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Juan y el concepto de amor, capítulo II

II. Algunos Textos paralelos

Si el autor de la 1Jn pertenece a un pueblo con una rica tradición, es muy probable que haya sido influido en su formación como creyente por esta tradición, y que refleje en su propio escrito lo que le fue transmitido. Y si nuestra temática está centrada en el agape, tomaremos esta vertiente como guía en esta búsqueda.

  1. En primer lugar, dada su importancia, precisamente, el Mandamiento

del amor. Y así comenzamos por el Cuarto Evangelio:

El Mandamiento del amor aparece en los llamados Discursos de Despedida (Jn 13,34 y 15,12.17), en un momento de cumplimiento, pero también de dramatismo, teniendo delante los horrores de la pasión, ya inminente. El cumplimiento del mandamiento ayudará a los discípulos a conservar vivo el espíritu de Jesús, mientras continúen su peregrinación por este mundo. La novedad del mandamiento está relacionada con el tema de la alianza en la Última Cena. El “mandamiento nuevo” de Jn 13,34 es la estipulación fundamental de la Nueva Alianza (Lc 22,20), que tenía que ser interiorizada y reconocida por el contacto íntimo del pueblo con Dios y por el conocimiento de él —conocimiento que era equivalente al amor. El capítulo 13 de este evangelio puede considerarse una unidad literaria interpretada a la luz del mandamiento del amor.

  • Del Evangelio de Mateo seleccionamos el famoso texto de 25,31–46, sobre el llamado “Juicio Final”, directamente conectado con la temática de 1Jn, a pesar de que no se menciona ni una vez la palabra agape. Es la última instrucción de Jesús a sus discípulos antes de su Pasión, una expresión elocuente y de mucha intensidad sobre la trascendencia de la práctica del amor, considerando como destinatario al “hermano que pasa necesidad” (1Jn 3,17). Se distingue, en el texto de Mateo, la doble reacción, señalada por la 1Jn, la de quien “abre” y la de quien “cierra sus entrañas” ante el hermano necesitado. Estamos ante una descripción profética del juicio final, una profecía ética de marco escatológico, sobre la parusía y el fin del mundo. La expresión “todos los pueblos” subraya el horizonte universal del juicio descrito.

El juicio se decidirá conforme a los hechos de amor y misericordia a favor de los que están en la periferia, los pobres y los que sufren en el mundo, reconocidos como los “hermanos más pequeños” de Jesús. No se hace ninguna mención de culto religioso, o si se trata de creyentes o no, sino sencillamente de hermanos en necesidad. La humanidad entera es congregada ante la figura misteriosa del Hijo del hombre, el Juez escatológico, celeste y universal. El Hijo del hombre se solidariza con toda la miseria humana en su inmensidad y su última profundidad, que padecen “los más pequeños”. Es el ambiente de las Bienaventuranzas y el Sermón de la Montaña. Según W. Trilling, el texto es “resumen de la doctrina y exigencia de todo el Evangelio”. Se destaca la importancia del hacer. No bastan las buenas intenciones o los sentimientos. Lo que cuenta son los gestos de ayuda práctica y concreta.

“Esta perícopa, con la sentencia que conlleva, fundada sobre el amor, estará siempre en la fuente del impulso que lleva hacia las obras de misericordia y el combate por la justicia, hacia el amor del prójimo y la impugnación de estructuras injustas. Este evangelio decidirá en última instancia, puesto que, como lo atestigua el Señor resucitado, es siempre por amor al hombre pobre que se cumple el mandamiento del amor a Dios”[1].

  • Del Evangelio de Lucas seleccionamos un texto extraordinario, como inspiración, para iluminar el sentido del agape: la narración ejemplar conocida como parábola del Buen Samaritano: Lc 10, 25–37. Se trata de la oferta de un modelo práctico para la conducta cristiana, con demandas exigentes y la necesidad de definirse por un modo concreto de acción. Es un debate, al mismo tiempo teológico y práctico. La parábola tiene que ver con la interpretación de la Ley, en concreto, con Lev 19,18, en referencia a la palabra ‘prójimo’. Algunos elementos que ilustran el texto son los siguientes: En aquella sociedad, tanto el sacerdote como el levita, gozaban de una situación de privilegio; se pensaba que el contacto con un cadáver los contaminaba; la relación entre judíos y samaritanos estaba prácticamente prohibida, lo cual ayuda a valorar aún más la acción del samaritano. El punto que resume la historia se halla en la reacción del legista: el “prójimo” es alguien que se halla en necesidad, con el que se entra en contacto y al que se le puede mostrar una bondad que supera los prejuicios étnicos o religiosos. “No es el parentesco lo que nos hace prójimos, sino la misericordia” (S. Ambrosio).

No se trata de encontrar una definición de ‘prójimo’, en el ejemplo de Jesús. El amor auténtico no busca definiciones teóricas, sino servicios concretos, como lo indica el verbo en la última frase de Jesús: “Vete, y haz tú lo mismo”. La parábola no se compuso para ofrecer una iluminación sobre la naturaleza del prójimo. Su sentido está en ser símbolo del amor gratuito de Jesucristo por el hombre caído y presentar este amor como ejemplo a los hombres. Es una magnífica ilustración del amor concreto de 1Jn.

Por brevedad, omito la referencia a otros textos del nt que serían también textos paralelos ilustrativos de nuestro tema, por ejemplo, Mc 12,28ss, sobre el “Mandamiento principal”; Sant 2,8, sobre la relación de la fe con las obras.

  • San Pablo: 1Cor 13,1­–13

El llamado “Himno al amor”, que trata del amor fraterno. En lugar de definir el amor, Pablo lo personifica: “El amor es paciente y bondadoso; no es ambicioso ni orgulloso…” (v. 4). El amor no está definido de una manera abstracta, sino por una serie de verbos, por la acción que desencadenan: “no se irrita, no toma en cuenta el mal… se alegra con la verdad” (vv. 5–6). El cristiano se halla en una nueva situación, que le exige una manera particular de vida y que explica la visión paulina de la ética. La trayectoria de esta ética es la que nos muestra el Espíritu: la de la caridad, el crecimiento en Cristo.

Del AT:

  • Jeremías 31

Este capítulo 31 es la cumbre del mensaje de esperanza en Jeremías. El “amor eterno” de Yahvé es la raíz de la acción divina. A pesar de las infidelidades de su pueblo, Dios se muestra siempre leal con él, a lo largo de las generaciones: amor, favor, lealtad forman una terna. El punto culminante está en los versículos 31–34, y es el texto más citado. El centro es la actividad de Yahvé. Dios va a reconciliar a su pueblo con Él, con una nueva alianza. Este oráculo (31,31–34) ha sido designado como “uno de los pasajes más profundos y más conmovedores de toda la Biblia” (Coutourier, Jeremiah, 289). La profecía de Jer 31,31–34 ha estado en el centro de atención de la comunidad cristiana de todos los tiempos, y “constituye el punto de partida para comprender el misterio de Cristo, y la referencia obligada para la autocomprensión de la Iglesia en relación con el antiguo Israel, en una relación dinámica de continuidad y novedad”.[2]

Se anuncia un evento que toca la interioridad del hombre, su corazón. El versículo 31 es el único lugar en el que se menciona la “Nueva Alianza” en todo el at. La Nueva Alianza que anuncia Jeremías no es una reforma religiosa, sino “una transformación radical de la relación entre el Señor y su pueblo”,[3] que va más allá del hecho jurídico y se ubica en la estructura relacional. En el v. 32 se expresa la liberación, mediante la acción divina, con la frase “los tomé de la mano para hacerlos salir de Egipto” (v. 32), formulación única en toda la Biblia (el momento fundacional de la alianza no es la revelación sinaítica, sino la liberación de la esclavitud de Egipto). Hallamos también en este verso la frase que puede resumir la historia de Israel respecto de la conducta del pueblo, llena de dramatismo: “Ellos rompieron mi alianza”.

Escribir sobre sus corazones: la antigua alianza estaba escrita en tablas de piedra o en un libro. Ahora la Torah no se hace escuchar por los oídos ni es puesta en las manos ni colocada en el arca, sino depositada en la interioridad del corazón. El corazón, como material de escritura, es originalidad de Jeremías. El corazón es la sede de la memoria, de la inteligencia, de la decisión de amor. V. 34: en esta nueva etapa de la historia no serán necesarios los intermediarios (Moisés, los sacerdotes, los profetas), pues Yahvé intervendrá directamente. Con su interior transformado, el israelita podrá conocer y tratar a Dios instintivamente, no como lección aprendida.

  • Ezequiel 36,16–38

Un primer signo de la comunión con Dios es el don del Espíritu (1Jn 4,13). La manifestación del Espíritu en la comunidad será un signo de la comunión de los creyentes con Dios y entre ellos. Esta unidad textual es un sumario de la teología de Ezequiel. La exhortación sobre la alianza inculca una exigencia de interioridad, sinceridad y lealtad total. Pero tanto la predicación como las palabras humanas resultaron inútiles. La rebelión de Israel acusaba un mal muy hondo, una enfermedad grave, que sólo Dios podía sanar. Tendrá que extraer el corazón endurecido y reemplazarlo por otro nuevo. La promesa de un corazón nuevo y un espíritu nuevo constituye la cumbre de la teología de salvación y justificación de Ezequiel, e indica la manera nueva de ver la vida desde el punto de vista de Dios.


[1] P. H. Kolvenbach, s.j., Le Chemin de Pâques. Exercises Spiritueles pour changer de vie, París, 1990, p. 56.

[2] D. Marafioti, Sant’Agostino e la Nuova Alleanza, 21.

[3] P. Bovati, Geremia 30–31: Il Libro della Nuova Alleanza. Dispense ad uso degli studenti, Roma 2020–2021, pp. 311–312.

Foto de portada: Fanuel-Cathopic.

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