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La radicalidad de no ser el centro

Por medio de tres perspectivas, los sacerdotes Élio Estanislau Gasda, S.J., Pablo d’Ors, y Javier Melloni, S.J., en el libro Otro modo de mirarnos: contemplar para incidir, nos invitan a implicarnos y reencontrarnos con nuestra dimensión divina, aquélla que nos conecta con el todo para reconstituirnos con otras formas.

Esta obra incluye tres textos que fueron preparados como conferencias impartidas durante el confinamiento obligado por la pandemia de covid–19 a inicios de 2020.

Imaginar una realidad poscapitalista

En la primera parte de Otro modo de mirarnos: contemplar para incidir, Élio Estanislau Gasda, S.J., nos ofrece una revisión rigurosa de los efectos del neoliberalismo en el contexto de la pandemia, específicamente sobre el derecho a la seguridad. Nos recuerda que si bien el covid–19 fue global, la crisis impactó a la humanidad de forma extremadamente desigual, si consideramos que el 70% de la población en el mundo no contaba, ni cuenta aún, con seguridad social.

«Para los pobres y descartados de la economía se reserva la inseguridad de la necropolítica», un sistema en el que el estado suelta el control de los derechos fundamentales como la salud o la educación, y asume, a cambio, compromisos para garantizar la seguridad de las operaciones del capital financiero. Esa omisión alimenta un poder que decide quién recibe atención médica y quién no. La necropolítica, explica, «es el poder de decidir quién puede vivir y quién debe morir» y que reproduce formas de existencia deshumanizantes.

Frente a esta crudeza el autor se cuestiona ¿qué tiene que ver un discurso sobre Dios con la sociedad del riesgo global?, ¿cómo debemos leer el Evangelio para situar lo que vivimos en un contexto teológico? «La pregunta sobre Dios es también la pregunta sobre el sentido de la vida. Es en el sufrimiento donde la esperanza de vida es más urgente». Gasda nos alienta a radicalizar nuestra posición y mirar más allá del capitalismo, pero desde la periferia, que es principio teológico, asumiendo la insurgencia moral que requiere resistirnos a que la humanidad se construya a imagen y semejanza del mercado y del dinero.

Dialogar desde el silencio

En la segunda parte del libro tenemos la oportunidad de transitar a la contemplación desde la ética. Pablo d’Ors, S.J., nos alienta a descentrarnos sin sentirnos perdidos y a considerar la meditación como un medio para llegar a un absoluto, pues «quien medita lo hace para despertar a la vida».

Ofrece varios pasos para ir creciendo nuestras capacidades para dialogar desde la dimensión mística y ética. Nos dice que crear silencios para escuchar es un ejercicio íntimamente ligado a nuestra capacidad de contemplación, y que en la medida en la que podamos alargar pausas entre nuestras palabras daremos oportunidad a la vida para manifestarse y de apreciar lo que desea compartirnos. Esto es una relación de escucha activa, de diálogo, en el que el centro está en el otro. Ahí radica el binomio de la mística y la ética.

Lograr este diálogo supone una buena dosis de humildad porque en la conversación renunciamos al protagonismo y damos veracidad a la palabra del otro. Encontrar en el diálogo a la verdad, para d’Ors, es encontrarnos con Jesucristo, es adentrarnos en territorio sagrado y, en la medida en que nos aproximemos y mantengamos en él, crecemos como humanos.

Sólo una hebra en el tejido de la vida

«Cuando el ser humano es capaz de estar en comunión con la profundidad de sí mismo, al mismo tiempo está en comunión con la profundidad de todas las cosas y eso modifica radicalmente nuestro modo de relacionarnos con ellas». Javier Melloni, S.J., nos recibe en el tercer apartado con una contradicción en el catolicismo que se ha reproducido históricamente y que nos aleja del sentido profundo de la espiritualidad y el universo.

De acuerdo con su raíz etimológica, la palabra «católica» (Katà hólon) significa «según el todo». Es decir que «católica» es una condición de estar en relación con el todo y sus partes. Una condición integral y universal similar a las cosmovisiones de los pueblos originarios. Sin embargo, «históricamente nos hemos decantado por un antropocentrismo con déficit cosmológico, pues la centralidad de nuestra fe radica en que Dios se ha hecho hombre y ha revelado la sacralidad del ser humano». Esta interpretación y reproducción errónea del catolicismo ha excluido y desvirtuado a otras religiones, y particularmente a la mística de los pueblos originarios.

El texto nos permite religar la cosmovisión de las culturas originarias con la católica, y específicamente con el ideal espiritual de san Ignacio de Loyola, «ver a Dios en todas las cosas». Si consideramos que Dios está en todo y Él da el ser a todo, podemos comprender que su presencia está tanto en lo más pequeño como en lo más extenso. Podríamos integrarnos, «según el todo», como una hebra que se entreteje plena y singularmente en un lienzo que, a medida que crece y se desvela, va incluyendo otros tejidos. Cada hebra es insustituible, pues es fuente de formación; cada una depende irremediablemente de las otras, desde el pasado hasta el infinito.

Este libro nos ofrece la posibilidad de apreciar la sacralidad de la naturaleza, así como la del ser humano, como creaciones divinas que nos encontrarnos en el todo; de buscar la verdad en el diálogo contemplativo y en la insurgencia moral frente a la injusticia como caminos y formas de relacionarnos. Es una lectura inspiradora que requiere tiempo y que vale la pena releer. 


Imágen de portada: Dinax-Cathopic

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