Notas para un camino espiritual hoy al modo ignaciano
Caminar. Cada persona es un caminante en la vida, que busca, se mueve, desea algo bueno y valioso. La persona se ayudará si se detiene y considera «a dónde voy y a qué» (Ejercicios Espirituales de San Ignacio, 239): plantearme un para qué, una dirección de mi existencia. Pero hay un camino único y diferente para que cada una, cada uno, se encuentre con Dios y consigo mismo. Cada creyente, tú, ha de encontrar su propio camino: aquel que saque a la luz lo mejor de ti mismo, aquello tan personal que Dios ha puesto en ti, ahí donde hallas vida verdadera y con sentido, y motivación para cada día.
Preparar el corazón. Los que buscan lo mejor para su vida creen que también Dios así lo quiere y que te lo quiere mostrar y ofrecer. San Ignacio de Loyola te propone prepararte a encontrar y, para ello, hacer silencio interior, disponer tu corazón y quitar lo que lo detenga, lo apegue y lo apague; dejar lo que te haga menos libre para recibir de Dios lo mejor para ti.
Desear de corazón. El deseo más profundo de tu corazón es el terreno donde tu persona va a trabajar y donde Dios va a trabajar en ella. Por eso detente frente a lo que en verdad y con sinceridad deseas y buscas en la vida. San Ignacio recomienda a cada quien: «Poniendo todo el cuidado en sólo una cosa, es a saber, en servir, a su Creador y aprovechar a su propia alma; y usa de sus potencias naturales más libremente, para buscar con diligencia lo que tanto desea» (EE. 20). No vas solo en esa búsqueda, sino guiado por el Espíritu. A Él le preguntas: ¿Qué quieres de mí, Señor?… Preguntas y te abres a una luz y a una invitación que llegarán.
Encuentro personal. No se trata de cumplir con unas prácticas o formalismos o rezos repetitivos, sino de hacer un encuentro y una relación personal con Dios, y dejar que «el mismo Creador y Señor se comunique al alma devota, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola para el modo de vivir en que mejor podrá servirle en adelante» (EE. 15). Es un encuentro que se da en el amor y por amor, por tanto bien recibido. Porque «Dios nos amó primero y nos envió a su Hijo» (1 Juan 4, 10).
Encuentro con Jesús. Jesús el Hijo de Dios sale a mi encuentro y me invita a una relación personal viva con Él: «Venir conmigo», «trabajar conmigo», «seguirlo» a él en mi vida (cfr. Ejercicios de San Ignacio, 95). Es un llamado del mismo Cristo que toma toda mi persona: sentimientos, sentidos, inteligencia, voluntad, decisiones, imaginación… y me pone en la mejor dirección. Entusiasmado por esta invitación de Jesús, pido «conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga» (EE. 104); un conocer no teórico, sino íntimo, personal, porque de esta relación va brotando el amor.
Seguimiento de Cristo. La contemplación de Jesús en su historia —como nos lo transmiten los Evangelios— me lleva a situarme en mi propia historia y realidad, pues es ahí donde quiero yo amarlo y seguirlo, no en un mundo idílico o nebuloso. Voy aprendiendo en la oración, en la contemplación del Evangelio, y en la vida cotidiana la pasión amorosa de Jesús por Dios y su reino de vida; voy aprendiendo —poco a poco— qué es amar a Dios y a los demás y seguir a Cristo en las condiciones reales de la vida, junto con otros; voy aprendiendo compasión, perdón, generosidad, solidaridad, trabajar por la paz y la justicia, colaborar con otros, etcétera. Aprendo al mirar a Jesús.
Amar y servir. Como lo contemplo en su vida, Jesús me lleva a amar y servir a los demás, a los pobres, los necesitados, los marginados; a descubrir que una vida plena y con sentido es aquella que se entrega con amor gratuito y desinteresado; que rompe el estrecho mundo egocéntrico y se abre a Dios y a los otros. Jesús mismo me regala otro querer, otro interés, otro amor, otra forma de vivir. «Piense cada uno que tanto se aprovechará en todas las cosas espirituales, cuanto salga de su propio amor, querer e interés» (EE. 189).
Imagen: Juan Diego-Cathopic
24 respuestas
Excelente reflexión, pero sobre todo una orientación desde el mismo actuar de Jesús para vivir esta cuaresma como una oportunidad de volver nuestra mirada y nuestra vida a El. Gracias
María Cristina, gracias por dejar tu mensaje. Sí, que todos podamos volver nuestra mirada y nuestra vida a Jesús.
A preparar el corazón de esa manera tan bonita en esta Cuaresma 🙂
Minerva, gracias por el mensaje. Espero sirva para seguir el camino de Jesucristo.
Me encantó la reflexión! Lleno de sabiduría y sabor de vida! Me dio esperanza! Muchas gracias
Victoria, gracias por el mensaje. Qué bueno que hay esperanza. Dios la siga alimentando. Saludos.
Gracias , muy bien resumido. !!
Yolima, gracias por decirlo. En mi artículo recorro unos pasos que tomo de San Ignacio de Loyola. Ojalá nos ayuden para la vida espiritual.
Camino – Detenerme – Camino…, para Proyectar mi película…, en sentido invertido, desde el final hasta el principio: a donde voy, de dónde vengo…(?).
Pre – parar…, rompiendo el cascarón desde dentro…
Deseo, petición y compromiso…, dónde quieres que mejor te sirva?
Con una actitud de AGRADECIMIENTO.
Con un amor presente, desde la soledad…, hasta la Sociedad.
…amando…, en gerundio…
Gracias por tu reflexión Pater Luis…
Fuerte abrazo!
Estimado Carlos, qué gusto ver tu mensaje y tus puntos de oración. San Ignacio nos invita desde el agradecimiento a Dios, a responder con ‘amar y servir’, ‘en gerundio’ como dices. Va mi abrazo.
Desear de corazón ! Ahí comienza todo. Gracias
Gracias Estela por leerme. Y sí: desear de corazón.
Un PROCESO interesante… que culmina, no en uno mismo, sino en el servir y amar al modo de Jesús, y que traspasa la Cuaresma. Lo voy a compartir.
Gracias
María Josefa, este camino espiritual es no sólo para Cuaresma, como dices, y nos inspira San Ignacio. Gracias por compartir.
Excelente reflexión, notable por su claridad y sencillez. Muestra cómo las recomendaciones de Ignacio siguen útiles y vigentes 500 años después de expresadas.
Germán, gracias por tu mensaje. Así es, Ignacio y su camino espiritual sigue vigente.
Padre Luis…gracias por esta propuesta espiritual de como vivir la Cuaresma : «en clave de Ejercicios Espirituales»..me conmovió, me movió, me inspiró y me animó a vivirla de manera compartida, hacerla » vida» en mi cotidianidad…alli donde el Misterio de los Evangelios se nos revelan desafiandonos e invtandonos a a vincularnos de manera mas justa y amorosa….gracias Padre por tan hermoso escrito que he de guardar y volver a leer cada vez que me olvide de preguntarme ¿a donde voy y a qué? Saludos y un abrazo afectuoso
Gracias, Martha Lilia por tu mensaje tan lleno de ti y de cariño. Quise poner por escrito los pasos del camino de Iñigo porque veo que ayudan, como tú lo sabes, y no son sólo para cuaresma.
Para que más lo ame y lo siga. La clave es el amor y Dios es el amor.
Muchas gracias por su reflexión, le recuerdo con mucho cariño con las luces que nos dio en el retiro de homólogos de la Red de Colegios Jesuitas.
Saludos fraternos desde Mérida, Yucatán.
Larisa, muchas gracias por tu mensaje y por tu recuerdo agradecido.
Indudablemente Dios no se equivoca, gracias por ser un conducto consciente de Dios y transmitir aquello que en el corazón debe vivir, el amor de Dios.
Andrea, gracias por tus palabras. Que Dios nos ayude a todos a transmitir su Amor.
Excelente material de reflexión para unos ejercicios cuaresmales en capilla, parroquia o en lo íntimo de tu habitación. Gracias P. Orso
Jesús, gracias por tu comentario y tus sugerencias. De hecho pensé esta guía no sólo para cuaresma. ¿Eres el mismo Chuy que conocí en Primera Etapa?