25 años después de su estreno en 1999, todo es perfecto y hermoso en esta película de Pedro Almodóvar: el guion, la dirección narrativa, el reparto, cada actuación, la escenografía, los encuadres, la música, y el color rojo brillante (tan distintivo del director). Es Almodóvar en su perfección y en su estilo, tan de mujeres, tan sensible, tan cercano a la vida y al melodrama (que también es parte de la vida).
Vamos primero a la historia que cuenta: Manuela es una enfermera en la sección de trasplantes de órganos, con un hijo de 17 años, Esteban, que quiere ser escritor. El chico ya tiene un primer borrador de su texto Todo sobre mi madre. El título alude a un clásico del cine norteamericano All About Eve: Todo sobre Eva o La malvada (de 1950), que Manuela y Esteban ven en la televisión. Para celebrar el cumpleaños 17 de su hijo único, ambos van al teatro a ver Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, con Huma Rojo en el papel protagónico de Blanche DuBois. Muy emocionado por la obra, a la salida Esteban trata de pedir un autógrafo a la actriz, y al cruzar la calle intempestivamente es atropellado por un coche y muere.
Después del duelo, Manuela decide ir a Barcelona a buscar al padre de Esteban, del que se separó antes de que el hijo naciera. El tal hombre es ahora una mujer trans y trabajadora sexual que ya no ha dejado verse después de robar a su mejor amiga, La Agrado, otra transexual, y embarazar a una jovencita, Rosa, monja y trabajadora social. Tantos años después, Manuela se encontrará con Agrado y ambas con la actriz Huma, que hace temporada en Barcelona. Entonces, la historia irá cruzando las vidas de estas mujeres en una comunión llena de afecto y empatía.
La realidad de la vida en sus pérdidas y dolor nutre la historia de Almodóvar, pero también las referencias al teatro, la literatura, el cine, la música, el arte… ¡También ahí palpita la vida! Pero el director le da un vuelco de 180 grados a la situación de la actriz joven que se aprovecha de la veterana Bette Davis, en La malvada, o de la actriz –Gena Rowlands, en Noche de estreno, de 1977- que enloquece por saber que una admiradora fallece en un accidente. Aquí Pedro Almodóvar se sobrepone a estas situaciones maléficas y las redime; para él cada actriz es una musa y una inspiración, y a ellas dedica esta película por todo lo que cada actriz nos regala y transmite. El cineasta manchego hace películas sobre mujeres, y cada espectador lo puede admirar en toda la filmografía.
Almodóvar confiesa que el melodrama norteamericano de los años 50 lo marcó en su visión del cine, y que tiene un director preferido: Douglas Sirk (1897-1987), especialmente en sus más memorables títulos: Sublime obsesión, Lo que el cielo nos da, Escrito en el viento, Imitación de la vida. En todas ellas, las circunstancias impredecibles de la vida llevan a sus protagonistas femeninas a encrucijadas, decisiones difíciles, rupturas, crisis que parecen insuperables… Sirk las resuelve a su modo, y Almodóvar con el suyo propio: hay un fluir de sentimientos que nos tocan, que nos confrontan, que nos ayudan; hay personajes creíbles, genuinos, imperfectos, con los que nos identificamos, sufrimos y reímos… El melodrama almodovariano se aleja aquí de la estridencia o la exageración, de lo artificial, de la telenovela, para sentirlo tan cercano y nuestro. Así es Todo sobre mi madre.
Como en el monólogo de Agrado en el teatro: «Sí que cuesta mucho ser auténtica, señora…, y en estas cosas no hay que ser rácana (tacaña), porque una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma». Y «auténticas» sentimos a cada una de las mujeres de esta historia: fieles, honestas, generosas, con ilusión de ir más allá de sus crisis, aunque cada una traiga sus defectos o algo que puede no gustar a los demás –según esquemas morales o culturales-: embarazo no deseado, elección de género, trabajo sexual, crisis de la edad, enfermedad terminal, decisiones cuestionables, etcétera.
Pocas veces encontramos en el cine una elección de actrices tan afortunada como aquí: Cecilia Roth como Manuela, Marisa Paredes como Huma, Penelópe Cruz como Rosa, Antonia San Juan como Agrado, en una comunión de historias que se vuelve afecto entrañable, apoyo incondicional, redención, esperanzas y ganas de vivir. Manuela es en verdad la ‘madre’ que busca, cuida, acoge, ama, a cada persona que va encontrando. Junto con las otras mujeres se cumple en todas ellas la frase de Blanche en Un tranvía llamado deseo: «Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos». Los personajes de estas mujeres nos van contagiando bondad, aun en los momentos más problemáticos, y van creando un ‘hogar’ en que cada una puede ser ella misma; nos van invitando a la bondad que puede vivir cada persona para ser en verdad humanos y auténticos. ¡Gracias, Pedro Almodóvar!
Todo sobre mi madre ganó todos los premios de ese año 1999, incluidos Oscar, Globo de Oro, Bafta, Goya, Palma en Cannes y Premio Ecuménico, César, Satellite. Puede verse ahora en MUBI y en Prime Video, mientras otras películas de Almodóvar están en Netflix.