Para leer el cuaderno

A 530 años de la evangelización en el continente americano, los paradigmas sobre la trasmisión de la Buena Nueva de Jesús han cambiado totalmente. La Iglesia se ha propuesto llevar esta Buena Nueva a todos los mundos: el de los excluidos, el de los jóvenes, sobre todo el de los pueblos originarios, que durante la conquista fueron obligados a dejar su cosmogonía y sus raíces culturales para incorporarse a los modelos europeos.

Desde su experiencia pastoral, don Raúl Vera, obispo emérito de Saltillo, nos propone que la evangelización se debe hacer desde las personas: «Hay que ir a las causas de lo que acontece y hay que encontrar el camino para enfrentar las situaciones delicadas que vive la gente. El Evangelio no es para enajenarla, sino para enfrentar con raciocinio agudo las cosas y resolver lo que haya que resolver».

Sin embargo, el paso de la historia nos ha mostrado que muchas instituciones religiosas ignoraron las voces de las personas con las que trabajaron, no miraron su realidad; las primeras formas de evangelización dejaron a un lado el rico sustrato que los pueblos originarios habían construido. Es por eso que Luz Angélica Arenas Vargas, religiosa carmelita del Sagrado Corazón y secretaria de la Pastoral de Pueblos Originarios del Episcopado Mexicano, nos explica, desde la pedagogía del acontecimiento guadalupano, que la evangelización ha de realizarse de acuerdo a «la identidad cultural, a la historia de cada pueblo» y desde una pastoral inculturada y de inclusión.

Los jesuitas han desarrollado una amplia labor al respecto y han podido descubrir la Semilla del Verbo, presente en otras civilizaciones diferentes al occidental. Conocemos sus luchas porque a estos grupos «se les permita encontrar y mantener su propio sitio en medio de la trama homogeneizadora de la globalización». Así lo plantea Mario Alejandro Montemayor Gonzáles, S.J., quien además nos describe el trabajo misionero de la Compañía de Jesús en varias regiones del país.

José Bayardo, MSpS, encargado del Proyecto de Solidaridad Juvenil Rougier, nos habla de la evangelización de un sector que en muchos sentidos ha sido víctima del desencanto y al que también se debe de llevar la Buena Nueva: los jóvenes. Nos invita a que «desde la voz de Jesús, podamos junto con los que luchan y los que quieren creer, poner sobre la mesa de las luchas de nuestro tiempo, el sabor de la sal, la levadura en la masa».

Foto: © alesandoval, Cathopic

Queremos cerrar nuestro «Cuaderno» con la reflexión de Pedro Reyes,S.J., director de nuestra revista, en torno a un evento que, aunque ocurrió hace varios meses, dada su importancia merece ser recordado. Este autor analiza el perdón ante al asesinato de los jesuitas de Cerocahui, como una posibilidad «que nos mueve a seguir promoviendo el respeto a la vida de todas las personas y de las comunidades con sus culturas y recursos para impulsar una vida de acuerdo y sin violencia».  

Nadie ha dicho que la evangelización de hoy es adoctrinamiento, tortura y amargura. Me atrevo a decir que evangelizar a las personas descartadas y abandonadas no generará aplausos, al contrario, provocará molestias en los sectores del poder que se incomodan con la búsqueda de la justicia y la radicalidad del Evangelio”.

Fray Raúl Vera López, OP

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