«Ustedes son hijos de la luz»
NOVIEMBRE
Domingo 19
- Pr 31, 10–13.19–20. 30–31
- Sal 127
- Ts 5, 1–6
- Mt 25, 14–15.19–21
§ Acercándonos al cierre del año litúrgico encontramos lecturas que nos sitúan en el momento de rendir cuentas a Dios por todo lo que hemos hecho o dejado de hacer con nuestras vidas. En Proverbios, la descripción de una mujer cuya vida ha sido provechosa. Sus obras han rendido frutos gracias a su fidelidad, constancia y su amor a Dios. Una persona que ha sabido encaminar su vida hacia Dios en el trabajo afanoso de sus manos y su entrega diaria en cada acción que realizaba.
§ Posteriormente, la carta a los Tesalonicenses nos invita a vivir firmes en la esperanza, en el amor del Señor, y a permanecer siempre en la luz, de modo que las tinieblas no alcancen ni corrompan nuestros corazones, pues pertenecemos de origen a la luz. Hemos sido creados por amor para gozar con Dios de todo lo que nos ha preparado y que se nos brinda ya, desde este mundo y esta existencia terrena, y llegará a su plenitud en el tiempo del reinado de Cristo.
§ La parábola de los talentos nos ayuda, en este momento de cierre litúrgico, a realizar un balance de nuestra vida, en nuestro nivel de entrega y fidelidad. Todos hemos sido bendecidos con virtudes para poner al servicio de Dios mediante servicio al prójimo, de tal manera que hagamos fructificar cada don siguiendo los pasos de Jesús. No se requiere tener grandes talentos para hacer algo por el hermano, simplemente con disponer nuestra vida de manera generosa.
Es importante evitar enterrar los talentos, ya sea por miedo o egoísmo, pues así nuestra vida quedará sin fruto. Estamos llamados a la grandeza espiritual, para que cuando llegue el día de pasar de este mundo, podamos encontrarnos con abundancia con rostros a los que se amó y con las manos cansadas pero satisfechas, porque lo han entregado todo lo que se les regaló.
