invitado a tomar parte. No puede permanecer neutral.

Movimientos iniciales

1. Vino a los suyos (1,11): es el primer movimiento de la Palabra. Sale de ‘su eternidad’ junto al Padre, y viene «a los suyos». La connotación de acercarse, de venir a un encuentro, está presente desde el principio. Parecería que esta expresión se está refiriendo al pueblo de Israel: los suyos no la recibieron (11,16). Sin embargo, como sostiene Beutler, la perspectiva universalista del texto joánico «desaconseja» esta opinión. En esta visión de amplitud universal, podríamos estar incluidos también nosotros, los miembros del nuevo pueblo de la Alianza.

2. El versículo central: La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros (1,14). La encarnación señala el momento inicial de su aparición en nuestra historia, cuando asume la carne, la forma humana de existir. La expresión joánica hacerse carne indica su descenso profundo a nuestra debilidad radical, sin excluir la muerte. Desde ahí va a manifestar el rostro del Padre.

La Encarnación es un misterio que nos rebasa y nos resulta incluso escandaloso, como afirma Gerald Glynn O’Collin. Tema central, sin duda, en la teología joánica, como se deduce de la afirmación de I. de la Potterie:

La sintesi giovannea è costruita piuttosto intorno al tema dell’Incarnazione e della rivelazione che ci viene fatta in Cristo: in Gesù, il Verbo fatto carne, si manifesta a noi la gloria del Figlio unigenito e del suo rapporto col Padre.

San Pablo, con su himno de Filipenses, nos ayuda a entender el descenso de la Palabra:

El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre (2,6–9).

Aquí nos muestra Pablo los distintos momentos del itinerario de Jesús, según sostiene Maggioni:

L’inno celebra il cammino che Gesù ha percorso. L’arco è completo: la preesistenza, l’incarnazione, la vita terrena, la morte in croce, l’esaltazione. Ho scelto di proposito il termine cammino per sottolineare che l’inno non è una speculazione sulla natura di Cristo, né direttamente un discorso sulla sua persona, ma il racconto della sua storia.

La expresión ‘puso su morada entre nosotros’ indica una permanencia: vino para quedarse, no para una visita pasajera. El resto de la narración joánica será una descripción del camino de la Palabra encarnada.

3. Testimonio del Bautista (1,19–36)

Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (1,29)». Con el modo de llamarlo, el Bautista coloca a Jesús en el lado humilde: Cordero de Dios, expresión que indica bíblicamente una figura de mansedumbre, en relación con el sacrificio. Todavía, al dar testimonio de sí mismo, en la respuesta a la pregunta: ¿Quién eres tú? (1,19), el Bautista dice, citando a Isaías: Yo soy voz que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor (1,23).

El testimonio ulterior del Bautista completa el cuadro de la Palabra itinerante:

Viene un hombre detrás de mí, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo (1,30). Y más adelante: Fijándose en Jesús que pasaba, dice [repitiendo la expresión]: «He ahí el Cordero de Dios» (1,36).

El diálogo con los primeros discípulos (1,35–39) desvela otro rasgo interesante de este movimiento. A la pregunta de los discípulos de Juan: Rabbí, ¿dónde vives? (1,38), responde: Vengan y lo verán (1,39). El autor no explica nada respecto de esta morada. ¿Sería una casa? ¿En una localidad urbana? ¿En una aldea? El estilo joánico no ofrece explicación. Sólo añade: Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día (1,39).

Más que de una morada física, se trata quizá de la convivencia con Jesús. Según otro texto evangélico, Jesús no tiene casa (el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza: Lc 9,58). La comunidad cristiana, en los siglos venideros, descubrirá que la verdadera morada del Cordero es el amor.

4. La boda de Caná (2,1–11)

En su recorrido, la Palabra llega a participar en una fiesta popular, de la vida concreta de sus contemporáneos. Gente sencilla, como él, de recursos limitados: ¡se les acabó el vino! La actuación de Jesús salvará la situación.

A la indicación de la madre: No tienen vino (2,3), Jesús responde con una frase extraña, que parece una negativa: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora (2.4). La mención de la hora es una referencia anticipada de lo que será la meta de su camino (el momento de «pasar de este mundo al Padre»).

En las siguientes entregas exploraremos otros signos de La Palabra, en los textos joánicos.

Imagen: Carolina BR-Cathopic


Para saber más:

J. Beutler, Comentario al Evangelio de Juan. Edit. Verbo Divino, Estella Navarra, España, 2016, 35 (orig. Das Johannesevangelium. Kommentar. Herder, Freiburg, 2013).

S. Fausti, Una comunità legge il vangelo di Giovanni. EDB, Ancora, Milán, 2004.

G. O’Collins, Incarnation. Continuum, Londres–Nueva York, 2002, 4. 6 I. De La Potterie, Studi di Cristologia Giovannea. Marietti, Génova, 1986.

B. Maggioni, Il Dio di Paolo. Paoline, Milán, 2008.

López Barrio, Mario. Dios se hizo humano. GBPress, Roma, 2016.

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