México: Inédito e histórico

Lo ocurrido en México el domingo 2 de junio merece sin duda estos adjetivos: inédito e histórico. No solo porque es la primera vez que las y los mexicanos elegimos a una mujer para presidir el país, sino, además, por la combinación de la participación y los resultados electorales que configuraron un escenario inédito para la izquierda partidista mexicana.

¿Quién es Claudia Sheinbaum Pardo?

La virtual presidenta electa de México nació en la Ciudad de México el 24 de junio de 1962. Proviene de una familia de migrantes judíos, su abuelo paterno llegó al país desde Lituania en 1920 y su familia materna, desde Bulgaria huyendo del nazismo. Es hija de padres científicos y activistas claramente identificados con la izquierda y que participaron en el Movimiento Estudiantil de 1968. Estudió la licenciatura en Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se graduó con honores. Posteriormente, obtuvo una maestría y un doctorado en Ingeniería Energética en la misma institución. Mientras preparaba su tesis doctoral, disfrutó de una estancia académica becada en la Universidad de California.

Sheinbaum fue profesora e investigadora en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Durante este tiempo, publicó numerosos artículos en revistas científicas y participó en proyectos internacionales sobre energía y medio ambiente, uno de ellos, el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que ganó el Premio Nobel de La Paz, en el 2007.

Su carrera en el servicio público empezó en el año 2000, cuando fue nombrada secretaria de Medio Ambiente por el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal (ahora, Ciudad de México). Mientras estuvo en el cargo, promovió el transporte sustentable, como el Metrobús, una red de autobuses articulados de tránsito rápido que ha mejorado significativamente la movilidad en la capital mexicana. Además, promovió la construcción de ciclovías, programas de reforestación urbana y otras medidas para mejorar la calidad del aire.

En el 2014 participó en la fundación del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), junto con el hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Al año siguiente fue elegida como jefa delegacional de Tlalpan, una demarcación territorial de la Ciudad de México, entidad que gobernó desde el 2018 hasta el 2023, cuando solicitó licencia para participar como candidata a la presidencia de la República.

No sin críticas, la gestión de Sheinbaum en la capital de la República se caracterizó por la ampliación de los programas sociales, el transporte público, la promoción del uso de energías renovables y la modernización de la seguridad pública con una notable disminución de los delitos y la percepción de inseguridad en algunas zonas de la Ciudad.

Además de su carrera científica y en el servicio público, Sheinbaum se ha involucrado a lo largo de su vida en diversos movimientos sociales, como el de madres buscadoras en el contexto de la Guerra Sucia (periodo de casi dos décadas en el que el Estado mexicano desarrolló labores militares de contrainsurgencia y represión para contener la insurrección popular y los grupos guerrilleros que se conformaron en los años setenta, después del Movimiento Estudiantil del 68) comandado por Rosario Ibarra, una reconocida defensora de derechos humanos y política de izquierda, primera mujer en presentarse a unas elecciones presidenciales en México en 1982. También participó en el movimiento estudiantil de 1986, que defendía la gratuidad de la educación superior.

36 millones de votos

Durante el proceso electoral, las casas encuestadoras de prestigio daban a Claudia Sheinbaum, candidata de una coalición de partidos políticos identificados con la izquierda encabezados por MORENA, el partido del actual presidente, una ventaja sobre Xóchitl Gálvez, candidata del frente de derecha, de alrededor de 20 puntos porcentuales. La diferencia, según los resultados del Instituto Nacional Electoral, fue de 32, además de que el porcentaje de votos por Sheinbaum fue del 59.75 por ciento, es decir, 6.56 puntos por encima del obtenido por el presidente AMLO en 2018. Es decir que, con casi 35.9 millones de votos a su favor, Claudia Sheinbaum se convirtió en la candidata más votada en la historia del país.

Sheinbaum Pardo solo perdió en uno de los treinta y dos estados de la República y, según sendos análisis publicados por los diarios El País y El Financiero, fue la candidata más votada sin importar el género, la edad, la ocupación o la clase social. Según El Financiero, las personas que se identificaron como clase media-alta favorecieron con el 49 por ciento de los votos a Sheinbaum, ocho puntos por arriba de la preferencia por Xóchitl Gálvez.

En la clase media, el 59 por ciento votó por la virtual presidenta de MORENA y el 30 por ciento por la exabanderada de la coalición Fuerza y Corazón por México. En cuanto a la clase media-baja, el 61 por ciento habría emitido su voto a favor de Claudia Sheinbaum, 33 puntos por arriba de Xóchitl Gálvez, quien obtuvo el 28 por ciento de preferencia. En la clase baja, el apoyo a Sheimbaun fue de 71 por ciento de votos, superando a Gálvez con una ventaja de 53 puntos, que obtuvo el 18 por ciento de preferencia.

A esta situación se deben sumar los resultados del poder legislativo federal, en el que MORENA y la coalición que la acompañó lograron la mayoría. También obtuvieron la victoria en seis de ocho entidades en las que se eligieron gubernaturas, para gobernar veinticuatro de las treinta y dos entidades federativas que conforman el país, además de ganar buena parte de los más de dos mil municipios que eligieron autoridades locales. De hecho, en los estados de Baja California, Baja California Sur y Quintana Roo, la coalición no perdió uno solo de los municipios, por lo que gobernará la totalidad de las alcaldías.

¿Amlove?

Esta victoria no se entendería sin el perfil y la trayectoria de Sheinbaum, pero tampoco sin el liderazgo de AMLO y los resultados que hasta ahora ha arrojado su administración.

No se puede soslayar (sería tremendamente ingenuo) lo que representa ser la candidata del partido en el poder, y que las y los ciudadanos la identifiquen con las obras y programas de gobierno. Pero este resultado histórico y aplastante no puede reducirse al oficialismo. Habrá de hacerse mucho análisis todavía, aunque adelantaría algunos factores.

En primer lugar, la política social de AMLO, que se ha centrado en la inclusión social, la reducción de la pobreza y la desigualdad («Por el bien de todos, primero los pobres»). El actual presidente implementó una agresiva política de apoyos sociales en forma de transferencias directas, becas, programas educativos, culturales, de capacitación para el trabajo, fomento a negocios o apoyo productores, entre otros, solventados con una gran disciplina fiscal y de austeridad gubernamental.

El aumento del ingreso de las y los mexicanos, debido a un incremento progresivo del salario mínimo, hasta llegar al 135%, que ha dado como resultado una reducción leve de la pobreza y la pobreza extrema, pero reducción al fin. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) señala que la pobreza laboral pasó del 42,5 por ciento en 2018 al 34,8 por ciento en el 2023, y que el ingreso real per cápita subió en un 30 por ciento en el último sexenio, mientras el empleo formal subió un 12,2 por ciento en el mismo periodo. Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que la tasa de desempleo abierto está en el 2,6 por ciento, la tasa más baja desde que se hace esta medición.

A menos de cien días del final de su sexenio, la aceptación de AMLO sigue estando por arriba de los 60 puntos, índice de aprobación envidiable para la mayoría de los mandatarios mundiales. En el centro de esta aceptación está la estrategia de comunicación del actual presidente, modelo que por cierto lo ha acompañado desde sus años como jefe de gobierno y que tiene en el centro tratar de mantener una comunicación constante con las y los ciudadanos, principalmente sus bases, a través de las llamadas «Mañaneras», conferencias de prensa diarias desde donde, sin intermediarios, el actual presidente ha marcado la agenda política del país, sin que la oposición atinara jamás a atajar el discurso emitido desde Palacio Nacional, ni aun contando con los medios de comunicación tradicionales.

El deplorable estado de la oposición, que representada por los peores herederos del sistema priísta tradicional y los nostálgicos del neoliberalismo zedillista así como de la guerra calderonista contra el narco, utilizaron el ser mujer indígena de Xóchitl Gálvez para aparentar una campaña más moderna e incluyente. Lo cierto es que nunca pudieron abandonar los mensajes clasistas y racistas que ya tienen muy cansados a los votantes mexicanos. El «eres un pobre ignorante, vota por mí» ya no funciona en este país.

Lo que viene

López Obrador deja pendientes que representarán grandes retos para Claudia Sheinbaum, a saber, la modernización del sistema de salud (proceso que se vio detenido por la pandemia y que al final no pudo concretarse) y abatir los altos niveles de inseguridad, quizá la mayor piedra en el zapato de la cuarta transformación.

Si bien los altos índices delincuenciales crecieron desproporcionadamente por la intervención de la delincuencia organizada y la colusión con las autoridades de todos los niveles durante los dos sexenios anteriores al de AMLO, los índices delictivos disminuyeron en promedio un 20% durante esta administración. Aun así, la inseguridad sigue siendo la mayor preocupación de las y los mexicanos, especialmente en algunas zonas específicas del país.

La estrategia de la nueva presidenta no parece distanciarse de lo propuesto por AMLO: afrontar las causas económicas y sociales que han alimentado el crecimiento de la delincuencia organizada, combatir la corrupción y mantener a la Guardia Nacional dependiente del Ejército Mexicano. Por los resultados de Sheinbaum en la CDMX, parece que ella es una convencida de la modernización policial. En todo caso, ambos trabajan ya en una necesaria reforma del Poder Judicial, iniciativa lo mismo cuestionada que alabada en los círculos políticos del país.

Esta reforma fue presentada el 5 de febrero de 2024, como parte del paquete de dieciocho reformas constitucionales y dos reformas legales del actual presidente. La falta de una mayoría calificada en el Congreso federal dificultó su aprobación en ese momento. Sin embargo, el resultado de las elecciones del pasado 2 de junio, en el que MORENA y sus aliados obtuvieron la mayoría calificada en el Poder Legislativo, la harán posible. En el centro de esta propuesta se encuentra la elección de jueces y magistrados por vía del voto popular.

A muchos les preocupa el excesivo poder con el que contará la presidenta electa, comparando este contexto con la era totalitaria del priísmo, fenómeno que de hecho puede ser recurrente en sistemas presidencialistas como el mexicano. A reserva de observar los acontecimientos venideros, no podemos ni debemos minimizar que esta situación es la voluntad de las y los ciudadanos, expresada en las urnas.

Las y los mexicanos, cada vez más politizados, votaron por lo que creen que les conviene en su vida cotidiana. Votaron por una opción política que les habla a ellos y que, con obras y acciones de gobierno, los hace sentir tomados en cuenta. Votaron en su inmensa mayoría por la continuidad, por lo que hoy se conoce como «el segundo piso de la cuarta transformación». Construir contrapesos será trabajo de la sociedad civil y de la oposición, pero sin dejar de ver que, aunque el poder de Claudia Sheinbaum es inmenso, es totalmente legítimo.

Por lo pronto, este 20 de junio ya se dieron a conocer los primeros seis miembros del próximo gabinete con perfiles de muy alto nivel académico y político. Además, se informó de la próxima creación de la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación, que desde ya suena bastante promisorio para el desarrollo del país.

Todo está en marcha y todo está por verse. Que sea lo que el país necesita.

Votaron en su inmensa mayoría por la continuidad, por lo que hoy se conoce como «el segundo piso de la cuarta transformación». Construir contrapesos será trabajo de la sociedad civil y de la oposición.


Imagen de portada: Oficina de prensa de la presidencia

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