El pasado lunes 22 al 24 de septiembre, en el auditorio Pedro Arrupe, se realizó el evento Re-Existe, un encuentro organizado por la Cátedra Jorge Manzano, S.J. y las organizaciones Bendita Mezcla, Watawa Wa Taa y el Spiritual and Theological Mutual Accompaniment, que buscó tejer redes de solidaridad y esperanza. Con ponentes de diversas regiones del mundo, estudiantes y profesores del ITESO tuvieron oportunidad de escuchar testimonios sobre su despertar en la lucha y la espiritualidad.
«La tierra es nuestra madre», expresó Angélica Brauok, chamana proveniente de Malasia, en un ritual realizado a las afueras del auditorio, en donde decenas de participantes fueron invitados a sentarse cómodamente, quitarse sus zapatos y cerrar los ojos, mientras una música instrumental ayudaba a conectar con el momento.
«Estoy muy agradecida con el Dios creador», dijo Angélica, mientras esparcía dos elementos sobre suelo: arroz de Malasia: «es para estar en familia». Y sal de Himalaya que representa «la gratitud y la protección».
Angélica recorrió el espacio esparciendo agua entre los asistentes, limpiándoles con un ramo de hojas.
«Deja de buscar la perfección y elige la autenticidad (…) los ojos se abren, tus ojos ven más allá», dijo Mumbi Kigutha, religiosa y teóloga keniana y miembro del comité organizador, quien dedicó unas palabras al tema del despertar: «ya basta con fingir y esconderse, este es tu despertar. Despertar, quiere decir estar en lo alto y en lo presente».
Al terminar con el ritual de bienvenida, se abrió un espacio de diálogo donde a los oyentes se dividieron en varios grupos para hablar sobre su propio despertar.
«El amor infinito que le tengo a Yosi es lo que me levanta y la esperanza de encontrarlo. No sé si en esta vida o en otra», declaró Fabiola Pensado Barrera, madre buscadora, que habló sobre su hijo Argenis Yosimar, desaparecido en Veracruz en el año 2014.
Fabiola confiesa que cuando sucedió la desaparición de su hijo: «Me enojé con Dios, por haber sufrido».
Con el tiempo las cosas han cambiado, «tenemos el corazón roto, pero no paralizado», dijo. Es Dios quien le ha dado la fuerza para salir a buscarlo. Contó que ella no podía caminar por complicaciones de salud y sólo a través de la oración es que empezó a sentirse fuerte.
Así decidió participar en la brigada de búsqueda de personas desaparecidas. Ahora, lleva más de 11 años en la búsqueda de su hijo «Yosi» como a él le gustaba que le dijeran.
Fabiola menciona que, como parte de este trabajo, empezó a ir a las cárceles, pero le era sumamente complicado pensar que alguna de esas personas presas, le pudieran haber hecho daño a su hijo. Con el tiempo ha ido reflexionando y ahora desde su fe mira con esperanza a esos jóvenes presos.
«Yo sueño que con este trabajo que estamos empezando deje de sufrir de este dolor, haciendo que los jóvenes vean que todos podemos hacer un cambio», asegura Fabiola. La conexión que tiene con su hijo es diferente, «él es mi consejero, mi guía».
«Cambiar el chip»
«Los verdaderos cambios de la humanidad suenan como pasos de paloma», refirió Dygna Miranda Palacios, activista peruana de los derechos humanos, originaria de la provincia de Jauja. Su activismo se centra en la búsqueda de la creación de una conciencia colectiva: «El opresor sufre tanto como el oprimido», aseguró la defensora quien confesó que para vivir no se necesita mucho, solo es cuestión de «cambiar el chip».
Uno de los trabajos que la ha ido moviendo en la vida es entender que «parte del cambio social, en realidad es la conciencia colectiva». Espera que en un futuro «seamos colectivamente otra raza humana, una humanidad con conciencia, con amor y con respeto».
El tercer testimonio de despertar fue el de Armando Espinoza Hernández, indígena tzeltal de Chiapas. «Mi corazón sintió un latido profundo por escuchar», dijo. En su comunidad Bachajón se vive violencia, abusos, despojos y familias que han sido desplazadas por el crimen organizado. Pero han hecho frente al miedo por medio de peregrinaciones, que han fortalecido sus lazos comunitarios: «Todos somos hermanos y hermanas porque solo hay un Padre», expresó.
Amar desde la diversidad
Anson Samuel es defensor de los derechos humanos y, desde Austria, lucha por la dignidad y la inclusión de la comunidad LGBTQ+.
Anson viene de una familia hindú muy conservadora. Estuvo en un seminario por 8 años, porque quería ser pastor. En su formación se mudó a Viena, pensando que «la fe y la forma de vivir ahí era más liberal», pero se sintió decepcionado al expresar su amor queer y tener que ocultarlo en sociedad.
En octubre del 2022 conoció a Teresa Forcades, teóloga y religiosa española, a quien confesó su deseo de inclusión, a lo que ella respondió: «basta, basta del abuso espiritual, basta del abuso que estás permitiendo que se haga hacia a ti, es hora de honrar tu propio amor, tu propio cuerpo. Es hora de honrar cada toque que tiene acceso a tu cuerpo, es hora de nombrarlo, es hora de honrarlo, y en ese honor, también es hora de honrar el amor queer», le dijo. Sus palabras fueron reveladoras. Anson habló sobre cómo la hermana Teresa pudo ver a través de él y escucharlo: «vio como Dios ve, no me enseñó un Dios que es masculino y patriarcal, no me enseñó un Dios que me ve como una abominación, me enseño un Dios que ama».
Sabina de Pakistán, es la creadora y fundadora de una organización llamada «Wake», donde se enfocan en la educación de mujeres y niños. Desde joven su mamá le pidió que se casara, pero quiso «romper fronteras y ver más allá».
Fue maestra de inglés por 10 años, en una escuela de la élite de Pakistán; pero cambió su rumbo cuando decidió crear una organización de ayuda a mujeres y personas pobres sin hogar. Empezó a enseñar oficios como la costura en un espacio que le prestaba su hermano. Su despertar lo encontró en Dios: «Él rompe barreras», dijo.
Una vida auténtica
La fe para Adelard Kananira, activista de la organización Gay Christian África, en Burundi, es tener el coraje «de caminar en luz y libertad».
Adelard nació en una familia católica. A los 13 años su percepción de la vida cambió, cuando se dio cuenta de que su atracción por las personas de su mismo sexo «no era normal» y sintió mucha culpa. Se preguntaba constantemente «¿cómo puedo vivir una vida auténtica?». Sentía que Dios lo odiaba y que para ser digno debía morir.
«Salir del closet», fue su gran despertar, cuando le confesó a su hermano que a él le gustaban los hombres y sintió como Dios habló a través él, y le dijo: «eres suficiente, tal como eres».
Con estas intervenciones concluyó el primer día de Re-Existe, un encuentro que reunió voces y experiencias diversas desde las periferias, que comulgaron en el despertar de espíritu.
Para conocer más sobre las iniciativas y los testimonios que lo conformaron, se puede visitar la página oficial: https://re-existe.org/
Foto de portada: Zyan André-OCI-ITESO