La Navidad en España siempre ha sido un periodo festivo muy celebrado en el que la gente se junta para compartir y celebrar en multitud de eventos: cenas de empresa, con amigos, o con familiares.
Uno de los momentos que marcan el inicio del periodo navideño en España entre las familias cristianas es la preparación de “el belén”, también conocido como la Natividad de Jesús en otros países. El belén puede adoptar muchas formas, pero siempre consiste en una representación del momento del nacimiento de Jesús en Belén. En algunos hogares el tamaño del belén ocupa una parte significativa del espacio de la casa. En otros, el belén se reduce a unas miniaturas sobre una pequeña peana, a unas figuras sobre algún mueble o a unos imanes sobre la nevera. Sea cual sea el formato más pequeño, nunca pueden faltar sus protagonistas principales: la Virgen María, San José, el Niño Jesús, la mula, el buey y los tres Reyes Magos.
En casa de mis padres siempre hemos pasado alrededor de un fin de semana en la puesta a punto del belén. Recién comenzado el adviento mi madre pone música de villancicos, saca unas cuantas cajas llenas de adornos navideños y con toda la familia comenzamos el ritual. Primero elegimos el sitio donde se va a situar el belén, dejando espacio para el árbol de Navidad. Una vez escogido el sitio, montamos la mesa sobre la que irá el belén. A continuación ponemos un mantel que cubre las patas de la mesa y preparamos su superficie con diferentes materiales para recrear la naturaleza: arena, papel arrugado que simula montañas, musgo, zonas plastificadas para que circule un riachuelo… Después se colocan las figuras: el misterio con el nacimiento de Jesús, los tres Reyes Magos, pastores de todos los tamaños con sus ovejas; para simular la perspectiva, un pequeño pueblo con artesanos en las calles —panadero, herrero—, unas cuantas casas y el castillo del rey Herodes encima de la colina. Por último, se colocan las luces. Las luces pueden ser desde unas luces de colores que parpadean aleatoriamente en el borde de la mesa hasta un sofisticado sistema que de forma automática simule el amanecer, el día, el atardecer y la noche. Nosotros normalmente optamos por un punto intermedio en el que se combinan luces de colores alrededor de la mesa del belén con algunas luces que iluminan los puntos más destacados, como el misterio con el nacimiento y el ángel sobre él.
Cada año se puede ir ampliando el repertorio de los personajes del belén en una multitud de mercadillos que se instalan en la mayoría de los pueblos y ciudades de España. Esos mercadillos, además de artículos decorativos y piezas artesanales, también suelen tener puestos con una abundante variedad de dulces surtidos que deleitan a los más golosos —y que garantizan el trabajo de los entrenadores personales y los gimnasios a partir de enero—. Entre esos dulces destacan el turrón, los mazapanes, los polvorones, las tejas y los roscos de vino.
En las calles de los pueblos y las ciudades también abundan las luces navideñas para animar el frío invierno. Casi todas las localidades ponen tiras de luces que cruzan muchas de sus calles de un lado a otro con diferentes formas, y árboles de Navidad cubiertos de luces y ornamentos. En muchos lugares, sobre todo en los más fríos, aparecen en algunas esquinas los castañeros o castañeras, que venden cucuruchos de papel llenos de castañas que calientan en sus pequeños puestos.
En España también es muy común que las empresas, los equipos de trabajo y los amigos organicen cenas y actividades sociales por estas fechas antes de los días festivos. Algunas de esas actividades incluyen labores de voluntariado, como, por ejemplo, repartir desayunos, pasar una jornada dando de comer a los más necesitados o ir a cantar villancicos a alguna residencia de ancianos u hospital. Son labores de caridad puntuales que algunos extienden de forma recurrente a lo largo del año.
El 24 de diciembre se juntan las familias para la cena de Nochebuena, que muchas veces se ve precedida por un encuentro con los amigos para tomar unas cuantas tapas, pintxos y cañas o vinos. Las cenas en estos encuentros tienen fama de dejar satisfechos a todos los comensales. Para la cena de Nochebuena es tradición en mi familia cenar sopa de pescado. Antes la preparaba mi abuela paterna y hoy en día mi madre es la encargada. Muchos años asistimos a las 12 de la noche a la Misa del Gallo. Otros años vamos a misa por la mañana el día 25 de diciembre, día en el que la familia se vuelve a juntar para comer, brindar y compartir.
Y así llegamos a la cena de Nochevieja, la última noche del año el día 31 de diciembre. De nuevo abundan la comida con múltiples entrantes, algunos mariscos y carne. Los comensales hablan de todo, pero es común que se hagan referencias al año que se va y se compartan algunas expectativas y deseos para el año que entra. En mi casa, el 31 de diciembre es un día especial porque era también la celebración del cumpleaños de mi abuelo materno.
Para la transición al año nuevo en España, además de tener que llevar puesto algo rojo —a la vista o no— y brindar con champán, la tradición por excelencia para garantizar un buen año es comer doce uvas al ritmo de las doce campanadas que marca el reloj de la Puerta del Sol de Madrid cuando llega la medianoche. Los principales canales de televisión españoles preparan programas especiales en los que retransmiten en directo el evento. Es recomendable comprar uvas sin hueso para hacer más fácil la tarea. Hay gente que incluso las pela, pero yo considero eso un equivalente al dopaje en el deporte. Después de la cena, mucha gente alarga la celebración a lo largo de toda la noche y la remata desayunando churros a las seis de la mañana el primer día de enero.
El último gran evento de las celebraciones navideñas en España es el 6 de enero, fecha en la que celebramos la Epifanía del Señor y la llegada de los tres Reyes Magos de Oriente que fueron a visitar a Jesús cuando nació: Melchor, Gaspar y Baltasar. La noche del 5 es mágica especialmente para todos los niños de España. Cuando cae el sol todas las localidades llevan a cabo la Cabalgata de los Reyes Magos, que es un desfile de carrozas que las familias acuden a ver con ilusión. Normalmente las carrozas del desfile las preparan diferentes parroquias, asociaciones, o colegios de estudiantes. Durante el desfile se lanzan caramelos desde las carrozas al público que está a los lados de las calles y los niños los recogen con afán. El desfile culmina con las carrozas de los Tres Reyes magos saludando a todos los niños.
Una vez concluido el desfile, las familias con niños vuelven pronto a casa para la noche más mágica del año entre los más pequeños. Como preparativos, en mi casa siempre hemos dejado un pequeño surtido de licores y galletas para sus majestades, que necesitan energía para repartir regalos durante toda la noche. Algún año incluso hemos dejado cubos de agua con pan duro para los camellos. Después, cada miembro de la familia limpia sus zapatos favoritos y los deja al lado del belén para indicar dónde tienen que dejarle los regalos a cada uno —si se ha portado bien, claro, si no, te traen carbón.
La mañana del día 6 de enero es quizás mi momento favorito de todas las celebraciones. Nos levantarnos todos juntos por la mañana y bajamos a la vez al salón a descubrir si los Reyes nos han traído algo. Entonces abrimos los regalos, nos los enseñamos y jugamos juntos. Es mágico.
Lo que hace que estos momentos y celebraciones sean mágicos y especiales es compartir la vida y la alegría con la gente a la que quieres y acordarte de las ausencias con todos ellos.
Feliz Navidad a todos y próspero año nuevo.