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El autocuidado y la expresión de las emociones en mujeres familiares de migrantes

Esa mañana, en un círculo, se sentaron más de 12 mujeres; respiraron sin la prisa de ir a hacer la comida o atender los pendientes del hogar para darse el tiempo de expresar su sentir y su estar: «Los sufrimientos compartidos son menos, duelen menos. Es aprender a confiar en las demás personas porque a veces nos sentimos tan fuertes que decimos “Yo me guardo esto y nadie se entera; me voy a superar”. Pero de repente hay cosas guardadas que lastiman», dijo Pita.

Historias como las de ella se hicieron presentes. Una mujer tras otra verbalizó su sentir y las palabras fueron corriendo como un río. «Cuando me enojo me lo trago, y estoy con dolor de estómago», dijo Julieta con los ojitos rasados de lágrimas, y añadió: «Cuando reprimo las cosas, luego me duele el cuerpo. Reprimo mi cansancio. Mi madre decía “A descansar al panteón”». Estas frases tienen el común denominador de que son expresadas por mujeres esposas, madres e hijas de migrantes.

La migración es un tema central a escala mundial no sólo porque abarca el ámbito político, social, económico o cultural. En el plano local, como sabemos, México tiene una larga historia de migración. Hablar de este tema es referirse, entre otras cosas, a una fuente alternativa de generación de ingresos; pero para muchos mexicanos representa también una partida inevitable ante la falta de oportunidades o de altos índices de violencia en sus poblaciones. Entre sus muchos efectos e implicaciones la migración tiene serias consecuencias en las familias que viven esta situación, en especial las mujeres que se quedan en sus comunidades de origen. Son ellas quienes cargan con el cuidado de sus hijas e hijos, asumen nuevos papeles para sobrellevar su manutención y atienden y acompañan a sus familias, rompiendo esquemas culturales de comportamiento y sumisión introyectados durante largos años en silencio, con secuelas en su salud física y emocional.

Aunque en estos momentos la migración ya tiene también un rostro femenino, las personas que permanecen en su pueblo o ciudad —es decir, las mujeres cuyas vidas cambian por completo— pocas veces tienen el espacio o el tiempo para procesar, compartir y acomodar ese sentir. De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO), en 2022 el número de migrantes mexicanos en Estados Unidos ascendía a 400 mil.

Como explica el académico Gustavo López Castro (2007), este tema ha cobrado relevancia debido a que la población femenina de esposas o familiares de migrantes son parte de una sociedad que les exige mucho, sin tener grandes beneficios al quedarse y ser responsables de cuidar de una familia completamente solas. Ante la enorme carga de trabajo, no hay tiempo ni espacio para darle legitimidad a su propio malestar emocional. Por lo general, si llegan a compartir su sentir, lo hacen con figuras como el cura, curanderos, o alguna vecina o comadre. Por consecuencia, el trastorno físico se hace presente conforme pasa el tiempo y se vive en soledad. Se callan lo que sienten porque hay otras prioridades para ellas, como alimentar a la familia, pagar renta, doctores, vestido, escuela o cuidar de los ancianos a su cargo.

Muchas de ellas viven un estado de profundo dolor por la partida de uno o varios miembros de la familia. «La decisión de partir la toman los hombres entre sí, sin tomar en cuenta a sus mujeres e hijos, a quienes sólo les queda acatar su decisión», dicen María José García Oramas, Susana Ruiz Pimentel y Sara Ruiz Vallejo en Las que se quedan: Género, migración y control social. Las autoras describen cómo las mujeres ven la vida pasar y no se atreven a afrontar su nueva realidad por los patrones culturales de su entorno.

Foto: © Rawpixel, Depositphotos

Hay una carga impuesta por el simple hecho de ser mujeres. Para ellas es obligatorio el cuidado de los otros, por lo que postergan la atención de sí mismas, de sus miedos, tristezas, angustias, y de su salud física y emocional. En algunos momentos, si se pensara en la posibilidad de buscar ayuda, el ideal sería encontrar a la persona idónea para que las apoye desde un enfoque en el que se hagan responsables de su vida, como lo explica el doctor Juan Lafarga, jesuita y psicólogo, en el libro Mi comprensión del desarrollo humano (2005): «Reconocer y amar conscientemente mis propias necesidades, sentimientos, significados, experiencia, historia, recursos, limitaciones y errores, así como mi calidad de persona diferente, única e irrepetible».

Años atrás las mujeres no eran tomadas en cuenta en los estudios de los procesos migratorios; no había una visión de género al respecto, se quedaba en las vivencias de los varones que partían o de la familia en su conjunto. En los años ochenta y noventa hubo un avance en investigaciones que develaron la complejidad del proceso migratorio desde ángulos no abordados, como la salud, la cultura, los papeles de género, entre otros. Ahora, se ha dicho que es necesario abrir la puerta para conocer de forma más profunda y detallada las causas, las modalidades y las consecuencias desde una visión femenina; darle una perspectiva de género, ampliar la visión y observar qué pasa con las mujeres que viven la migración. Ellas son los personajes centrales de esa historia, que no implica únicamente partir y caminar hasta llegar al destino planeado, sino también afrontar los efectos de la partida del varón en su comunidad de origen y el peso de una cultura opresiva ejercida durante generaciones.

En un lugar de los Zapotes

El municipio de Zapotlanejo (lugar de zapotes) se encuentra localizado al oeste del estado de Jalisco y pertenece a la región centro. Está ubicado a tan sólo 37.9 kilómetros de distancia de Guadalajara. Esta comunidad se distingue, desde hace ya varios años, por tener una industria textil desarrollada y en constante crecimiento. 

A pesar de que el municipio de Zapotlanejo no tiene un alto índice migratorio, la migración sí es un fenómeno presente en la vida de la mayor parte de la población de manera directa o indirecta, debido a las condiciones sociodemográficas y económicas, así como a una tradición migratoria que data del siglo pasado, lo que ha permitido la existencia de redes sociales binacionales que la hacen posible. El municipio presenta un índice de intensidad migratoria media, medida registrada por la CONAPO en 2020, para saber cómo es el proceso migratorio de las diversas regiones de los estados de la República Mexicana. Si bien no indica una presencia tan significativa como en otros municipios, se puede concluir que sí tiene una población migrante, situación que ha permanecido en los últimos diez años.

Jalisco se ha caracterizado por ser de tradición migratoria, pues es de los primeros estados con altos flujos de población que emigraron a Estados Unidos. La cantidad de jaliscienses que residen en ese país es de 1.4 millones, aproximadamente, y si contáramos a los descendientes de los jaliscienses que viven allá, serían unos cuatro millones de personas (CONAPO, 2011).

Así como existen consecuencias positivas de la migración, como la entrada de remesas e ingresos a las familias, también se presentan efectos negativos. Para mitigarlos es necesario contar con programas que permitan, en primer lugar, retener a su población en edad productiva y canalizar las remesas para detonar el crecimiento del municipio, potenciando de ese modo sus impactos positivos.

«Es necesario contar con programas que permitan, en primer lugar, retener a su población en edad productiva y canalizar las remesas para detonar el crecimiento del municipio, potenciando de ese modo sus impactos positivos».

Debido a que la migración se encuentra fuertemente inserta en la vida familiar de las mujeres de Zapotlanejo, el Programa de Asuntos Migratorios (PRAMI), del ITESO, se acercó a una asociación civil del mismo municipio, que se vincula con mujeres esposas, hijas y hermanas de migrantes, para trabajar con ellas. Se mantuvo contacto con la comunidad, primero con esposas de migrantes y posteriormente con jóvenes, niñas y niños, para reconocer la situación que viven y sensibilizarse sobre el tema desde diversos ángulos.

El PRAMI desarrolló grupos de autoayuda para tratar temas relacionados con la migración y sus efectos en la salud emocional de las mujeres y sus familias. Además, se formaron promotoras locales voluntarias en Zapotlanejo para multiplicar las acciones de la asociación civil. En total, más de cien mujeres participaron en estas actividades entre los años 2014 y 2018, con la finalidad de desarrollar capacidades para el liderazgo y la autogestión, esto como una estrategia multiplicadora de las acciones de la asociación civil.

Al revisar este proyecto se observó que, aunque estas instancias realizan una labor amplia, no había una intervención en la que se hiciera evidente que las emociones y la salud del cuerpo están entrelazadas en un mismo hilo conductor. Lo anterior implica que el trabajo emocional parte de ellas para ellas, sin la meta de estar bien para «atender» mejor a los hijos o para generar recursos para que su familia se alimente.

Por lo tanto, propuse un trabajo para obtener el grado de maestra en Desarrollo Humano por el ITESO, realizado en 2017, que se titula Reconocer las emociones presentes en mi cuerpo. El autocuidado y la expresión corporal de mujeres familiares de migrantes en Zapotlanejo, Jalisco. La intención era que trabajaran la comprensión mutua en un sentido amplio y con técnicas de expresión corporal, de manera que tuvieran contacto con su salud física, asumiendo poco a poco la responsabilidad de su autocuidado. En este cuaderno comparto la experiencia, los hallazgos y los testimonios que ahí se obtuvieron.

Se diseñó un taller desde el enfoque del desarrollo humano, aplicado en modalidad de grupo de encuentro, con mujeres cuya característica principal era la de ser migrantes, esposas, parejas o hijas de migrantes, en la comunidad de Zapotlanejo, Jalisco. Partía de una metodología cualitativa con enfoque centrado en la persona. Para el acopio de la información se realizó la grabación de audio de cada una de las sesiones, su transcripción, y se aplicó la técnica de análisis del discurso para evidenciar los cambios de las asistentes. A continuación, se comparten algunos de los principales aportes que surgieron de este trabajo de maestría.

Foto: © Lupe Belmonte, Cathopic

El malestar emocional y la ausencia de salud física estuvieron presentes desde el inicio del taller; era algo cotidiano, pues a lo largo de sus vidas en esas mujeres se había normalizado el hecho de estar enfermas y tristes. Por ello fue clave el momento en el que se percataron de los beneficios de estar rodeadas de gente que las apoye, pero sobre todo de lo importante que es asumir su autocuidado: «Yo me acabo de dar cuenta de que mis emociones están con mi cuerpo, porque cuando tengo muchas preocupaciones me duele mi cuello, la cabeza… Cuando reprimo algo, las emociones salen y las enfermedades también. Cuando no duermo todo anda mal, ando fatigada, malhumorada; el cuerpo reacciona», expresó una de las participantes.

Las asistentes recorrieron la historia del autocuidado de sus madres, abuelas y tías, y pudieron ver que esas mujeres no se atendieron por diversos factores. Al hacerlo evidente cambiaron su discurso: verbalizaron ese descubrimiento, que dejó de ser un lamento o queja permanente para pasar a ser acción y determinación de estar bien. Por otra parte, el análisis de su discurso abrió la posibilidad de conocer a mayor profundidad ese proceso de cambio. En las evidencias discursivas se mostró que sí lograron vivir el vínculo salud física–malestar emocional, confirmado en el recuento de sus expresiones.

La experiencia de trabajar con talleres desde un enfoque del desarrollo humano, en los cuales puede insertarse la modalidad de los grupos de encuentro, permitió reconocer los efectos de esperar en su comunidad el regreso de sus seres queridos (migrantes), así como lo necesario que es el contacto consciente con su cuerpo para apreciar la ausencia de su salud desde su malestar emocional.

Para las mujeres participantes las técnicas de expresión corporal representaron una alternativa a su autocuidado; no requería una inversión económica, sólo darse tiempo para ellas mismas. Suena simple pero fue algo muy complejo que implicó organizar su agenda y estar ahí, con o sin permiso de sus seres queridos. Los resultados de este trabajo de grado permitieron corroborar que parte del bienestar de la mujer está en asumir completamente la atención a su salud y, por consiguiente, tener una mejor calidad de vida.

Las mujeres que participaron en este trabajo expresaron cómo vivieron sus luchas de manera colectiva con sus demás compañeras: «Yo sigo con la preocupación de mi hijo que fue detenido ahí en el norte. Tengo un grupo de amigas a las cuales yo no me había atrevido a platicarles, entonces las vi y les conté, y me dijeron que les tuviera confianza, que ellas iban a rezar para que esto se resolviera. Me sentí bien de tener a alguien a quien contarle lo que me pasa. Me atreví hacerlo y fue bueno para mí».

Foto: © manop1984, Depositphotos

Reconocerse, escucharse y alentarse fueron elementos importantes de este proceso grupal. Mujeres que «se sentían solas» pudieron verse, conocerse y ver que sus historias se entrelazaban. Este grupo fue el primer cimiento de una amistad, una empatía y una solidaridad entre ellas a través de verbalizar su sentir. A partir de una confianza grupal creció una confianza individual. 

Para conocer más:

La tesis que da origen a este texto puede consultarse en: https://bit.ly/42B6ngE

Lagarde, M. (1993). Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. UNAM.

Lafarga, J. (2005). Mi comprensión del desarrollo humano. Prometeo. Revista Mexicana Trimestral de psicología humanista y desarrollo humano, No. 45, 9.

López, G. (2007). Migración, mujeres y salud mental. Revista Decisio. Saberes para la acción en Educación de Adultos. Migración y educación de jóvenes y adultos, No. 18, 46–51. Recuperada el 8 de noviembre 2016 en https://revistas.crefal.edu.mx/decisio/images/pdf/decisio_18/decisio18.pdf

Oramas G. M, Pimentel, R. S & Vallejo, R.S. (2011). Las que se quedan: Género, Migración y Control Social, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea]. https://alhim.revues.org/3803

3 respuestas

  1. Tema crucial y desarrollado de forma magistral.Gracias Cata, realmente toca fibras y ,si la mujer comprende lo íntimamente ligados que están sus emisiones con su salud y el buen funcionamiento de su entorno.seria un gran paso . Vibraria más alto y cercano a el Ser feliz.

  2. Gracias por este texto, me ayudó a ver desde otro punto una problemática que, en ocasiones, ya no me detengo a mirar con atención. La dejo como parte del escenario que marcan los días actuales. Salí del ensueño.

  3. Hola, me parece muy interesante su trabajo que realizo y que culmino en su Tesis. Además en ese medio no siempre se toman en cuenta los aspectos psicológicos y emocionales de las mujeres.

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