Evangelio del domingo 17 de marzo

«Crea en mí, Señor, un corazón puro»

MARZO

Domingo 17

  • Jer 31, 31–34
  • Sal 50
  • Heb 5, 7–9
  • Jn 12, 20–33

§ «Pondrá el Señor su ley en nuestro interior y la colocará en nuestros corazones», anuncia el profeta Jeremías. Ante el olvido de la Ley, Dios propone grabar-
la dentro del ser humano. Desde ahora, discernir la voluntad de Dios no se realiza sólo como un proceso mental, sino que requerirá de la palabra que se haya sembrado en nuestro interior. La alianza con Dios consiste en obedecerle desde el discernir, usando la palabra escrita en nuestro interior.

§ La Carta a los Hebreos propone dos actitudes clave en la vida del cristiano: la reverencia y la obediencia de Jesús. Ser reverente significará estar en cercanía con Dios; ser obediente se refiere a  cumplir la voluntad del Padre y no aprovecharse de la condición de Hijo para evitar la muerte. Quien obedece no sólo acepta sino encuentra salvación en aquello que quería evitar.

§ En el Evangelio de este día, frente a la petición de los griegos a los apóstoles de ver a Jesús, el Señor hace el anuncio de su Pasión, que es secundado por la manifestación de Dios que indica que lo ha glorificado y lo glorificará. Jesús afirma que atraerá a todos hacia Él cuando sea levantado, tal como se cumplió cuando muere en la cruz.

El seguimiento de Jesús en comunidad implica la obediencia a la ley del amor que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Esto significa no rehuir a las dificultades que el mensaje de Dios acarrea para la vida propia. El premio es la glorificación, compartir la suerte del Maestro. Con frecuencia evitamos las consecuencias de una vida de fe, y nos olvidamos de que lo importante de nuestro seguimiento y servicio es la recompensa de permanecer con el Señor. Ahí donde servimos al Señor, ahí también se encuentra Él con nosotros.   

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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