Broker: Intercambiando vidas

En una noche lluviosa una joven abandona a su bebé a las puertas de una iglesia. El pequeñito es recogido por dos hombres que se dedican a quedarse con bebés abandonados para venderlos a padres que buscan adoptar, dispuestos a pagar el mejor precio, pero que también tengan la solvencia moral para criar bien a un niño. Cuando la joven, arrepentida, regresa a la iglesia, descubre el negocio ilegal de ambos hombres y decide unirse a ellos para también ganar una parte del dinero y para encontrar a los padres adoptivos más adecuados.

Así comienza un viaje por carreteras de Corea del Sur a bordo de una vieja furgoneta que usan los dos hombres para su negocio de tintorería. Al mismo tiempo, dos mujeres policías van tras ellos, con mucho cuidado, para atraparlos con evidencias del pago. El viaje en común y el encuentro con los posibles padres de adopción nos irán haciendo,  poco a poco, conocer a los personajes.

Asuntos tan delicados y serios como el tráfico de niños, el aborto, la prostitución, la orfandad y la exclusión social van apareciendo en las conversaciones y en la realidad de los protagonistas de este viaje. Ahí se insertarán también lo que nosotros los espectadores pensamos y valoramos como ilegal o no, moral o inmoral,  verdad o engaño. Pero es necesario que se vayan contando y compartiendo los secretos y las historias que llevan cada uno de los personajes para que ellos revelen su verdadera humanidad y nosotros nos impliquemos hasta formar parte de sus vidas. Conocer de cerca el corazón de una persona, sus luchas, su abandono, su culpa, sus ilusiones y sus necesidades espirituales toca también nuestro corazón y nuestra capacidad de sentir con el otro.

En Broker el director japonés Hirokazu Kore–eda, ahora en Corea del Sur, vuelve a filmar acerca de la familia, de las diversas familias que de hecho existen como consecuencia de abandonos, separaciones, orfandad o adopción. Ese vivo y real interés lo podemos apreciar en sus excelentes trabajos anteriores: De tal padre, tal hijo (en 2013), Nuestra pequeña hermana (2015), Tras la tormenta (2016), Un asunto de familia (2018) y ahora en su último filme, estrenado y premiado en Cannes en 2022. En todos ellos se recrean los modelos establecidos de lo que es una familia para ayudarnos a pensar qué hace en verdad un vínculo familiar o qué significa ser padre o madre, o cuándo un hijo puede reconocer a quienes han sido sus padres. Kore–eda se atreve a poner en entredicho nuestros patrones de legalidad, de conductas sociales, de vínculo familiar, de estigmatización de la pobreza; nos muestra cómo la familia puede crearse por conexiones muy íntimas, sin que haya lazos de sangre o un documento, o ver quiénes son esas personas que nosotros juzgamos como fuera de la ley. Broker nos lleva a mirar más allá: a seres humanos golpeados y heridos, en la espera casi imposible de un corazón samaritano. Así, dos hombres, una joven y un niño huérfano, se encuentran en una carretera y se hacen prójimos.

La palabra broker se usa para un agente de compra y venta; en su reciente estreno en México, con mucho sentido esta película lleva el subtítulo Intercambiando vidas. Impresiona cómo un bebé va siendo abrazado con tanta ternura y cuidado por unos fugitivos de la ley y los lleva a ir compartiendo sus secretos más personales y las aventuras de cada día, y a convertirlos casi en una familia o en una comunidad. ¡Una pequeña criatura puede provocar ese milagro! Como es su estilo propio, el director va salpicando la historia con detalles de fina belleza y delicadeza: el sol que ilumina la furgoneta y las desdichas de los protagonistas, la lluvia que revive sus nostalgias, los sabores de unos bocadillos compartidos, el autolavado que los salpica de alegría y de perdón. Una película que nos regala destellos de humanidad donde no creíamos encontrarlos. Un cine verdadero.

Foto de portada: Fotograma Broker (Director y productor. Hirokazu Kore-eda. 2022)