Bajo el signo de la provocación

La inauguración de los Juegos Olímpicos de París no ha dejado a nadie neutral. Los hay malhumorados, que van desde los comentaristas que se refieren a la inauguración como una «Disneylandia wokista kitsch» hasta los que critican las pretensiones francesas de ponerse a la vanguardia de todo. Evidentemente, también están todos aquellos que disfrutaron de esta inauguración, que creo fue la gran mayoría.

Entre aquellos que quedaron molestos con la inauguración de los Juegos Olímpicos de verano está un buen número de cristianos, sobre todo católicos conservadores. Les reprochan a los organizadores la escena en la que se ve a una serie de drag queens interpretar algo que parece la última cena de Jesucristo. La imagen en cuestión es la que plasmó Leonardo da Vinci en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en la ciudad de Milán. Hubo una gran indignación entre estos sectores conservadores, que pidieron respeto para los símbolos religiosos.

Pero ¿realmente fue así? ¿Qué tiene que ver la última cena con los Juegos Olímpicos? ¿De qué se trató la inauguración que al parecer dejó tanta gente indignada por diversos motivos? Creo que, para responder, tendríamos que repasar los elementos de la inauguración y situar esta escena que evoca la pintura de Leonardo.

Francia: el arte y la provocación

No nos tendría que extrañar el contenido de esta inauguración. Los artistas franceses llevan mucho tiempo recurriendo a la provocación para renovar las tendencias artísticas y culturales. Hay muchos movimientos artísticos que nacieron así; sin ir más lejos, el impresionismo es una corriente que se opone a la hegemonía de estilo que imponían la Academia de Bellas Artes y el Salón Oficial a los pintores durante el siglo XIX.  El propio nombre de «impresionismo» surge de la referencia peyorativa que hace un crítico al cuadro de Monet «Impression soleil levant». La respuesta a la provocación que habían hecho un puñado de pintores les valió bautizar al nuevo movimiento artístico.

La inauguración de los Juegos Olímpicos en París es una gigantesca provocación. Comienza con una escena en la       que el cómico Jamel Debouze llega a un estadio vacío con la antorcha olímpica para la inauguración de los Juegos. El estadio, el lugar natural de los Juegos Olímpicos, se ha volcado a la calle, al Sena, donde la verdadera protagonista es la ciudad de París.

Otro gran momento de provocación fue poner a María Antonieta, decapitada y cargando su cabeza, cantando «Ah, ça ira», una canción de la Revolución francesa contra los aristócratas. Por si fuera poco, la canta en una ventana de La Conciergerie, donde estuvo presa antes de ser decapitada.

Sin embargo, los organizadores tuvieron mucho cuidado de no excederse en la provocación. Los símbolos que se pusieron en juego durante la inauguración fueron republicanos franceses, en su gran mayoría, pero también griegos. Por ejemplo, dividieron la inauguración en 12 partes, que evocan las 12 pruebas de Hércules: encanto, sincronicidad, libertad, igualdad, fraternidad, sororidad, deportividad, festividad, oscuridad, solidaridad, solemnidad, eternidad. Cada uno de estos puntos fueron abordados de manera festiva, ya fuera de forma chusca o también con solemnidad, según fuera el caso.

¿Sólo hubo provocación?

Me parecería un error ver el arte francés y la propia inauguración de los Juegos Olímpicos únicamente desde el lado de la provocación, aunque mantengo que sí es una constante. Pero hay también otros hilos conductores: la unión de lo clásico con lo nuevo, por ejemplo. Tomar fuentes clásicas y fragmentos de la historia para unirlos en el presente. En la misma escena de María Antonieta, descrita arriba, se dio una fusión de death metal con ópera, con el grupo Gojira y la cantante Marina Viotti, que cantó otro clásico francés de la ópera Carmen: «L’amour est un oiseaux rebelle» (el amor es un pájaro rebelde). Todo este número corresponde al apartado libertad.

¿Y qué decir de la representación drag de la última cena? Por ninguna parte me parece que eso sea una burla. Lo que se confunde con una mesa es en realidad una pasarela. El número sí intenta ser provocador —y al parecer lo logró con creces—, pero no quiere insultar a nadie ni hacer mofa de símbolos religiosos. Tanto la pista de fuego de Barbara Butch como el número «Nu» (desnudo) de Philippe Katerine, en el que canta disfrazado de Dyonisos y pintado de azul, corresponden al título festividad. Lo que quieren realzar no es tanto la provocación sino la alegría de la fiesta, que puede resultar provocadora para ciertas personas.

La elegancia de los gestos

Si la intención de los organizadores fue hacer una referencia burlesca a la última cena o no lo fue me parece que no es importante. Muchos católicos se sintieron ofendidos con la escena. Punto. Bien o mal, con fundamento o sin él, ésa fue la realidad.

La Conferencia de Obispos de Francia lanzó un comunicado en el que afirma que la ceremonia «incluyó escenas de burla y mofa del cristianismo, que nosotros deploramos». En mi opinión, si los obispos franceses dicen eso es porque tienen en cuenta lo que dice san Pablo en la Carta a los Romanos: «Nosotros, si realmente somos fuertes, debemos cargar con la debilidad de quienes no tienen esa fuerza y no buscar nuestro propio agrado» (Rom 15,1). Es decir, no están dando su propia opinión de la inauguración sino que protegen la débil fe de los sectores conservadores de la Iglesia. Es un gesto elegante y de gran humanidad. Lo veo así porque lo que ponen en primer plano en su comunicado es que «la ceremonia de apertura ofreció ayer al mundo entero maravillosos momentos de belleza y alegría, ricos en emociones y universalmente celebrados». Los obispos se quedaron con la alegría de la fiesta y nunca señalan en concreto las escenas deplorables.

Como respuesta, los organizadores pidieron disculpas por lo ofensiva que hubiera podido resultar la ceremonia de apertura. Yo creo que eso era lo requerido, las explicaciones estuvieron de más. En un contexto dentro del cual los terroristas islamistas han puesto una gran nota de violencia por motivos religiosos, atentados, asesinatos y muerte en las entrañas de París, los elegantes gestos de los organizadores de la ceremonia de apertura y de los obispos franceses ponen una nota de cordura y paz. Ambos consuenan con la ceremonia de apertura.

Nota para católicos ofendidos

No pretendo decirle a nadie cómo tiene que pensar, ni tampoco explicarle en qué contextos se puede sentir ofendido y en cuáles no. Pero creo que hay que recordar que la Iglesia tiene una larga tradición de burlarse de sus propios símbolos: desde los capiteles de las iglesias góticas, que tienen a veces escenas chuscas, las danzas macabras de algunas iglesias o el propio carnaval.

Lo chusco no tiene su fundamento en sí mismo. Los cristianos, a través del humor y de la fiesta, buscamos revertir el rígido orden del mundo. La risa es revolucionaria porque no se queda con lo establecido, sino que busca ir más allá. Ésa es la esencia del cristianismo y el humor también forma parte de nuestra tradición.

9 respuestas

  1. Excelente reflexión.
    ¿Qué diría Jesús de Nazaret, al verse representado El y sus discípulos en la obra de la Última Cena referida, con el perfil y atuendo de un príncipe y señores romanos?
    El arte es el arte: libertad, protesta y propuesta.

  2. Si se pierde el humor. Se pierde parte de lo humano. Hay un velo atrás de todo esto no respiramos todos igual ni al unisono. Hay respiraciones que someten para no respirar mejor.

    1. Obviamente el marco deportivo que debiera ser representado en la inauguración, no lo fué. De allí mismo nace la desnaturalización de los Juegos Olímpicos.

  3. Con la fe de un pueblo y de naciones no se juega. El arte podrá expresar lo que quiera pero a los pobres de Yahvé no se les engaña.
    «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños. Lc 17
    En ningún momento para mí se me hizo gracioso el evento sino tenebroso. Habrá que preguntarle a los niños si les habrá causado gracia este evento familiar.

  4. Lo humorístico por muy humorístico que sea, no debe ofender a terceros. los ejemplos no son pares, los capiteles de las iglesias góticas ¿a quienes ofenden? Lo chusco no tiene que ser ofensivo o fue chusco decirle a Jesús «sálvate tu mismo» Lo único que rescato del escrito es «No pretendo decirle a nadie cómo tiene que pensar, ni tampoco explicarle en qué contextos se puede sentir ofendido y en cuáles no.»

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