
En escritos anteriores he mencionado los cambios sociales que suelen describirse como un «mundo líquido», en palabras de Zygmunt Bauman, y que resultan posiblemente confusos para muchas personas.

Una reflexión de la evolución de la consciencia y la masculinidad desde una postura personal.

En muchas ocasiones buscamos de manera desenfrenada asegurarnos el futuro a través de actos ilusorios, vividos como positivos, hasta que nos muestran su falsedad, o en otras ocasiones seguimos en esta dinámica sin darnos cuenta de ello.

Es común o relativamente común escuchar la frase o la idea de la importancia de «conocerse a sí mismo» cuando las personas nos preocupamos por nuestro desarrollo personal, como se menciona en la entrada al oráculo de Delfos. También el dicho de que «la relación que tenemos con nosotros o nosotras es imprescindible para las relaciones con los demás». Pero ¿qué tiene que ver eso con la espiritualidad?

En la oración o en la contemplación sobre la vida nuestra experiencia tiene diferentes “movimientos” o reacciones que, a través de la evolución del ser humano, hemos podido diferenciar e ir comprendiendo su funcionamiento.

En estos días, las técnicas o los modelos de la psicoterapia que nos permiten tener un diálogo sobre los cambios o procesos observables son relevantes y trascendentes en el crecimiento de la especialidad y en el conocimiento del funcionamiento de la mente humana y de la persona tratante.

Cuando hablamos de psicoterapia, sobre todo las personas que estamos en una relación cercana a esta labor, usualmente nos enfocamos en las técnicas, los modelos o las perspectivas que nos permitirán lograr el cambio en el consultante.