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as mujeres inmersas en la vida comunitaria conocen de primera mano lo que significa corazonar, sentipensar a Dios en su plenitud. A través de las memorias ancestrales y las prácticas espirituales que han compartido y enseñado a lo largo de generaciones han mantenido vivas las prácticas espirituales en Abya Yala.
Es clave explicar por qué llamo a nuestro continente «Abya Yala». El nombre proviene de la lengua guna, pueblo originario que habita entre Panamá y Colombia, y significa «tierra en plena madurez y tierra de sangre vital». En la década de los setenta activistas, historiadores, políticos y teólogas adoptaron el término como nombre unificado del continente, en lugar de América Latina, Hispanoamérica o Latinoamérica, nombres que perpetúan el eurocentrismo y la división colonial que impusieron españoles e ingleses y que desafiamos desde los saberes ancestrales llamando a nuestra madre tierra desde una lengua originaria: «Abya Yala», tierra madura.
Incluso en el contexto colonial de cristianismo y evangelización podemos encontrar vida y resurrección en medio de la opresión, la marginación y las supremacías aún vigentes en el continente. En estas circunstancias las mujeres hemos mantenido vivas nuestras prácticas espirituales, así como lenguas y saberes ancestrales que viven la relación con Dios desde el corazón, sentipensando la presencia del Creador.
Desde este sentido liberador podemos explorar cómo nosotras hemos asumido la labor teológica desde Abya Yala. Las mujeres no sólo maternamos hijos, hijas y comunidades, sino que también corazonamos la teología desde lo cotidiano, desde la fortaleza y la fragilidad en un contexto desafiante en el que hemos sufrido las mayores violencias y silencios. Mantenemos viva la fuerza y la esperanza de vivir en una sociedad y en una Iglesia que valore nuestro trabajo, nuestras decisiones y reflexiones, que vienen de saberes heredados de nuestras madres, abuelas por el buen vivir.
Hago este análisis desde la teología cristiana, desde una espiritualidad en un continente que ya es una tierra madura, un hogar donde los pueblos originarios viven sus prácticas y fe con el Creador. Parto de la labor teológica de las mujeres de Abya Yala y de nuestros contextos históricos y presentes para entender a Dios en su plenitud.
Corazonar desde las mujeres de Abya Yala
En el proceso de sentipensar y corazonar podemos ver que la llegada del cristianismo a Abya Yala durante estos cinco siglos gestó una herencia colonial marcada por la imposición de prácticas espirituales, donde las ancestralidades de los pueblos originarios eran repudiadas. La Iglesia, en su mayoría, desestimó la sabiduría de estos pueblos, ligada al cosmos, la vida, la tierra y el universo, e impuso un dualismo dicotómico y racional. Corazonar la teología desde Abya Yala debe llevar a desaprender muchas de las formas académicas de hacer teología, ya que corazonar constituye un acto poderoso de resurrección plena y en comunidad.
La misa de los domingos, la oración de los miércoles y las manifestaciones espirituales dentro del templo son las que se han fomentado como parte importante de vivir la fe cristiana. ¿Qué pasa con aquellas expresiones que tienen otro ritmo, otros tiempos del día y otros espacios? Estas prácticas, fuera de la normativa cristiana del templo, han sido marginadas y vistas con suspicacia. En muchos casos, si eres creyente y hablas español, no puedes llevar a cabo rituales espirituales en lo alto de las montañas, identificarte con un grupo étnico ni cantar en quechua, aymara, náhuatl, guaraní o mapudungun, porque no se concibe la compatibilidad entre ambas. Corazonar la teología desde Abya Yala nos invita a partir de nuestras memorias ancestrales y a identificar una teología propia, con una profunda espiritualidad afectiva, y entender el mensaje de Jesús de manera plena, que camina, habla y lidera un sentipensar propio desde Abya Yala.
Los pueblos originarios y sus descendientes somos el presente cargado de pasado y futuro, un nosotros y nosotras, sujetos de la historia que corazona Abya Yala. El camino hacia una reflexión teológica propia es un acto revolucionario, que nace desde los márgenes de la historia poscolonial. Un pueblo que con su sabiduría se ha mantenido en pie porque sus raíces son profundas; que reconoce la cosmoexistencia en relación, la búsqueda de armonía, las formas del buen vivir, el corazonar y el sentipensar la espiritualidad con la tierra, el agua, la naturaleza y la vida plena en comunidad. ¿Cómo podemos poner eso en el centro de esta teología que nace desde Abya Yala?
Estas experiencias espirituales que se han transmitido de generación en generación, entre la familia y en comunidad, son en su mayoría saberes y tradiciones enseñadas de manera oral, de abuelas a madres, de madres a hijas. Aunque invisibilizadas, éstas han sido asumidas, sobre todo, por las iglesias rurales: los cánticos en quechua, las letras con historia campesina, las diversas historias de la creación, los rituales de la siembra y la cosecha, las ofrendas en lo alto de las montañas, las danzas para que caiga la lluvia. De esta manera se han ido nutriendo la vida y las prácticas espirituales en el continente.
A pesar de que durante el proceso colonial se levantaron fronteras que marginaron los saberes y las expresiones espirituales de los pueblos originarios, favoreciendo una forma dominante de conocimiento justificado por el proceso colonial, las mujeres los han mantenido vivos. Ellas siguen adelante a pesar de la marginalización. Han sabido transmitir a sus hijos e hijas las manifestaciones espirituales y los conocimientos milenarios en Abya Yala, que son profundamente compatibles con el mensaje vivo de Jesús: un mensaje de liberación que las invita a ser discípulas, sabias y partícipes en la resurrección. Es así como asumimos una labor colectiva de resistencia con historia y memoria ancestral, donde la teología responde a nuestros contextos con esperanza.
Como legado del proceso colonial, se limitó el conocimiento y entendimiento del mundo desde una perspectiva exclusivamente occidental, europea y patriarcal. Los saberes y las memorias tejidas por las mujeres en Abya Yala quedaron durante mucho tiempo en la marginación y desvalorización. La imposición de olvidar los idiomas originarios o no hablar las lenguas maternas significó la pérdida de vastos conocimientos y tradiciones orales transmitidas de generación en generación.
Como resultado, se dejaron de lado saberes ancestrales sobre sistemas agrícolas, plantas medicinales y conocimientos astronómicos, considerándolos primitivos e incorrectos. Esto condujo a la pérdida de prácticas agrícolas sostenibles y conocimientos medicinales desarrollados por las comunidades durante milenios. Sin embargo, las mujeres han demostrado resistencia y, desde la clandestinidad y la intimidad, han sembrado la semilla de la resistencia, manteniendo sus idiomas, enseñanzas, cultura y espiritualidades vivas.
Reflexiones desde el trabajo decolonial de las mujeres
Las mujeres han tomado un papel activo desde el inicio, trabajando para visibilizar cómo las estructuras coloniales han exacerbado la opresión sobre ellas dentro y fuera de las comunidades a lo largo de Abya Yala. La imposición de un patriarcado colonial ha reforzado las jerarquías que las marginan de los pueblos originarios, descendientes y afrodescendientes, lo cual subraya la necesidad de una agenda clave sobre los procesos que ellas lideran.
Los niños y las niñas, junto a sus madres, participan de manera transversal en estos movimientos, demostrando que es posible una sociedad y una Iglesia que vivan en plenitud, con hombres y mujeres a imagen de Dios. En Génesis 1:27 podemos leer lo siguiente: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó». El reconocimiento de que las mujeres fueron creadas a imagen de Dios destruye cualquier idea de inferioridad o subyugación y presenta, en cambio, a hombres y mujeres como iguales. Las mujeres no son sólo instrumentos de Dios, sino que están llamadas a ser protagonistas activas en la vida de su mensaje. La Biblia contiene múltiples pasajes donde ellas asumieron papeles de liberación, como Ester, Rut, María, Lidia y otras cuyos nombres quizás nunca sepamos.
¿Por qué todavía hoy nos cuesta reconocer a las mujeres en el liderazgo? A pesar de sus esfuerzos, ellas han llevado a cabo una doble lucha y experimentado una doble vulnerabilidad en las sociedades poscoloniales. Han liderado movimientos para recuperar tierras ancestrales y defender los derechos territoriales de sus comunidades, confrontando las fronteras impuestas por los colonizadores. También han resistido a las narrativas hegemónicas que les dictan cómo deben ser, saber y hacer y, por el contrario, han enfatizado que pueden desarrollar una teología decolonial, liberadora y esperanzadora como una forma de proclamar y vivir la resurrección, un mensaje presente en el cristianismo de Jesús.
Integración de los saberes ancestrales en la Iglesia
Para que la Iglesia incorpore estos saberes ancestrales y valore plenamente la contribución de las mujeres, es necesario un cambio profundo en su estructura y en su forma de operar. Ésta debe abrir espacios de diálogo y participación activa para las mujeres de Abya Yala, incorporando sus experiencias y conocimientos como esenciales para una comprensión más completa y rica de la fe y la teología. El papa Francisco ha destacado la necesidad de esta inclusión, señalando que las mujeres son una parte activa, viva y esperanzadora de la Iglesia.
Asimismo, ha instado repetidamente a escuchar las voces de las mujeres y a reconocer su papel fundamental en la comunidad de fe. En su encíclica Evangelii Gaudium Francisco subraya que «es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia» (EG, 103). Esto implica no sólo darles más visibilidad, sino también integrar sus saberes y prácticas ancestrales en la vida litúrgica, pastoral y teológica de la Iglesia. En noviembre de 2023 el papa Francisco, ante miembros de la Comisión Teológica Internacional en el Vaticano, dio un paso significativo al buscar orientación de teólogas sobre asuntos relacionados con el papel de la mujer en esta institución: «Desmasculinizar la Iglesia… necesitamos avanzar en esto. Las mujeres tienen una manera de reflexionar sobre la teología que es diferente a la de nosotros los hombres». La pregunta que sigue es ¿qué significa eso para las mujeres (y los hombres)? En sus palabras, «la Iglesia es mujer, y si no podemos entender qué es una mujer, cuál es la teología de la mujer, nunca entenderemos la Iglesia. Uno de los grandes pecados que hemos presenciado es “masculinizar” la Iglesia».
Tomo la palabra del papa Francisco y, para dar este paso, es necesario visibilizar el trabajo que grandes mujeres teólogas han hecho durante décadas. Esto implica conocerlas a ellas y sus aportes, y luego asumirlos como una parte no sólo pastoral sino también teológica.
Para reconocer la importancia y el trabajo teológico de las mujeres en Abya Yala presento a cinco pensadoras cuyas contribuciones y compromiso inquebrantable han desempeñado un papel fundamental en la configuración de un diálogo teológico inclusivo y diverso desde las mujeres. Al reconocer e incorporar su trabajo en nuestros marcos de reflexión sobre la fe estamos avanzando hacia una comprensión más equitativa y liberadora.
• Sofía Chipana, teóloga boliviana, principal voz de la teología indígena en Abya Yala, valora la vida digna y sagrada con la tierra y el respeto por todas las formas de vida. Ha trabajado con redes dedicadas a la reflexión teológica y la articulación de saberes, sabidurías y espiritualidades. Es miembro de la Comunidad de Sabias y Teólogas Indígenas de Abya Yala y de la Comunidad Teológica Andina, que fomenta el diálogo entre los pueblos andinos. Sofía dice: «En los contextos de pueblos colonizados de Abya Yala, la Biblia ha sido utilizada como instrumento colonizador para enajenar nuestras identidades, avasallar nuestros territorios y confinarnos a vivir como extranjeros/as en nuestras propias tierras».
• Ivonne Gebara, teóloga brasileña, presenta el ecofeminismo y conecta la explotación de la naturaleza con la opresión vivida por las mujeres campesinas, dominadas igual que a la madre tierra. Las mujeres han sido relegadas a ser fuentes reproductivas al servicio de un sistema jerárquico patriarcal. Ivonne denuncia en su trabajo teológico la violencia puesta sobre la naturaleza y su relación ideológica, antropológica y mítica con las mujeres: «Desde el punto de vista filosófico y teológico, el ecofeminismo puede ser considerado como una sabiduría que intenta recuperar el ecosistema y las mujeres».
• Elsa Tamez, teóloga mexicana, es doctora en Teología con énfasis en Liberación y especializada en la Biblia. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Lausana en Suiza. Sus escritos sobre teología feminista y críticas bíblicas contextuales aportaron nuevas perspectivas a estos campos de estudio. Es profesora emérita de la Universidad Bíblica Latino Americana en San José, Costa Rica. «Cuando la injusticia se manifiesta en todos los aspectos de la vida de una nación, necesariamente inferimos que las estructuras de violencia están siendo toleradas por las autoridades o por personas influyentes como gobernantes, profetas, sacerdotes y los ricos».
• Sandra Arenas, teóloga chilena. Recibió su doctorado en Teología sistemática de la Facultad de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Sus especialidades son la historia y teología del Concilio Vaticano II, la eclesiología y el ecumenismo. Ha publicado trabajos individuales y recopilados en áreas relacionadas, como la crisis de abusos en la Iglesia católica. Actualmente es decana de la Facultad de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica de Temuco en Chile. «La Iglesia sinodal implica la inclusión de voces diversas».
• Jocabed Solano, teóloga panameña y descendiente guna. Tiene una maestría en Teología Interdisciplinaria para la Misión Integral de la Comunidad de Estudios Teológicos Interdisciplinarios (CETI) en alianza con la Universidad Carey en Canadá. Actualmente es estudiante doctoral del programa de estudios teológicos con enfoque en teología indígena en el North American Institute for Indigenous Theological Studies (NAIITS). Se desempeña como directora de Memoria Indígena. Su profundo compromiso con su comunidad y su sensibilidad y liderazgo la llevaron a contemplar formas de preservar y defender las tradiciones, los valores, la espiritualidad y la cosmovisión del pueblo gunadule: «Las voces de hermanos y hermanas indígenas y cristianos convergen en un encuentro arraigado en el reconocimiento, la convivencia y la valoración de lo plural y diversidad de la presencia de Dios».
A modo de conclusión
Las mujeres llevan adelante un proceso de descolonización espiritual, recuperando y reinterpretando nuestras propias tradiciones espirituales y religiosas, a menudo marginalizadas o distorsionadas por las narrativas coloniales y patriarcales. Este proceso incluye mantener vivas las lenguas originarias, transmitidas de generación en generación, las cuales contienen los saberes y el sentipensar de milenios de conocimientos, experiencias y luchas por vivir bien, en plenitud y en armonía con la naturaleza y la comunidad.
En este proceso, las mujeres desempeñan un papel central, utilizando sus conocimientos tradicionales y experiencias espirituales para reconstruir y fortalecer sus identidades culturales. Están a la vanguardia de esta transformación, actuando como agentes de cambio que desafían las estructuras coloniales y construyen nuevas realidades basadas en la justicia, la equidad y el respeto por la diversidad cultural y espiritual de los pueblos. Este enfoque integral no sólo busca reparar las injusticias del pasado, sino también construir un presente donde las mujeres puedan ejercer liderazgo, opinión y participación en las comunidades, con pleno reconocimiento y respeto por sus saberes ancestrales.
Resaltamos que las mujeres vienen haciendo teología en Abya Yala, corazonando una teología que refleja sus experiencias, luchas y anhelos en consonancia con el llamado del papa Francisco a una Iglesia más inclusiva, viva y esperanzadora. La integración de estos saberes heredados enriquece la teología y la espiritualidad de la Iglesia, además de que fortalece su misión de ser una comunidad verdaderamente universal.