El modelo económico actual se sostiene en distintos tipos de violencia ─estructural, directa y cultural─ para garantizar el proceso de acumulación de capital, con enormes costos para la vida de las personas y la naturaleza, en especial en aquellos territorios y comunidades en situación de vulnerabilidad y exclusión.
Durante las últimas décadas, en México se ha agravado la situación de violencia y conflictividad. El impacto sobre las personas y sobre los medios y formas de vida de las colectividades locales ha sido brutal en términos del desgarramiento del tejido social, la pérdida de cohesión y sentido de lo común, el deterioro de elementos identitarios y de las relaciones sociales. Las juventudes han sido las principales víctimas; las comunidades locales es el espacio donde se dirimen estos intereses y donde se da la confrontación; las mujeres son un blanco creciente de la violencia; y las economías locales están trastocadas por la intervención de actores económicos ilegales.
Ante este contexto adverso, organizaciones indígenas y campesinas y movimientos sociales de base articulan sus proyectos económico-productivos como parte de la defensa de su territorio y de su autonomía.
Una acción efectiva por la paz conlleva a trabajar en una visión del desarrollo incluyente, sustentable, que, haciendo uso de los distintos saberes y avances tecnológicos, privilegia el factor humano y social, el empleo e ingreso equitativo, la participación de jóvenes y mujeres, con una relación armónica con la naturaleza, desde procesos locales que generan una dinámica de abajo hacia arriba y que procuran inclusión y sostenibilidad.
Así, un proyecto productivo puede ser el eje articulador de cambios en las diferentes dimensiones de la vida comunitaria y colectiva en una región, pues al considerar el conjunto de aspectos que hacen parte del tejido social: económicos, sociales, culturales, ambientales y políticos permite afrontar los riesgos y el escalamiento de las violencias en su entorno.
De esta forma se entiende que es posible fortalecer la cohesión social, que implica la reconstrucción del proyecto compartido a conseguir por el esfuerzo de todas y todos; ganar un sentido de lo común, diferente y renovado a través de la definición de consensos fundamentalmente desde la sociedad en un esfuerzo de organización y formación que fortalezca a los sujetos sociales.
El reto para dinamizar las economías en los territorios que han sido afectados por las violencias y las economías ilícitas es enorme, debido a la ruptura del tejido social comunitario, el aislamiento en lo productivo y la ausencia de instituciones y políticas públicas. Todo esto ha consolidado estructuras económicas regionales incapaces de contribuir a la superación de la pobreza y la desigualdad, pero iniciativas como la de Anaa Witsukj, que se presenta a continuación, y otras que se implementan en México y América Latina son motivo de esperanza ya que plantean rutas estratégicas para la construcción de paz y contribuyen, desde su quehacer, al establecimiento de condiciones para la paz sostenible, es decir la paz positiva.
Desde la mirada Ignaciana, la economía social y solidaria articulada con procesos de generación de paz contribuye a la idea de construcción de Iglesia a través de la participación activa de las personas. En el Centro Internacional de Investigación de la Economía Social y Solidaria (CIIESS), asumimos este gran reto en corresponsabilidad con los sujetos que implementan sus proyectos de transformación, mejora y fortalecimiento de sus capacidades, para ser protagonistas de su propio desarrollo y, al mismo tiempo, con el compromiso de que estas acciones sustenten procesos de construcción de nuevas experiencias y conocimiento colectivo.
Anaa Witsukj
En el Bajo Mixe, que abarca parte del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, hay un grupo de más de 50 comunidades productoras de limón que tienen su origen en las culturas mixe, zapoteca, mixteca y mazateca. La mayoría son pequeños poblados que tienen una vida comunitaria propia, regida por usos y costumbres. Ejemplo de ello es que en estas comunidades la asamblea es quien toma las decisiones y elige a sus representantes para que presten un servicio a la comunidad.
Históricamente, el contexto de esta región ha sido problemático y las comunidades han tenido que resistir y enfrentar por sus propios medios a situaciones como expropiaciones ilegales de sus tierras y reacomodos de poblaciones, generados por proyectos de gobierno que han creado inestabilidad en la zona. También han resistido a la presencia de caciques quienes, mediante coerción, se apropiaron de grandes fracciones de la tierra y monopolizaron la compra de los cultivos. Actualmente, las principales amenazas provienen de la presencia del crimen organizado y de la apropiación de los cultivos, pero ahora por parte de otros actores, presiones y mecanismos del sistema capitalista de libre mercado, que funcionan para beneficiar a los grandes capitales.
Hace poco más de 20 años las y los campesinos de esta zona comenzaron a cultivar limón persa, que llegó del norte y, a diferencia de los otros cultivos tradicionales de la zona como el maíz y el café, se cosecha durante todo el año, por lo que representa una fuente de ingresos continua. A pesar de ello, las y los productores no han visto una mejoría sustancial en su calidad de vida, debido a que no cuentan con los canales de comercialización para vender su limón a un precio justo y dependen de las redes de intermediación, ligadas a los grandes centros de procesamiento y exportación en el norte del país quienes controlan los precios de compra.
Como productores trabajábamos de manera tradicional, sin saber el manejo, cosecha y comercialización del fruto del limón persa. Gracias al proyecto de AW contamos con asesoría técnica y ahora trabajamos de manera correcta el manejo y la cosecha del fruto, dando beneficios como mayor producción, menor costo de producción y con un enfoque orgánico. Anaa Witsukj beneficiará a nuestras comunidades porque ya comercializaremos nuestro fruto de manera directa a la empacadora, sin intermediarios.
Manuel (productor e integrante de Anaa Witsukj)
Las barreras impuestas a estas comunidades indígenas, en buena parte por la exclusión económica y social generada desde el Estado, han hecho que la organización entre productores y comunidades se convierta en una tarea difícil. Sin embargo, han surgido nuevas iniciativas que buscan detonar proyectos económico productivos como un medio para fortalecer la autonomía de las comunidades y mejorar sus condiciones de vida. Este es el caso de la organización Anaa Witsukj (AW) que en mixe significa trueno y rayo; en esta cosmovisión cuando hay trueno y rayo significa que va a haber abundancia, significa lluvia.
Anaa Witsukj surge de un pequeño grupo de comuneros y productores de limón quienes, en búsqueda de una solución permanente para su buen vivir, el de sus familias y de las futuras generaciones plantean la idea de establecer una empresa social-cooperativa a través de la cual se empacaría y comercializaría su producto para generar riqueza y distribuirla de una manera más equitativa. Para ello, en 2017 iniciaron trabajando con el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) y posteriormente con el CIIESS de la Universidad Iberoamericana CDMX, ambas obras de la Compañía de Jesús. Gracias al trabajo conjunto con estas dos instituciones se estableció una alianza con una empresa empacadora que, en coincidencia con los objetivos del proyecto, aporta su experiencia y supervisión para establecer la nueva empresa empacadora, además del acceso al mercado. El proyecto también recibió financiamiento estratégico para una etapa inicial por parte de una asociación civil, así como el respaldo de actores locales como la Diócesis de Tehuantepec, quien promueve la vinculación de productores y comunidades de la región.
Durante los primeros años de trabajo se fue consolidando un cambio de visión que estuvo inspirado en experiencias de economía social y solidaria ligadas al CIIESS que los productores fundadores conocieron de primera mano, así como de acuerdos entre ellos en los que plantearon pasar de una producción tradicional a una de mayor productividad, con manejo orgánico y a través del trabajo asociativo y autogestivo, cuya finalidad fuese la cooperación y el desarrollo regional con autonomía.
El hacer conciencia, valorar al campesino, al productor, por todo el esfuerzo de su trabajo es el principal móvil de este proyecto. Anaa Witsukj promueve el recuperar los valores humanos y luchar contra la desigualdad; facilita el camino al intercambio de experiencias con productores que han luchado por un objetivo en común: la recuperación de nuestro planeta y el trabajo organizado desde abajo. Esto es lo que hace diferente a Anaa Witsukj de los demás proyectos que se han tratado de implementar en nuestras comunidades, en donde el objetivo principal siempre ha sido el valor monetario, dejando de lado las necesidades humanas.
Manuel (productor e integrante de AW)
En una siguiente fase, con el apoyo del CIIESS, Anaa Witsukj desarrolló el proyecto de la empresa social-cooperativa y consiguió la inversión necesaria para construir y equipar una empacadora de limón, que actualmente se encuentra en construcción e iniciará operaciones principios del 2023. Para lo anterior, se desarrolló un esquema de inversión y de gobernanza con inversionistas sociales, que se adaptó a las condiciones del proyecto, priorizando la autonomía, los objetivos y los tiempos del proyecto y no las lógicas del mercado y del capital.
Actualmente el CIIESS y Anaa Witsukj coordinan un curso de agroecología en el que participan más de 50 productores y productoras de 20 comunidades, para formarse como técnicos en agroecología. El curso está planteado con un enfoque desde el territorio para responder a las necesidades y oportunidades reales y para detonar procesos que ayuden a reconstruir el tejido social. Para la formación de capacidades de producción orgánica de limón de forma colectiva, el curso se articula con alianzas con universidades, ingenieros agrónomos, asesores en agroecología, Institutos Tecnológicos locales y empresas del sector. A su vez, las parroquias y representantes de las comunidades facilitan la inclusión de las y los productores. El curso de agroecología funciona gracias a becas para las y los productores que pueden ser otorgadas como donativo a través de la Ibero CDMX por cualquier persona que tenga interés en apoyar esta iniciativa (para mayor información puede contactar al autor).
El CIIESS participa directamente en el proyecto Anaa Witsukj desde una perspectiva de investigación-acción en la que se busca transformar la realidad a favor de quienes más lo necesitan. De esta forma, se trabaja día a día junto con los miembros de la organización, se facilitan recursos y experiencia, y se fomenta la formación y la recuperación de capacidades de manera local para construir un proyecto que sea autogestivo y sostenible. El rol de intermediador y facilitador del CIIESS entre los productores de limón y los distintos actores que participan en el proyecto lo convierte en un traductor cultural e interlocutor entre contextos y visiones distintas que, en este caso, se han logrado articular en torno a un mismo objetivo y, al tiempo que se van construyendo formas innovadoras de hacer una economía con sentido.
Un comentario
Me alegra tanto saber que existen estas iniciativas. Me da esperanza en que un mundo nuevo si es posible.
El Espíritu Santo les llene de amor, sabiduría y fortaleza para seguir pese a los obstáculos