II
Señor de la Historia,
tú que creaste los mares y los ríos
de sangre, dime
¿Dónde está el paraíso?
Prometiste que llovería maná
Pero el campo está sembrado de plomo.
Señor de la Historia, dime
¿Dónde está mi hermano?
¿Dónde está el hijo de mi madre?
¿Con qué lluvia regaste
los campos donde crece mi alimento?
Señor de la Historia,
que detrás de eterno misterio,
has escondido el futuro:
danos la verdad y la memoria,
que tu furia no derribe nuestro sepulcro.
Déjanos descansar para siempre
bajo la luna.
X
Señor del Festín,
comparte conmigo tu sacramento,
déjame yacer en la mesa:
Que dibujen surcos en piel,
los dedos de mis amigos,
que no estorben mis huesos,
que mi carne y mi sangre,
alimenten a cuantos tengan hambre.
En mi muerte, acércame más
a la tierra que en vida.
Dale mis ojos a los cuervos,
para que vean lo que yo vi,
mis dientes a los cobardes,
a los débiles;
que de algo haya servido mi salvajismo,
el enojo que me llevaré a la tumba,
ojalá que germine en un combate,
la libertad de insultar y luchar,
de la que yo seguramente habré abusado.
Cuando muera, señor, permite a mi corazón
seguir pulsando, pulsando,
ser locomotora, máquina andadora,
permíteme facilitar el trabajo de los que se queden.
Comparte conmigo tu sacramento,
Señor del Festín,
dame esa facilidad,
para redimirme cuando ya no esté,
para justificarme con la muerte,para que a todos los que me lloren,
yo pueda alimentar.