«Los ciegos ven y los cojos andan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva»
DICIEMBRE
Domingo 11
Tercero de Adviento
- Is 35, 1-6
- Salmo 146(145)
- Sant 5, 7-10
- Mt 11, 2-11
Las obras de Jesús, las que llenan de alegría y cumplen la esperanza de Israel, anunciada por los profetas, dan testimonio de que, con Él, Dios está visitando nuestra Tierra. Dios ha querido unir su suerte a la nuestra, no para sufrirla, sino para obrar en ella y hacerla diferente, darle otro destino, contar otra historia. Es esa historia la que alegrará el corazón de Juan, aun en su prisión: su vida no ha sido en vano, sus esfuerzos no han quedado perdidos. Su pueblo, tan amado, recibe esa gracia de Dios y se anuncia el tiempo de alegría. Su misión ha valido la pena y está cumplida. Ahora es tiempo de acompañar al Mesías, de compartir y colaborar en su Buena Noticia.
§ Podemos dejar que las palabras de Ignacio de Loyola nos enseñen a gustar de la respuesta de Jesús a Juan: “el amor ha de ponerse más en las obras que en las palabras”, y Jesús responde con obras a la pregunta por su identidad.
§ Con Juan, podemos conectar también con nuestra esperanza y dejar que nos enseñe a mirar y a buscar la obra de Dios en nuestra Tierra. Esperamos alegría, dónde la encontramos compartiéndose; deseamos la justicia, dónde se está ya construyendo; anhelamos la paz, dónde se trabaja por frenar la guerra y la violencia; pedimos la hermandad, dónde se está ya haciendo comunión.
§ La mirada que se deja enseñar por la esperanza permite descubrir todos los signos que nos anuncian al Dios que pasa por nuestra Tierra; nos prepara así el corazón para recibir con alegría el nacimiento del niño, del que viene a compartir nuestros caminos, haciendo paso a paso el sendero, porque poco a poco y paso a paso se construye la comunión de la humanidad con su Dios.