Evangelio del domingo 18 de diciembre

«… Y dará a luz un varón a quien le dará el nombre de Emmanuel: Dios-con-nosotros»

DICIEMBRE

Domingo 18

Cuarto de Adviento

  • Is 7, 10-14
  • Salmo 24(23)
  • Rom 1, 1-17
  • Mt 1, 18-24

«El nacimiento de Jesús sucedió así» es la invitación a dejarnos llevar a aquel momento en nuestra historia. Ahí están José y María, con todos sus deseos, sus cavilaciones, sus elecciones y las dificultades de su tiempo. La decisión de María le ha traído problemas a José, que no sabe ahora cómo jugar un papel que resulte justo y respetuoso de su amada, y da vueltas en su cabeza buscando solución. José escucha y el mensajero le invita a recibirla y a involucrarse profundamente en la misión: el amor de José y María se consagra al compartir un mismo envío: el trabajo de cuidar de su Señor. En la propuesta, el corazón encuentra acomodo y se inicia un nuevo camino, una complicidad, un hogar humano en el que se sostiene y puede crecer el Hijo de Dios. Y podemos admirarnos y agradecer la confianza que Dios ha tenido en nuestra humanidad.

§ María ha tomado una decisión, y podemos contemplar a José sorprendido por ella. Él no quiere imponerle otro camino, tampoco quiere estorbar o tomar una posición que no le corresponde. Conviene mirar a este hombre que intenta darse un lugar justo en la decisión de su amada, uno que sea conforme a la justicia que pide su amor.

§ La voz del mensajero permite aclarar a José su corazón. Él quiere también recibir a María y al niño que espera, porque también quiere que ellos tengan un hogar, un espacio seguro, y él mismo quiere participar para dárselo. Ahí encuentra la voluntad del Creador que siempre pide un hogar para cada uno de sus hijos e hijas. Jesús no podía ser una excepción.

§ José abre las puertas a María e inicia con ella una complicidad para darle una casa al niño. Podemos detenernos para contemplar y agradecer cómo se va formando poco a poco el nuevo hogar, cómo dialogan y acuerdan, cómo se cuentan sus sueños y preparan el espacio para recibir a su hijo, porque en esos diálogos, sueños, acuerdos y decisiones, está Dios trabajando con ellos.

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