«Que te adoren, Señor, todos los pueblos»
ENERO
Domingo 7
- Is 60, 1–6
- Sal 71
- Ef 3, 2–3. 5–6
- Mt 2, 1–12
§ El Evangelio de este día, al igual que el salmo 71, es una invitación a la adoración del Señor que no ha nacido, en la que se presentan dos actitudes en las lecturas. La primera trata de aquéllos que se acercan reconociendo el Misterio inabarcable y emprenden una búsqueda por el mundo con una mirada contemplativa y abierta a la palabra de Dios. La segunda actitud es la de aquéllos que no tienen la intención recta de la adoración, sino que desde el engaño buscan mantener su estatus, actitud con la que se cierra la Buena Nueva de Dios.
§ La verdadera adoración del Evangelio implica reconocer el desconocimiento del Misterio. La búsqueda de ayuda ante el Dios inefable es ponerse ante Aquél que no puedo acaparar porque no es un privilegio exclusivo, sino quien posibilita hacer comunidad con otros.
En la adoración nada puede continuar igual, no se devuelve por el mismo camino de desencuentro, sino que la contemplación del misterio cotidiano, el pequeño brote de esperanza que descubrimos, nos ha de dar nuevos senderos de vida. Que al recordar la adoración del Señor Jesús nos dispongamos a su encuentro.