«Conversión Sinodal en la Iglesia», una invitación del Espíritu

E

n su libro Conversión Sinodal en la Iglesia Mauricio López Oropeza nos ofrece una profunda reflexión basada en su experiencia personal en el proceso de renovación sinodal que vive la Iglesia bajo el pontificado del papa Francisco. Publicado por Buena Prensa (agosto, 2024), el libro es una invitación a «re–cordar», es decir, a pasar por el corazón las experiencias vividas, un acto que, en palabras del autor, tiene como finalidad «sacar provecho de lo vivido y compartirlo con quienes caminan juntos en esta aventura eclesial».

A través de este «re–cordar», López Oropeza busca abrir una conversación sincera sobre la sinodalidad como una oportunidad de conversión, tanto personal como comunitaria, en la que todos los miembros de la Iglesia estamos invitados a participar de manera activa y transformadora.

El autor, que ha sido protagonista en varios momentos clave del proceso sinodal, especialmente en la región panamazónica y en las asambleas continentales del Sínodo de 2023, estructura su libro en tres partes que abordan 1) las experiencias actuales sobre el proceso sinodal, 2) claves desde la espiritualidad ignaciana para un peregrinar sinodal y 3) ayudas espirituales para la conversión sinodal, inspiradas en la figura del ciego Bartimeo.

En la introducción del libro López Oropeza hace una reflexión íntima sobre su vivencia personal del proceso sinodal y el impacto transformador en su vida. Para él, la sinodalidad no es un simple término teológico o «una moda eclesial pasajera», sino un llamado a «una conversión radical» que afecta tanto el interior del creyente como la estructura misma de la Iglesia.

«Este libro, con todas sus limitaciones, pretende dar razón de la esperanza desde esa experiencia vivida, pero convirtiéndose en invitación directa a dejarse interpelar, sea a modo individual o comunitario, para que quien lee esta obra pueda adentrarse de manera directa en la experiencia y, por tanto, asumir la invitación a sabernos y sentirnos, todas y todos, parte de esa vivencia eclesiológica del momento presente», apunta.

López Oropeza insiste en que la sinodalidad sólo será efectiva si se realiza desde el corazón, con la disposición de caminar junto a otros, «superando la autosuficiencia y abriéndose al don que los demás representan en la comunidad de fe». Como expresa en su introducción: «El camino que estamos viviendo actualmente como Iglesia católica, a la luz de la experiencia sinodal a la que el papa nos invita como modo de ser del presente milenio, o será de conversión radical del interior con consecuencias externas palpables… o no lo será».

Por su parte, el cardenal Mario Grech, en el prólogo del libro, destaca tres dimensiones esenciales en la obra: la espiritual, la testimonial y la ignaciana. La dimensión espiritual, según Grech, invita a los cristianos a «caminar juntos» en un mundo marcado por divisiones, reconociendo la sinodalidad como «un camino de conversión». La dimensión testimonial, por otro lado, ofrece un relato detallado del proceso sinodal en América Latina, con especial énfasis en la región panamazónica, donde López Oropeza ha tenido un papel activo. Por último, la dimensión ignaciana, que conecta el discernimiento espiritual con la práctica comunitaria, inspirada en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, ayuda a comprender cómo la conversión sinodal es una oportunidad para recibir una nueva luz en el seguimiento de Cristo.

Uno de los aportes más valiosos de este ensayo es la invitación a una participación activa y personal en el proceso sinodal. El libro, en lugar de quedarse en una reflexión puramente intelectual, nos reta a involucrarnos desde nuestra propia experiencia, asumiendo los riesgos que conlleva, incluso cuando participar implique dolor o frustración. Como él mismo expresa, «este libro trata de superar cualquier tentación de encuadrar, atrapar, una vivencia donde percibimos el paso del Espíritu Santo como Ruah divina, mediante su reducción a una serie de explicaciones mecánicas». En su lugar, Mauricio López propone dejarnos interpelar por esta vivencia compartida, abriendo el camino hacia un andar sinodal más profundo, donde cada persona es invitada a ser parte de esta transformación eclesial.

Finalmente, la figura del ciego Bartimeo, presentada en la última parte del libro, se convierte en una metáfora poderosa del camino de conversión sinodal. Bartimeo, al clamar por la misericordia de Jesús y recuperar su vista, simboliza la apertura que necesitamos para ver y caminar junto a los demás en comunidad. López Oropeza utiliza esta figura evangélica para recordarnos que la sinodalidad no es un simple proyecto institucional, sino una «conversión auténtica» que busca integrar a todas y todos, especialmente a los más excluidos, en un proceso de transformación que afecta tanto al corazón como la estructura de la Iglesia.

En su dedicatoria el autor rinde homenaje a aquellas personas con quienes ha compartido el proceso sinodal, mencionando específicamente a los rostros de la Amazonía y de América Latina. También dedica su obra a su maestro y amigo, el teólogo jesuita Víctor Codina,† a quien describe como una figura clave en su propio caminar sinodal y a quien reconoce por su capacidad de tejer nuevos caminos hacia una «primavera eclesial».

Con Conversión Sinodal en la Iglesia Mauricio López Oropeza nos entrega una obra profundamente personal, espiritual y testimonial que, lejos de quedarse en el ámbito teórico, nos invita a vivir la sinodalidad como un proceso de conversión auténtica que nos transforma tanto a nivel individual como comunitario. 

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