Avanza convención sobre ciberseguridad

Después de tres años de arduo trabajo, los Estados miembros de la ONU han alcanzado un hito importante: la aprobación del primer texto diseñado para combatir la ciberdelincuencia. Según Vatican News, el comité intergubernamental dio luz verde a la Convención de la ONU sobre Ciberdelincuencia el pasado 9 de agosto. Ahora, el siguiente paso es someter el documento a la Asamblea General para su adopción formal. Las grandes empresas tecnológicas, ONG y defensores de los derechos humanos han expresado preocupación por lo que consideran una nueva forma de vigilancia global. Sin embargo, Luca Sambucci, experto en seguridad informática y director de Notizie.ai, entrevistado por Vatican News, tiene una visión distinta. Él considera que este es «un avance en la lucha contra la ciberdelincuencia», aunque advierte que «no debe convertirse en un pretexto para la opresión y el control». También lamenta como «una grave carencia» que «la inteligencia artificial ni siquiera se mencione» en el tratado.

En estos primeros años de la revolución informática, el mundo, cada vez más rápido, global e interconectado, ha seguido avanzando sin prestar mucha atención a las implicaciones de su desarrollo. Sin embargo, la comunidad internacional ha decidido finalmente frenar el ímpetu de esta nueva realidad digital, donde un ordenador y una conexión a la red pueden poner en jaque a comunidades enteras. La necesidad de regulación se ha convertido en un desafío ontológico contra la anarquía digital y los riesgos del submundo que llamamos Internet. Por eso, la Convención de la ONU sobre Ciberdelincuencia es de suma importancia, como subraya Sambucci: «El tratado ha desarrollado un marco jurídico internacional. Por fin se han creado modelos de cooperación e intercambio de información entre Estados para garantizar una comunicación rápida y eficaz. Se ha tomado conciencia de que los ciberdelitos casi siempre trascienden las fronteras nacionales».

Críticas a la convención

A pesar de su aprobación, el documento ha sido objeto de duras críticas desde el inicio de su redacción. Como lo publicamos en revista CHRISTUS organizaciones defensoras de los derechos humanos han destacado el peligro de confiar los delitos informáticos a las legislaciones nacionales, argumentando que el sistema creado puede ser fácilmente eludido o utilizado para reprimir la disidencia. El riesgo de legitimar la intromisión de los regímenes modernos es más grave que nunca. Sambucci comenta: «Hay definiciones demasiado amplias en el tratado. El peligro de que puedan servir de pretexto es evidente: muchos Estados han querido aumentar el número de delitos bajo epígrafes como ‘terrorismo’, lo que podría incrementar las violaciones de la intimidad. Esto es preocupante».

Un grupo inusual se unió a las críticas de la Convención: las grandes empresas tecnológicas. Estas corporaciones, que controlan las redes sociales que se han vuelto parte integral de la vida moderna, alzaron la voz en contra de lo que consideran un «nuevo sistema de vigilancia global». No obstante, Sambucci señala que el tratado no afectará la administración de las redes sociales. «Cambiar la forma en que se gestionan las redes sociales sería un paso más hacia la seguridad digital. Las grandes tecnológicas tienen su mayor baza en el control de los algoritmos, una gestión de la que intentan alejarse. Para que hubiera un cambio en este ámbito, sería necesario negociar con los grupos en cuestión. Intentar legislar sobre las redes sociales sin involucrar a las empresas que las controlan es como ‘hacer cuentas sin el posadero’».

Sin avances sobre los riesgos de la inteligencia artificial

Resulta sorprendente que, a pesar de los recientes avances en el mundo digital, la Inteligencia Artificial no se mencione ni una sola vez en el texto, considerando que está en el centro del debate ético y económico mundial. Según Sambucci, la ausencia de este tema en el proyecto de la ONU, creado en 2019, refleja una desconexión con las innovaciones cibernéticas actuales. Las consecuencias de esta omisión podrían ser más graves de lo esperado: «El texto de la Convención menciona el intercambio de imágenes sexuales no consentidas, pero no considera el fenómeno de las deep fakes. Por ejemplo, podría crearse un cuerpo desnudo con inteligencia artificial y luego añadir la cara de la persona a la que se quiere perjudicar. Según el tratado, esto no sería un delito, ya que no se muestra el cuerpo real de la víctima. Paradójicamente, en algunos aspectos, el documento ya está desfasado respecto de la realidad que vivimos, incluso antes de su adopción oficial».

A pesar de sus contradicciones, la Convención de la ONU representa un avance hacia un futuro más seguro en el ámbito digital. «Espero que la cooperación entre Estados contribuya significativamente a mitigar problemas graves pero poco conocidos», concluye Sambucci, «como los ataques de piratas informáticos a pequeñas y medianas empresas, o la extorsión mediante estafas en línea. Si se pudieran agilizar los procedimientos internacionales y los bancos pudieran bloquear el dinero antes de que caiga en manos de delincuentes, podríamos deshacer este tipo de delitos que afectan a la población. Confío en que este tratado pueda resolverlos, al menos en parte».


Una versión de este texto se publicó en revista Mensaje.

Foto de portada: Depositphotos

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