Tres son los principales temas que aparecen repetidamente en esta antología reunida por dos teólogos brasileños en homenaje a San Romero de América. Así ha sido llamado el arzobispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 en plena guerra civil salvadoreña, al inicio de la «década perdida para América Latina», la cual el país más pequeño del continente termina en 1989 con la masacre de Ignacio Ellacuría y sus colaboradores/as de la Universidad Centroamericana.
Uno es el tema del martirio, destino de muchos profetas. En el caso de Romero, su ejecución en plena misa por un francotirador fue el final de una larga cadena de presiones, agresiones y difamaciones. Sucedió el día después de haber exigido en su homilía dominical a los responsables políticos y militares de su país: «…en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno! en nombre de Dios: ¡Cese la represión!».
Otro tema, íntimamente relacionado con el anterior, es la vinculación de la ética individual con la ética política y económica, de la fe cristiana con la responsabilidad social. Ésta lleva inevitablemente a la denuncia de los mecanismos y grupos sociales que oprimen a los sectores empobrecidos y a la lucha por los derechos de estos últimos a la vida, pues, en términos de la exhortación apostólica de 2013, Evangelii Gaudium (n. 176), «evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios».
De allí deriva el tercer tema «transversal»: un modelo de iglesia (y de obispo) centrado no en el control de la ortodoxia discursiva, sino más en la ortopraxis orientada por las bienaventuranzas evangélicas y el canto a la liberación de la madre de Dios.
Enmarcados por dos presentaciones iniciales y dos anexos finales, los quince capítulos del libro se ocupan de diferentes aspectos de la vida y del pensamiento de Romero, quien había sido nombrado arzobispo por su profunda espiritualidad y su pastoral tradicionalista, pero quien cambió radicalmente su prédica a las pocas semanas después de asistir al velorio del sacerdote jesuita Rutilio Grande, asesinado junto con dos acompañantes camino a un servicio religioso. La convivencia con los campesinos de la parroquia de aquél, y el darse cuenta de su penosa situación económica y social, le abrieron los ojos de tal manera que algunos biógrafos hablan de una auténtica «conversión».
Los primeros cuatro capítulos llevan el título Desde América Latina y agrupan aportaciones del teólogo brasileño Diego Pereira, así como de los bien conocidos teólogos latinoamericanos en México Jon Sobrino, Juan Hernández Pico y Pablo Richard. Siguen bajo el encabezado Desde Europa dos textos escritos por los teólogos españoles José Ignacio González Faus y Juan José Tamayo. El más extenso apartado se llama Desde Brasil y reúne escritos de cinco teólogas y cuatro teólogos de ese país —para muchas/os lectoras/es mexicanas/os un descubrimiento de una nueva generación de especialistas brasileños en teología.
El libro había sido preparado para los 40 años de la muerte de Monseñor Romero, pero se retrasó a causa de la pandemia. Se encuentra disponible gratis en varios sitios electrónicos. Lamentablemente no incluye una explicación de cómo se escogieron los textos publicados; también hay que anotar que el libro hubiera merecido un mejor cuidado editorial, ya que se observa un considerable número de «errores de dedo», falta de fuentes precisas y fallas formales en las bibliografías.
Aun así, la lectura pausada de los 19 relativamente breves textos no sólo informará a las/os lectoras/es sobre la vida y el pensamiento de Óscar Arnulfo Romero, especialmente durante los cortos tres años de su vida como arzobispo, sino que, ante todo, les aportará fructíferos impulsos para la meditación sobre los retos de la vida cristiana en el mundo de hoy.
Llaman la atención varias comparaciones hechas de Romero con el papa Francisco. Ambos han sido marcados por el Concilio Vaticano II y por las conferencias episcopales latinoamericanas de Medellín y de Puebla a favor de una concepción de la encarnación que no se agota en la vida de Jesús de Nazaret, sino que sigue a cargo de la Iglesia en la historia humana: «la revelación de Dios en la carne de la historia» (pp. 141–142). El llamado sensus fidelium, o sea la conciencia del pueblo latinoamericano, se anticipó a la canonización oficial de «San Romero de América», en uno de cuyos momentos el papa Francisco recordó que el martirio de Romero se prolongó después de su muerte por los intentos fuera y dentro de la Iglesiade bloquear tal reconocimiento de su muerte «por odio a la fe» mediante toda clase de falsedades y confusiones interesadas —semejantes, por cierto, a las que se pueden leer hoy con respecto a las palabras y la vida del mismo papa.
Otro elemento muy sugerente es la transcripción de un oficio religioso a modo de Celebración de la Palabra (pp. 170–180), que podría servir de inspiración a comunidades en otras partes que comulgan con la convicción expresada por Óscar Arnulfo Romero a fines de 1979: «No es política cuando en la homilía se señalan los pecados políticos, sociales, económicos, sino que es la palabra de Dios encarnándose en nuestra realidad» (p. 79).
Para saber más:
Donizete, J. X., & Sbardelotti, E. (Eds.). (2022). San Romero de América: martirio–esperanza–liberación. Fundación Amerindia.
El libro se encuentra disponible de forma gratuita en: https://bit.ly/3Uowp4A