A ochenta años del martirio de Alfred Delp, S.J.

Hace ochenta años, el 2 de febrero de 1945, fue ejecutado el jesuita alemán Alfred Delp, a la edad de 37 años. Hay quienes lo cuentan entre los «santos todavía no oficiales» del siglo XX. ¿Quién fue Alfred Delp, y por qué tuvo que morir en la horca? ¿Por qué vale la pena recordarlo?

Alfred Delp nace el 15 de septiembre de 1907 en la ciudad suralemana de Mannheim. Después del bachillerato ingresa a la Compañía de Jesús, donde estudia filosofía y teología; en 1937 es ordenado sacerdote en Múnich. Muy dotado intelectualmente y de carácter un tanto indomable, intenta inscribirse a un doctorado relacionado con ciencias sociales en la Universidad de Múnich, pero las autoridades nazis no se lo permiten.

Es incorporado al consejo editorial de las Stimmen der Zeit (Voces del Tiempo), una revista de reflexión espiritual y sociocultural editada desde hace siglo y medio por los jesuitas alemanes. Al mismo tiempo publica varios textos y da conferencias y homilías en diferentes lugares, pero el creciente control político–cultural gubernamental lo obliga a ser cada vez más cauteloso con sus palabras.

En 1941 el gobierno clausura la revista y el padre Delp es reubicado en una parroquia muniquesa. Entrelaza sus actividades pastorales con acciones de ayuda a las víctimas de los bombardeos y de apoyo a judíos en peligro, al tiempo que critica a la Iglesia por haberse aletargado, aburguesado y burocratizado, y por cultivar tradicionalismos y formalismos en vez de responder a los sufrimientos humanos.

A partir de 1942 colabora con el llamado «Kreisauer Kreis» (Círculo de Kreisau), una red heterogénea de personas de orientación religiosa y política diversa, que en la clandestinidad tratan de esbozar para después del ya previsible fin del nazismo y la guerra un modelo para una Alemania diferente en el marco de una idea europea. Alfred Delp, quien se convierte en uno de los líderes intelectuales del Círculo, había sido invitado a éste por su superior provincial Agustín Rösch, también miembro del grupo, entre otras razones, porque estaba analizando la situación nacional desde una perspectiva que combinaba elementos de la llamada doctrina social de la Iglesia con propuestas derivadas del pensamiento socialista y de la idea de los derechos humanos fundamentales.

Detención, cárcel y muerte

A principios de 1944 el Círculo empieza a desmoronarse como consecuencia de la detención de su principal líder. Alguna/os de sus integrantes se vinculan con la preparación del fallido atentado contra Hitler del 20 de julio, evento que genera una enorme acción policíaca en todo el país contra personas bajo sospecha de estar relacionadas con la resistencia. También se detiene en Múnich al padre Delp, aunque éste no estaba enterado de los planes del atentado. Es llevado a Berlín, torturado y mantenido aislado durante algún tiempo. Después es transferido a otra cárcel en la misma ciudad de Berlín, donde logra anotar en secreto, con las manos casi siempre esposadas, ideas y meditaciones y escribir pequeñas cartas a familiares, compañeros y amiga/os; dos amigas suyas logran sacar muchos de estos textos de la prisión.

El 8 de diciembre de 1944 puede firmar clandestinamente sus votos definitivos como miembro de la Compañía de Jesús, lo que lo conforta enormemente. Un mes después se realiza la farsa de su juicio oral, en el cual se le acusa de alta traición e intento de desestabilización del régimen y en el que se manifiesta el odio del régimen y del juez contra el cristianismo, la Iglesia católica y la orden jesuita. Se le condena a la pena capital, dejándole saber que ésta podría ser conmutada si abandonaba la orden. Tres semanas después, el 2 de febrero de 1945, en la Fiesta de la Candelaria, de significado tradicional importante en la Compañía de Jesús, muere en la horca. Sus cenizas, al igual que las de otra/os presa/os política/os ejecutada/os, son esparcidas en un campo agrícola para borrar para siempre su recuerdo.

Acercamientos a su legado

Alfred Delp provenía de una cultura familiar y regional sumamente conservadora, además de traumada por los resultados desastrosos de la Primera Guerra Mundial, el fin del orden monárquico, la consolidación del régimen soviético, los conflictos provocados por la depresión económica y la difícil construcción de instituciones republicanas en Alemania. Durante un buen tiempo pertenece al ala de las iglesias alemanas y austríacas engañadas por el nacionalsocialismo, que al medio año de la toma de poder hitleriana a principios de 1933 había celebrado un concordato con el Vaticano. Pero ya en marzo de 1937 el papa Pío XI publica la encíclica Con ardiente preocupación sobre la situación de la Iglesia en Alemania y las bases ideológicas inaceptables del régimen nacionalsocialista, la cual contribuye a abrirle los ojos a Delp, quien se vuelve un decidido opositor al nacionalsocialismo, confrontando una y otra vez sus valores con el mensaje evangélico y con los principios de la enseñanza social de la Iglesia, en esa época fortalecida por la publicación de la encíclica Quadragesimo anno (1931).

Uno de sus estudios, hoy perdido, se llamaba «La Tercera Idea» y pretendía construir un modelo de orden social alternativo frente a los regímenes totalitarios del fascismo y del comunismo.

En una de las últimas cartas a sus amigos y compañeros escribe: «Es tiempo de la siembra, no de la cosecha. Dios es el sembrador; alguna vez también recogerá la cosecha. Yo solo quiero esforzarme por una cosa: por caer en la tierra al menos como grano sano y fecundo. De este modo, en las manos de Dios Nuestro Señor. Y negarme al dolor y la melancolía que a veces me quieren atacar. Si Dios Nuestro Señor quiere este camino para mí —y hasta donde se puede ver, así será—, entonces yo debo seguirlo voluntariamente y sin amargura. Será para que en el futuro otros seres humanos puedan vivir mejor y más felices porque nosotros aceptamos morir».

Ésta y otras anotaciones hechas por Alfred Delp durante sus meses de encarcelamiento se hallan en la antología Escritos desde la prisión, uno de los pocos textos suyos disponibles actualmente en castellano. Entre los muchos elementos impactantes contenidos en estos textos, que naturalmente reflejan las fuertes alternancias entre sus estados de ánimo, pueden destacarse aquí dos más, que retoman y profundizan ideas expresadas en ocasiones anteriores. Uno es la insistencia posteriormente tan enfatizada por la teología de la liberación latinoamericana, en la que el reconocimiento creíble del Dios Creador tiene que estar ligado a la creación de condiciones de vida digna para todos los seres humanos, reto que enfrentan tanto los poderes políticos como la Iglesia.

El otro es la visión esperanzadora que le fue dado obtener con motivo de meditar sobre la encarnación y que contradice tanto a las perspectivas de su país física y socialmente destrozado como a la cercanía de su propia muerte violenta, la cual finalmente se produjo sólo tres meses antes de la capitulación alemana. Tal visión le permite ver en medio de las sombras históricas y existenciales los atisbos de la realidad verdadera: «El mundo es más que su carga, y la vida es más que la suma de sus días grises. Los hilos dorados de la auténtica realidad ya se dejan ver por todas partes. Seamos conscientes de ello y hagámonos nosotros mismos mensajeros del consuelo. … Adviento es el tiempo de la anunciación, pero todavía no de la realización. A los ojos velados les parece como si la suerte definitiva ya estuviera echada allá abajo en esos barrancos, en esos campos de batalla, en esos campos de prisioneros, cárceles y calabozos. Pero el que está vigilante se da cuenta de que las fuerzas opuestas se están moviendo, y puede esperar su hora. … Y mañana contarán los ángeles jubilosos en voz alta todo cuanto ha sucedido. Nosotros lo sabremos y seremos felices, si es que de verdad hemos creído y confiado en el Adviento».

Para saber más: 

  • Alfred Delp SJ, Escritos desde la prisión (1944–1945). Editorial Sal Terrae, Santander, 2012, 223 pp.
  • Contenido: Alan C. Mitchell, “Prólogo biográfico”; Thomas Merton, “Introducción”. Alfred Delp, “Fragmentos del diario”; “Meditaciones” (Adviento, Navidad, Epifanía 1945); “Tareas del presente”; “Preparación del corazón” (Padrenuestro, Ven Espíritu Santo); “Rendición de cuentas y despedida”. 

Alfred Delp SJ (1907–1945)

2 respuestas

  1. Muchas gracias por publicar esta información de Alfred Delp S.J.
    Había leido un párrafo que publicó Benedicto XVI en su libro «Jesús de Nazaret», ese párrafo es de un gran contenido espiritual, y yo no lo conocía pero se me quedó gravado su nombre.
    Muchas Gracias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Síguenos en nuestras redes sociales
Suscríbete al boletín semanal

    Enlázate con
    Previous slide
    Next slide