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IA y práctica espiritual: una perspectiva budista

En esta ocasión dialogamos con Juan Manuel Mendoza, fundador y coordinador de Dharma Tic, un proyecto digital de divulgación sobre el budismo. En esta conversación Juan Manuel nos acompaña en la reflexión en torno a cómo la Inteligencia Artificial (IA) puede aportar a la práctica y al estudio espiritual, así como al diálogo interreligioso, pero también nos ofrece pistas importantes acerca de sus límites, puesto que, al final del día, la práctica espiritual tiene que ser vivida como una experiencia que IA no puede reemplazar.

ELÍAS GONZÁLEZ GÓMEZ (EGG): Juan Manuel, te invito a que te presentes y nos cuentes un poco de tu caminar en estos temas.

JUAN MANUEL MENDOZA (JMM): Soy Juan Manuel Mendoza, tengo 34 años. Soy originario de Aguascalientes y actualmente vivo en Monterrey. Ya tengo 13 años desde que me inicié formalmente en el budismo. Comencé dentro de las tradiciones tibetanas, específicamente en la Gelupa, de la mano del Geshe Lobsang Kedhup durante una residencia que tuvo en Aguascalientes. Estuve pegado a él por tres años, y pude aprender mucho de budismo, sobre todo de textos fundamentales de la tradición. Cuando él regresó a Nepal y posteriormente viajó a Nueva York, decidí comenzar el proyecto de Dharma Tic, que es un canal en el que comparto material y contenido budista de forma divulgativa. En ocasiones me dicen «influencer budista», pero yo me siento más como un divulgador. Actualmente me defino como un practicante budista no sectario, es decir, abordo las diversas tradiciones, subrayando la importancia de la práctica personal y la responsabilidad de tener sustento académico.

EGG: ¿Cómo vives la intersección entre el budismo, la tecnología y la IA?

JMM: Para mí éste es un tema muy apasionante. Yo me dedico al marketing en una empresa de ciberseguridad, por lo que me relaciono con la IA desde hace mucho tiempo. Me ha tocado ver su evolución en muchos sentidos. Mi opinión es, por lo tanto, un poco más positiva porque la vivo todos los días y veo cómo puede ser benéfica.

Dharma Tic, por otro lado, nace en un entorno digital. En los ocho años que llevo con el canal me he dado cuenta de que muchas personas practicantes viven en entornos no budistas y no tienen cerca un centro o algún maestro budista, por lo que no pueden tener contacto con el Dharma de una manera más experiencial. Proyectos como Dharma Tic han sido clave para crear sanghas (comunidades de práctica) virtuales, que no serían posibles sin las herramientas digitales. Mucha gente prefiere estas comunidades virtuales porque se pierde cierta solemnidad que a veces impera en los centros budistas, y entonces se puede ser más crítico o hablar con mayor ligereza.

Foto: © Juan Manuel Mendoza

Hace un año, cuando la IA irrumpió con todo, la recibí con mucho agrado. En mi caso, como budista no sectario, ésta me ayuda a tener acceso a información y a materiales de distintas tradiciones budistas que no son fáciles de conseguir con otras herramientas; incluso los traduce para después compartirlos en Dharma Tic. Por supuesto que a la IA todavía le falta mucho; aún no te da una traducción impecable del pali, pero es mejor que nada. Además, es muy padre porque tú también puedes aportarle a la IA al corregir sus errores, mejorando la información para otras personas. En ocasiones pongo la IA cuando estoy desayunando y platico con ella sobre budismo, le pido que busque cosas o, a partir de lo que le solicito, armo los programas del canal. Siento que sí puede decirse que la IA posibilita acercarnos al dharma del Buda.

EGG: ¿Encuentras un límite ético en el uso de la IA? Más específicamente, ¿hasta dónde usarla de modo que no sea un sustituto de la propia experiencia de la práctica budista?

JMM: Sí, completamente sí. Yo he utilizado la IA sobre todo en un plano más académico, para buscar temas muy específicos. A final de cuentas, ayuda mucho para encontrar información de cuestiones históricas o filosóficas muy marcadas. Esa es su función, ser una herramienta. El límite lo veo, en especial, en la parte de la experiencia, que no podemos reemplazar. Si bien la IA es útil para esbozar un poco la práctica de meditación y ofrecer apoyo, como explicarte cierta terminología, nunca va a suplir la experiencia de hacer un retiro de meditación, por ejemplo, o seguir directamente a un maestro con el que puedas pelotear dudas o dialogar acerca de la enseñanza. La IA sirve como un tríptico, pero el maestro te acompaña directa y humanamente en todo el proceso de meditación.

«La IA es como una enorme biblioteca, pero no es un Buda, no la podemos tratar como si fuera Buda».

En este momento me encuentro realizando una práctica diaria de budismo japonés. He usado la IA para buscar imágenes que se emplean en la práctica, como las palabras, los tiempos, el orden, etcétera. Pero la práctica la hago yo. La IA es como una enorme biblioteca, pero no es un Buda, no la podemos tratar como si fuera Buda.

EGG: Me parece fundamental establecer bien los límites y distinciones entre lo que sí aporta la IA y lo que corresponde, en este caso, al propio practicante. Ahora, ¿crees que la IA aporte al diálogo interreligioso?

JMM: Ese tema es súper interesante y yo lo he experimentado en carne propia. A veces hago foros abiertos o transmisiones en vivo en los que algunas personas me preguntan temas personales, específicamente, sobre dificultades que han tenido al practicar budismo en ambientes no budistas, o cuestionamientos críticos. Para responderles, en ocasiones uso la IA para ensayar mi opinión al respecto, y me ha pasado que ésta me corrige algunas palabras o tonos, lo cual me permite darme cuenta de que a lo mejor una expresión suena violenta o cosas por el estilo. La IA me ha ayudado a responder mejor en esas situaciones.

Sucede a veces con cristianos, principalmente de tradiciones protestantes, que sacan mucho la bandera de la evangelización y critican al budismo por «idólatra». Algunos practicantes neófitos no saben bien qué es la idolatría y si el budismo es idólatra o no. Entonces, para contestar, he usado la IA para explicar bien qué es y demostrarles que el budismo no es idólatra, tanto a los practicantes como a los que juzgan al budismo. La IA no sólo me apoyó con la información, sino también con el tono de las respuestas, porque me hizo ver que estaba respondiendo medio ríspido, no como tendría que actuar un practicante del dharma.

Llevé el nivel un poquito más allá y le mandé un artículo generado con IA a un seguidor que me compartió que su tía lo estaba hostigando con este tema. El texto hablaba sobre qué es la idolatría, y le mencioné que seguramente su familiar no conocía el contexto real de este concepto. Hay que aclarar qué es y, una vez comprendido, pasar al por qué el budismo no es idólatra.

Ésta fue una buena experiencia, y todo gracias a la IA, que incluso cuenta con sus propios programas para evitar los discursos de odio y cosas de este tipo. Sin embargo, creo que esta tecnología todavía tiene mucho que avanzar en temas de interreligiosidad. Por ejemplo, la IA proporciona información muy general sobre el budismo, así que aún le falta adentrarse más en el conocimiento académico y profundo sobre esta tradición. 

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